El pasado lunes por la mañana, el programa Els matins, de TV3, conectó en directo con el desalojo de una casa okupa de Barcelona, conocida como banc expropiat, situado en el barrio de Gràcia. Pocos repararon en el fondo de la imagen, donde aparecía el actor madrileño Jorge Sanz sentado en una silla de ruedas.
Sanz se encuentra en tierras catalanas ensayando la obra El Tiempo con Ramón Fontseré. La obra, que se estrenó este viernes por la noche en Calldetenes, narra la vida de un hombre al que le queda una hora y media para morir.
El actor ha querido meterse de lleno en el papel y lleva unas semanas moviéndose en silla de ruedas, motivo por el que aparece en las imágenes de TV3 con la silla. Además, se encontraba en el barrio de Gràcia, donde se aloja cuando visita la ciudad, cuna del movimiento okupa barcelonés y escenario del citado desalojo.
Un coche debía recoger al actor para llevarlo a Rupit, donde pasa los días ensayando con el miembro de Els Joglars, con la (mala o buena) suerte de que le pillara la operación policial en marcha. Por eso lleva la maleta en la falda. La operación policial se saldó con una veintena de detenidos y numerosos disturbios.
El que fuera ídolo de casi todas las niñas nacidas en la década de los 70 -ahora ya mujeres maduras- es un rebelde divertido y gamberro que ha mostrado sus defectos a bocajarro en la serie ¿Qué fue de Jorge Sanz?, dirigida con acierto por su amigo David Trueba.
Ambos comparten su cariño por Cataluña, cariño que han demostrado incluso en sus relaciones. Mientras Trueba estuvo muchos años con la catalana Ariadna Gil, Sanz tiene un hijo con una barcelonesa, Merlín, lo que le lleva a viajar mucho a la capital catalana. También tiene alguna que otra ex novia con la que suele quedar para tomar cervezas y divertirse.
Nadie debería extrañarse pues de encontrarse con Sanz por las calles de Barcelona. El actor ha aprovechado su estancia, además, para ir a los cines Verdi a ver La reina de España, en la que aparece. Tal y como adelanta La Vanguardia, cuando se encendieron las luces de la sala los espectadores se quedaron sorprendidos al reconocer a uno de los protagonistas sentado en la butaca. Al menos, dice este diario, se rieron con la película.
Ese carácter afable y algo tramposillo es el que salió a relucir cuando se encontró con la manifestación no se le ocurrió otra cosa que saludar a la cámara con una sonrisa llena de sorna. ¡Ah! y levantar los dedos con el símbolo de la victoria. ¡Qué gran espontáneo!