Lejos quedan los días de oropel, que dirían las crónicas de su época. Lejos los viajes, la imprevistos de un rodaje, las fiestas hasta la madrugada, la locura del artisteo. Lo más importante en un enfermo de Alzheimer es que no haya cambios en su vida. Y es así como pasa su día a día Carmen Sevilla (86 años): rutina, rutina y más rutina. Afectada por esta dolencia desde hace unos años (fue diagnosticada en 2009), la artista vive en una residencia desde marzo de 2015, donde ingresó y donde velan por su calidad de vida por encima de todo. El centro en el que pasa sus días Sevilla es el Sanyres Aravaca, considerado uno de los mejores de la Comunidad de Madrid y de España.
La residencia aparece en los rankings de excelencia por sus cualidades. Es grande, perfectamente adaptada a las necesidades de los residentes asistidos, muy moderna y con profesionales comprometidos con la tercera edad. Las habitaciones son muy amplias y los espacios comunes cuentan con una decoración relajante y acogedora.
Es lo que destacan las publicaciones especializadas consultadas por este periódico, que señalan también que cuenta con tres cuidadores por cada dos mayores, lo que le confiere uno de los ratios más positivos del país.
Sevilla está atendida en todo momento puesto que su estado de salud así lo requiere. La residencia Sanyres, construida en 2002, cuesta casi 3.000 euros al mes (2.819 euros) y cuenta tan sólo con 255 camas. El precio incluye, entre otras cosas, fisioterapia, servicio psicológico y las típicas actividades de mayores como juegos de mesa, conciertos y conferencias. Cuentan, incluso, con un banco de la memoria, un sistema en el que los pacientes graban sus recuerdos para que queden para siempre.
Pero Sevilla no puede acudir a conciertos y otro tipo de actividades lúdicas por su poca capacidad de maniobra. Cuando su único hijo, Augusto Algueró jr, se divorció de su mujer, Marta Díaz, se trasladó a casa de su madre y fue entonces cuando se dio cuenta de su estado de salud. Pese a que contaba con asistencia diaria, nada le parecía suficiente.
Hasta su ingreso en la residencia estuvo atenida por dos enfermeras y la empleada de hogar que había tenido en casa desde siempre, pero el tiempo hacía mella en su salud y su hijo decidió darle la atención que consideró mejor. Todos los familiares de enfermos de Alzheimer suelen llegar a la misma conclusión, por muy dolorosa que sea.
La habitación en la que vive Sevilla es amplia, como de hotel, según ha contado a algunos conocidos su gran amigo, Moncho Ferrer. Tiene una cama grande y unas bonitas vistas al campo. Ferrer -que junto a Algueró es el único que visita a la actriz-, suele llevarle flores y en algún momento dijo que hasta le regalaba diademas para que el pelo no le cayera a la cara. "Sigue siendo muy coqueta", declaró.
Pero eso era en octubre de 2015, cuando Sevilla llevaba pocos meses en la residencia. Ahora, casi un año y medio después, ya no hay coquetería que valga. Tiene que estar en una silla de ruedas y con una sonda de gastromía endoscópica percutánea (SGEP) que lleva los alimentos directamente al estómago. Una de las actrices más queridas por el público patrio vive sumida en el olvido, ensimismada en su interior, perdida. "Mi madre ya no me reconoce", admitió su hijo.