No quiso que retrasaran la inauguración de su última exposición de pintura y prometió recuperarse lo antes posible para ir a verla. Sebastián Palomo Linares sabía que su operación programada de corazón no podía esperar más y que se enfrentaba a una complicada intervención, pero entre sus planes más inmediatos nunca estuvo morirse. "Le propusimos posponer la presentación de su obra para cuando saliera del hospital, pero él se negó. Nos dijo que siguiéramos adelante que en cuanto saliera del hospital vendría", cuenta a EL ESPAÑOL una funcionaria del Ayuntamiento de Boadilla del Monte, municipio donde desde el pasado jueves 20 de abril se muestra 50 años de pintura, 1967-2017 de Palomo Linares.
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"La inauguración de la muestra se realizará el jueves 21 de abril a las 19:30 horas por deseo expreso del artista, aunque sin su presencia por motivos de salud. El alcalde de Boadilla, Antonio González Terol, le desea una pronta recuperación y ha expresado su intención de recorrer la exposición con él en el momento en que sea posible", reza la página web del consistorio. De hecho, los últimos momentos conscientes del diestro, justo antes de entrar a quirófano, los dedicó a supervisar todos los detalles de su obra. Intercambió mensajes de móvil con Miguel, el comisario de su exposición, dando el aprobado a las imágenes que éste le enviaba. "Era su sueño y lo pudimos cumplir", afirma Miguel. Un testimonio que coincide con el del entorno más cercano del matador de toros, a quien algunos amigos le aconsejaron inaugurar la exposición de pintura en otro momento. "Yo me opero y vuelvo", repetía.
Palomo Linares tampoco abandonó nunca otra de sus aficiones preferidas: el golf. Hasta dos días antes de ingresar en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid para ser intervenido, el diestro acudió a su cita diaria con este deporte. Lo practicaba en su misma ciudad de residencia, en el Club Golf Jardín de Aranjuez, que es uno de los centros de referencia de la zona sur de la capital española. "Para él era como un entrenamiento, una manera de estar en forma. No le requería un esfuerzo extremo y se divertía mucho", explica una fuente cercana a Linares.
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Tampoco dejó de reunirse con sus amigos en dos de sus restaurantes favoritos de la localidad ribereña: Almíbar, una casa de comidas familiar y tradicional con productos de la gran huerta de la Vega de Aranjuez; y El tomate, bar de tapas y cocina de mercado. Concha, su última pareja, fue otra de las personas de las que no se separó hasta su último aliento. "Ella le quería muchísimo. Hemos compartido con ellos muchos momentos y es una pena porque se completaban a la perfección", concluye un amigo de Linares. La pareja siempre había soñado con casarse y según ha relatado la magistrada estaban preparando su boda civil. Su enlace es otro de los planes truncados por la inesperada muerte del torero. Este jueves hubiera cumplido 70 años.
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