Desde que perdió el trono de la moda, hace años, el bañador ha intentado imponerse al bikini, pero sin mucha suerte: los bikinis están hechos por y para tomar el sol, no dejan casi marca (con lo que logran que se broncee hasta el último rincón de tu cuerpo) y se secan antes. El bañador es más elegante y cubre esos defectillos que no te gusta mostrar, pero puede tardar en secarse, dar más calor, etc...
Es este año cuando, por fin, ha conquistado los armarios, tanto de las más mayores como de las más jóvenes. Pero no creas que ha destronado al bikini, sino que ambos van a convivir en playas y piscinas, sobre las hamacas y acompañados de cócteles.
Cada uno de ellos tiene su momento. El bañador se impone para las noches, y podemos llevarlos a una fiesta en una casa con piscina o en un barco; para dar paseos por la orilla del mar (con unos mini shorts) o para salir a tomar una copa. Si su diseño o estampado te encanta y te atreves, puedes usarlo como top, debajo de una blusa transparente o de una camisola abierta.
Así que ya sabes, este verano no tienes por qué elegir cuál comprar, hazte con los dos y adáptalos para cada ocasión.