La mañana de las gabardinas y el chubasquero de Revilla
Todo el mundo hablaba de la lluvia, de las infantas Leonor y Sofía, del carnero de la Legión y del paraguas de Cristina Cifuentes. Pero en el desfile militar de este miércoles había otros destacados protagonistas.
12 octubre, 2016 13:23Noticias relacionadas
Quién iba a decir que las notas de color del desfile de este año -el tercero que preside el rey Felipe (48 años) como jefe de las Fuerzas Armadas- iban a venir de la mano de ciertos políticos, sector anodino y gris por excelencia. Hasta el carnero Miura de la Legión y la lluvia quedaron en un segundo plano cuando los asistentes al acto castrense vieron aparecer un paraguas rojo y gualdo debajo del cual se encontraba la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes (52 años).
Twitter se revolucionó en ese momento.
El paraguas de @ccifuentes, la estrella del desfile. #12Oct https://t.co/2pIWsXFauz pic.twitter.com/9BY5WEK1Nj
— Cifuentes Presidenta (@cifupresidenta) 12 de octubre de 2016
Pero después vinieron más. La novia de Albert Rivera (36) fue de las pocas consortes que acudió al desfile. Lo hizo con una blusa blanca oversize y media melena rubia, y no paró de comentar la jornada con su pareja, el líder de Ciudadanos.
Otra de las que acaparó los focos fue la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría (45) gracias a sus guantes, que no combinaban en demasía con el vestido elegido para la ocasión, aunque sí con sus medias.
Por su parte, la presidenta andaluza, Suana Díaz (41), optó por un dos piezas en tono rojo formado por vestido y chaqueta (fiel a los colores corporativos de su formación).
Pero sin duda alguna si hubo un protagonista de la jornada, con permiso del carnero y de la Familia Real, ése fue Miguel Ángel Revilla (73), presidente de Cantabria. Al menos fue el más preparado para hacer frente a las inclemencias del tiempo. Acostumbrado a la lluvia, no se olvidó del chubasquero del que hizo uso ante las curiosas miradas de sus homólogos, que seguramente lamentaron en ese momento no haber hecho lo mismo para evitar mojarse sus impolutos trajes.