Cuando se empezó a hablar de carne de vacas que habían recibido masajes y bebían cerveza las cosas cambiaron para siempre. Mientras muchos se pasan al otro lado y dejan de consumir carne, todavía son multitud quienes, al ver una vaca pastar, se la imaginan en su plato en forma de chuletón o solomillo. Tenemos buenas noticias para ellos: Barcelona acaba de estrenar dos locales dedicados a la carne a los que no recomendamos que vayan con vegetarianos.
El consumo de carne en España es alto. Según el último informe anual sobre alimentación en España elaborado por el Ministerio de Agricultura, cada español consume 51 kilos de carne al año, lo que supone casi 140 gramos al día, 50 de ellos de carne roja. Este último dato sitúa el consumo de carne roja en España por debajo de los niveles de alarma de la Organización Mundial de la Salud, que recomienda un máximo de 70 gramos al día. La OMS indica que lo mejor es consumir carne roja una vez a la semana, y sobre todo, que la carne sea de calidad.
Cualquier carnívoro que se sienta culpable por disfrutar con una comida cada vez más cuestionada puede usar estos datos para justificar su placer. Porque, además, aquí recomendaremos locales en los que se puede comer buena carne en Barcelona, de los más nuevos a algún que otro clásico.
Solomillo
Es el más nuevo -se inauguró hace apenas un mes- y el más sorprendente. Al estilo de una brasserie francesa, en este restaurante -nueva propuesta gastro del Hotel Alexandra, en pleno centro de la ciudad- el cliente escoge la carne en base a diferentes opciones de la carta elaborada por Enrique Valentí. Primero, decide el peso, el punto de cocción y, lo más importante, la raza de la carne, que es según temporada. En la carta de este otoño hay Salers (eco), Black Angus Nebraska, Frisian y Rubia Gallega Wagyu.
Después, podrá elegir entre varias salsas (desde bearnesa a Café de París, queso azul, pimienta negra, mostaza antigua y mojo de hierbas). No hay que olvidar el acompañamiento, que va desde una clásica ensalada de lechuga y cebolla tierna, puré de patata (espectacular al estilo Robuchon), o pimientos asados.
Todo, sin olvidar los entrantes -la cecina que ofrecen de aperitivo podría compararse a un buen jabugo-, y los postres -pueden hacer una selección de quesos-. Quien prefiera comer en casa, siempre puede comprar en la charcutería, la propuesta más sencilla del Alexandra, en la planta calle, en la que se puede tomar algo o llevárselo a casa: embutido ibérico, local y catalán, quesos de calidad, y más de 25 referencias de vinos, afinados y seleccionados por Eva Vila de Vila Viniteca.
Lomo Alto
En el mítico local del que fuera el cine Capsa, nació esta primavera un restaurante obsesionado con la carne, donde hay piezas que han estado hasta 365 días en maduración. Todo, claro, bajo estrictos controles de sanidad y con los mejores proveedores del país (El Lío, de Madrid, y El Capricho, de León). Todas las carnes de este local son de la Península Ibérica. La intención del chef Carles Tejedor es que la carne se convierta en un medio por el que el cliente disfrute y a la vez aprenda. No es lo mismo una carne de ternera que una de buey, una carne madurada unos meses o unas semanas…
Para Tejedor, es extraordinario que se pueda comer una carne madurada un año entero y así lo expone a los críticos. “El proceso de maduración”, detallan desde el restaurante, “se realiza en cámaras de frío controlado con distintas humedades para reducir el peso de las piezas hasta un 30% gracias a la evaporación del agua. Este es uno de los secretos para obtener su textura fina, tierna y potenciar su sabor”. Probar una carne tan largo tiempo madurada es un viaje: sabor intenso, delicioso y no apto para tímidos… Vegetarianos, por supuesto, abstenerse. De acompañamiento, unas simples y perfectas patatas fritas o alguna ensalada. En la parte de abajo del restaurante, bautizada como Lomo Bajo, se pueden probar bocadillos.
Casa Paloma
Abrió hace unos años y parecía difícil mantener su calidad, pero así ha sido. Aquí apuestan por las mejores carnes internacionales, desde Japón (Waygu) hasta Argentina (Angus) pasando por España (Frisán), por supuesto. Grandes chuletones que sacian el gusto más primitivo y solomillos para los exquisitos, sin olvidar en este caso el carpaccio y el tartar, dos platos difíciles que aquí bordan (no se pierdan la carta de tartars: tienen hasta ocho diferentes). El restaurante cuenta con un secretos que no todos los clientes conocen: en la parte de abajo hay una coctelería para quienes quieran alargar la velada y reposar el cuerpo…
Alba Granados
Este local, obligatorio para los amantes de la carne y de la buena cocina clásica en general, se quemó hace poco más de un año y tuvo que ser remodelado casi por completo. Sin perder su esencia, sino recuperándola al máximo, la familia Claver lo reabrió este verano con éxito asegurado. Todas sus carnes son de vaca de raza Frisona de seis años alimentadas con pasto y maduradas entre 21 y 25 días en cámaras a temperatura y humedad controladas. El chuletón de 425 gramos (con hueso) se asa en las brasas del Josper (parrillas especiales fabricada en Pineda de Mar y muy apreciada por los steak house de medio mundo). Y es el preferido de quienes adoran el placer de comer buena carne (hemos visto a señores de corbata y traje agarrar el hueso con pasión y, hay que decirlo, alma de troglodita).
Grupo Sagardi
Como en una sidrería vasca, aquí hay que comer chuletón, acompañado por una ensalada y, si pueden con todo, por una tortilla de bacalao. Al estilo clásico. En los restaurantes de este grupo, creado hace 15 años y liderado por Iñaki López de Viñaspre, se pueden tomar los clásicos pintxos, siempre de alta calidad, y pasar después a las mesas, donde la carne es la pieza fundamental. Nos esperan aquí, no obstante, carnes especiales: se trata de vaca vieja, servida al peso y al punto de cocción que desee el cliente. Con locales en medio mundo, cuatro en Barcelona, hablamos de una apuesta segura.
Aquí se pueden consultar los cuatro restaurantes de Barcelona.
Zeruko
Si quieres algo más informal y te gustan los pinchos... Te proponemos adentrarte en este local de la familia Calvo, donde disfrutar del buen sabor de los pintxos donostiarras.
Este restaurante vasco se encuentra en Gran Via de les Corts Catalanes, 654. El solomillo de ternera con foie, reducción de oporto y parmentier de patata es una de las delicias. Este espectacular plato consta de un filete marcado a la plancha, bañado con una reducción de oporto y coronado con un buen foie fresco a la parrilla. Recomendado por Foiemania.