Comienza la música y el taconeo calla a los asistentes. Por la pasarela aparecen dos bailaores y una bailaora que llenan de vida y espectáculo un desfile aún por comenzar. Un carácter flamenco que deja paso a blusas con volantes en las mangas y bajos de las faldas.
Vuelve a verse el nido de abeja para ceñir las prendas de gasa al pecho y permitir que los hombros queden al descubierto. Una tendencia que ya se ha visto esta primavera-verano y que parece también nos acompañará la próxima temporada.
Los estilismos cambian al son de la música. El ruido de los tambores trae consigo las faldas pantalón y las bermudas para ellos y ellas. Los trajes de chaqueta a rayas en algodón y las transparencias se apoderan de la pasarela.
Ruidos de tormenta de verano dan paso a tejidos bordados en blanco en clave unisex y ponchos (una tendencia indiscutible para la próxima temporada), acompañados por zapatos de cocodrilo blanco.
El croché seguirá en nuestros armarios junto con los conjuntos de faldas y top. La combinación estrella: el punto y la gasa, mezclando el estilo formal con el informal. Las prendas que parecen estar nominadas al éxito serán los fajines y los chalecos.
Estampados de flores de efecto tapizado, colores vivos como el naranja, los azules, amarillos y rojos, junto con los adornos florales en el pelo, prometen no dejar indiferente en la primavera-verano de 2017.
El show llega a su fin, de fondo el himno de Valencia, y en primera plana desfilan parejas que, a su paso, lanzan claveles al público. Los modelos se convierten en asistentes a una boda cuando aparece una pareja de novios.
Como traca final, vuelven los bailaores con más fuerza. Ella con un vestido azul de vuelo y corte de mantón de Manila comienza a transformar la prenda en puro movimiento.