Me piden de EL ESPAÑOL que escriba unas líneas sobre Bimba Bosé. Digo que sí, que lo haré, pero su propuesta me deja un sabor agridulce, porque me gustaría escribir algo cercano, entrañable, repleto de anécdotas y recuerdos, pero desgraciadamente, en mi caso, no tuve todo el trato que me hubiera gustado tener con ella. Algunos encuentros fugaces en eventos relacionados con nuestra profesión, y otros, mas casuales, por nuestro barrio. A Bimba la recuerdo entonces como una figura legendaria, casi mítica, un ser que estaba en otra dimensión… No sólo por pertenecer a la tercera generación de una familia que ya es Historia, con mayúsculas, de la cultura española, si no por su propia trayectoria vital, absolutamente única.
Gracias a su físico inconfundible y a su arrolladora personalidad consiguió destacar en el complicado mundo de las pasarelas, y su look andrógino enamoró a figuras de la talla de Armani, Tom Ford, Jean Paul Gaultier o Alexander McQueen…
Pero también posó para los mejores fotógrafos, y protagonizó los mejores reportajes de moda. Y junto a su inseparable David Delfín (46 años) fundó una marca que ya es historia de la moda española… Se casó, tuvo dos hijas, se separó, volvió a reconstruir y a reinventarse su vida y mientras tanto tuvo tiempo y ganas para formar un grupo musical -The Cabriolets- y ser también una excitante e imprescindible DJ… Todo esto era Bimba: un camaleón, una fuerza viva de la naturaleza, una explosión de energía pura. Y sobre todo un auténtico ejemplo para todos los que la rodeaban….
Bimba fue una estrella fugaz en la que todos quisimos reflejarnos alguna vez y a la que su propio fuego ha consumido, por desgracia, demasiado pronto. Se dice que morir joven y en la plenitud de la vida es la prerrogativa de héroes y semidioses, y quizás Bimba, sin proponérselo, ha cumplido su destino: forma parte ya de esos mitos a los que recordaremos siempre jóvenes, bellos y repletos de fuerza. Tal y como era ella.