Sabina Urraca es una periodista española que este verano vivió una de las experiencias más insólitas a bordo de un Blablacar. En medio de su trayecto de Logroño a Madrid pararon en Soria para recoger a un viajero emparentado con la sangre real, Álvaro de Marichalar. Ellos no supieron de quién se trataba al verle. Creyeron que era un usuario más, pero enseguida comprendieron que no. "Empezó a hacer llamadas por teléfono y al decir su nombre y oír su apellido lo busqué en Wikipedia. Descubrí que era el ex cuñado de la Infanta Elena y el hermano de Jaime de Marichalar", contó Urraca a EL ESPAÑOL.
Hasta aquí todo normal. No le dio más importancia más allá de ir con un personaje famoso en un coche. "Me parece muy lícito que cualquier persona pueda coger este medio de transporte. Lo que sí me llamó la atención desde el primer momento es lo irrespetuoso que fue", explica. "Yo comencé mi viaje desde Logroño en la parte delantera con el conductor del Blablacar. Cuando llegamos a la gasolinera de Soria, punto en el que habíamos quedado con Álvaro de Marichalar, estaban esperando él y una chica de unos veinte años. Al reanudar la marcha dijo que él iba delante sin preguntar a los demás. Así que yo pasé a la parte de atrás sin rechistar", relató nuestra protagonista.
Ahí es cuando comenzó la 'tortura'. "Lo primero de todo es que Álvaro no se puso el cinturón a pesar de contarnos que con 18 años había tenido un accidente, pero lo que realmente me molestó es que estuvo todo el camino hablando por teléfono, sin parar, en un tono tan alto que los demás no podíamos tener una conversación entre nosotros", continúa. "No me atreví a decirle nada en ningún momento. Se le notaba muy exaltado y no paraba de hacer y recibir llamadas por cuestiones de trabajo. Entre una y otra a veces entablaba conversación con el conductor como si se tratara de un monólogo. Contó su vida, obra y milagros como si estuviera recitando la Wikipedia porque todo lo que yo había leído minutos antes acerca de él, era lo mismo que él estaba diciendo. Por ejemplo, contó sus récords con su moto acuática".
Sabina Urraca explicó a este periódico que la situación era tan molesta que incluso la acompañante de Álvaro estaba incómoda. "No sabía dónde meterse. Con ella fue también un poco desvergonzado. La chica tenía uno de estos pendientes que se ponen en medio de la nariz y él empezó a decirle: "eres un pescadito y te tiene que pescar un pescador", a la vez que le tocaba el pendiente".
Cuando Álvaro y la joven abandonaron el Blablacar en la avenida de América de Madrid el resto de los usuarios se sintieron aliviados. El conductor, otro hombre que también se había subido en mitad del camino y Sabina comenzaron a comentar aquella situación que acaban de vivir. Todos mostraron su descontento e indignación por lo sucedido. De hecho para la periodista es la peor situación que había experimentado hasta ahora. "Yo soy una usuaria muy activa de Blablacar y todo el mundo me había contado historias desagradables o cosas que le habían pasado en sus viajes. A mí nunca". "Álvaro de Marichalar nos robó el tiempo, la conversación, el espacio, la tranquilidad, nos minó la moral", concluyó Sabina Urraca en el artículo que escribió para Estado Mental.