Louis Vuitton y Japón, una relación eterna
La maison francesa presentaba ayer su colección crucero en el Miho Museum de Kyoto con un desfile que fue todo un homenaje a la cultura nipona.
15 mayo, 2017 13:04El viaje que las colecciones crucero nos han preparado para esta temporada nos lleva directamente a Japón. Una auténtica vuelta al mundo que comenzó con Chanel en París, (por eso de no llevarnos muy lejos en nuestra primera parada), siguió con Prada en Milán, para saltar al Lejano Oeste de Dior en las montañas de Calabasas en California y terminar a las afueras de Kyoto con Louis Vuitton. Así, da gusto sentarse a disfrutar.
Esta vez, Nicolás Ghesquière ha querido mostrarnos una de las relaciones más duraderas en la historia de Louis Vuitton: la que mantiene la maison con Japón. Por eso, hace apenas un par de meses, la casa anunciaba que su desfile Resort 2018 tendría lugar en un precioso museo a las afueras de Kyoto: el Miho Museum. Un espectacular enclave muy al estilo de lo que ya nos tiene acostumbrados Ghesquiére, -el año pasado nos llevaba al Museo de Arte Contemporáneo de Noterói en Río de Janeiro-.
El modisto puso a disposición de sus invitados, entre los que se encontraban las actrices Sophie Turner, Jennifer Connelly o Michelle Williams (auténticas embajadoras de la firma en todas sus red carpets) toda una flota de coches que les trasladaban desde la ciudad de Kyoto hasta el verde valle en el que se esconde el Miho Museum. Una hora en coche para disfrutar de unas espectaculares vistas y dejar que el show de Ghèsquiere comience.
Con multitud de referencias al mundo nipón, Vuitton utiliza el glitter como nexo conector de su colección para unas propuestas repletas de vestidos de lentejuelas y unos bolsos que homenajean el teatro de Kabuki (formato de teatro japonés que se caracteriza por su maquillaje y estilo dramático), a través de unos impecables patrones y sus increíbles estampados. Imaginados y creados por Kansai Yamamoto, serán, sin duda, todo un éxito de ventas. Y es que Yamamoto, aunque desconocido para muchos, ha servido de inspiración para Ghesquière en multitud de ocasiones y, esta vez, no ha dudado en colaborar con la firma.
La colección crucero de Vuitton es todo un homenaje a la relación que la firma mantiene con Japón desde hace mucho tiempo. Ghesquière ha viajado a este país de forma habitual en las últimas dos décadas y ha quedado siempre fascinado por él, por su diseño siempre a la vanguardia y su cultura en general. De ahí las siluetas tipo samurái de sus propuestas, los colores más reconocibles del cine de Kurosawa, los estampados tradicionales de sus pescadores y las miles de texturas y capas que propone, -como si de un perfecto ejercicio de papiroflexia se tratase-. Y, por supuesto, los clásicos kimonos para que, los que vemos esta cultura como algo lejano, no nos perdiésemos del todo.
Una propuesta que es, al mismo tiempo, pasado y futuro de la firma. Vestidos de noche, superpuestos a esos pantalones que llevaban los guerreros y que brillan en dorado o miles de colores para mostrar la riqueza de una colección que ha sido una auténtica carta de amor entre ambos: Japón y Vuitton.