Cuando Víctor Barrio (29) y su esposa Raquel (31) comenzaron a salir, en las fiestas de aquel verano de 2007, él ni siquiera se dedicaba a la tauromaquia de manera profesional. Había empezado, como muchos otros, en las capeas de los pueblos de Castilla y no sabía si se le iba a dar tan bien como el golf, deporte en el que había conseguido bajar el hándicap hasta cifras nada desdeñables.
Los que le conocían bien cuentan que siempre confiaron en sus habilidades. "Todo lo quería probar, el golf, la hípica, los toros... se atrevía con todo y se entregaba tanto que cada cosa que hacía le salía bien", relatan a EL ESPAÑOL. Con el toreo no fue diferente. Comenzó en los ruedos de una forma más seria meses después de iniciar su relación con Raquel, que por aquel entonces era una estudiante de periodismo que realizaba sus prácticas en un conocido canal de televisión. Allí se granjeó amistades tan fuertes y duraderas que estos días de dolor son los principales bastones en los que se apoya la joven de 31 años.
"Raquel no quiere ser la viuda de", aseguran desde su entorno más cercano. "Es consciente de que Víctor ha perdido la vida haciendo lo que más le gustaba". Su profesión soñada se lo llevó y ella prefiere sobrellevar el duelo en la intimidad. Entiende perfectamente el significado de la vocación. Ella también la tiene. Es periodista.
Era algo que ambos llevaban muy bien. Raquel siempre ha sido plenamente consciente de lo que implica ser la pareja de un matador de toros y lo asumía, lo sufría y se volcaba con su marido. "Era su apoyo fundamental". Pero no sólo ella, sino también el resto de su familia. Seguramente todos ellos llevaban la procesión -y el miedo- por dentro, pese a que nunca pidieron a Víctor que lo dejaran porque sabían lo importante que era el toreo para él.
Una de estas personas es su madre, que este lunes pedía la palabra durante el funeral de Víctor para reclamar respeto por su hijo. Una lección de entereza que a nadie pasó desapercibida y que según su entorno dejaba entrever la misma calma y fuerza que había heredado el propio Víctor.
El 11 de octubre de 2014 se dieron el sí, quiero en Sepúlveda, de donde era originaria la novia, en una ceremonia que los asistentes recuerdan como entrañable y romántica. Casi dos años de matrimonio a los que faltaba la guinda final, que probablemente llegaría en un futuro -aún eran muy jóvenes- puesto que a la pareja, sobre todo al torero, le encantaban los niños.
"Era muy niñero y y se llevaba fenomenal con ellos. Se volcaba completamente, y con las personas mayores. Era maravilloso, muy alegre y muy humano", destacan sus allegados. Valores todos ellos que fueron los que enamoraron a Raquel desde el primer momento.
Palabras llenas de dolor
La joven, que actualmente es concejala del PP en el Ayuntamiento de Sepúlveda, además de periodista, está rota de dolor y apenas puede articular palabra sin que afloren las lágrimas. Precisamente este domingo expresaba su tristeza en las redes sociales por el trágico fallecimiento de su marido.
"Siempre soñamos con la portada de la Puerta Grande de Las Ventas. No pudo ser. Injusta vida. La que se me ha ido contigo. Gracias Sepúlveda. Nuestra Sepúlveda. La tuya y la mía. Seguro que desde donde estás tienes una vista privilegiada. Gracias a todos. No puedo contestaros, no tengo palabras. Se ha ido mi vida, no tengo fuerzas pero sí mucho agradecimiento", escribía en su perfil.