Guillermo Arizkorreta (41 años) es un hombre discreto, tanto que rehúye de las redes sociales. Ni siquiera tiene página web propia, algo que sin embargo no le hace falta para poseer un prestigio y una cartera de clientes -entre los que destacan empresarios y políticos- que muchos quisieran. Entre ellos, el ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo (60), el expresidente de Dragados y vicepresidente de ACS Antonio García Ferrer y el director general de Espasat, Jesús Fernández Mur.
Al margen de su labor como preparador de cuadras, Arizkorreta mantiene un perfil bajo y le interesa poco alardear de sus contactos con las altas esferas. Hombre de costumbres y gustos sencillos, acude siempre que puede a comer a su restaurante madrileño favorito, La Castela, junto a su familia.
Hace tan sólo unas semanas la primera dama estadounidense, Michelle Obama (52), acudió al local a disfrutar de las croquetas, el rabo de toro y la ventresca, especialidades de esta taberna típica madrileña ubicada en el barrio del Retiro.
Una vida desconocida
Arizkorreta se inició en la hípica por casualidad. No desciende de sagas vinculadas al mundo del caballo ni sus padres le inculcaron la pasión por el turf. Nacido en San Sebastián, estudió en un colegio francés del norte de España y fue un día cualquiera, tras visitar una hípica de Oiartzun, cuando tras tomar contacto con los caballos se dio cuenta de que era eso lo que siempre había querido hacer.
Comenzó a montar junto a Ioritz Mendizábal (42), del que se hizo amigo desde el principio -sus vidas han corrido paralelas desde el principio- y debutó con una yegua en el año 1991. Llegó a ganar varias veces el Campeonato de España y fue segundo del mundo en una ocasión. Pero él decidió seguir estudiando para labrarse un futuro.
Así, cursó la carrera de Administración y Dirección de Empresas en la Universidad el País Vasco (UPV). Para entonces ya tenía novia, Mila -su futura mujer-, y junto a ella marchó a Inglaterra para convertirse en asistente del famoso Luca Cumani (67). Precisamente Reino Unido ha sido uno de los lugares en los que ha triunfado el donostiarra, considerado el Jorge Mendes (5 de los caballos.
Más tarde pasó por Francia, donde trabajó para Carlos Laffón. Tras otra etapa más en Inglaterra, llegó a España en el año 2006 para establecerse definitivamente, primero en la Dehesa Milagro, hasta convertirse en el preparador de caballos de referencia en nuestro país, pues tiene a su cargo 80 pura sangre -de los 500 que componen el Hipódromo de La Zarzuela, donde ejerce su labor y donde por cierto encabeza el ranking de preparadores en cuanto a participaciones, victorias y ganancias recaudadas.
Esta última etapa en España le ha permitido convertirse en padre, de dos niños: Iker y Álex, a los que parece encantar la afición de su progenitor, a juzgar por las imágenes que cuelga la orgullosa, aunque temerosa, mamá en su perfil de las redes sociales.
Mila Acosta, esposa de Guillermo, tampoco es demasiado activa en la web pero aún así cuenta con perfil en varias redes. Farmacéutica de profesión y sanluqueña de origen, ha acompañado a Aizkorreta en sus viajes siempre que ha sido necesario.
Dos manchas en 10 años de carrera
Aizkorreta ha pasado más de 700 controles antidoping en sus diez años de trayectoria profesional y dos de ellos han dado positivo en todo este tiempo. El primero, hace dos años, le costó una sanción de 1.000 euros. Aizkorreta negó haber suministrado al caballo sustancias prohibidas pero aún así asumió su responsabilidad, lo que le supuso una reducción de la sanción hasta los 666 euros.
El segundo de los borrones en el currículum de Aizkorreta tuvo lugar hace tan sólo unas semanas, cuando se le abrió un expediente en el Comité de Disciplina del regulador de las carreras de caballos por un nuevo positivo. El proceso está en plena fase de investigación para determinar si finalmente se sanciona o no. Por lo pronto, Aizkorreta ha solicitado un contra análisis de la prueba de orina del caballo en cuestión.