La primera vez que el director de cine Eloy de la Iglesia vio al que se convertiría en su actor fetiche, José Luis Manzano, éste estaba apoyado en la puerta de los famosos Billares Victoria, en pleno centro de Madrid.
Repleta hoy de pubs y restaurantes para turistas, la calle Victoria era a finales de los setenta uno de los principales focos del 'lumpen' capitalino. Allí se mezclaban paracaidistas de paso en Madrid con chavales de los barrios del sur de la ciudad, dispuestos unos y otros a venderse a alguno de los señores que a esa hora salían del cine Carretas, templo gay de la época.
Destacaba entre los chavales un chico menudo y con la cabeza cubierta de rizos rubios de no más de dieciséis años. Su belleza passoliana, que a otros también recordaría al protagonista de 'El Lago Azul', enseguida llamó la atención de Eloy de la Iglesia. El director había encontrado a su Tadzio, aunque esa tarde solo buscaba un desahogo. Por unas 500 pesetas, Manzano fue suyo. Un año más tarde, el chico cobraría 300.000 por protagonizar 'Navajeros'. Al menos eso es lo que cuenta Eduardo Fuembuena en 'Lejos de aquí', la biografía de José Luis Manzano que este guionista y experto en cine ha escrito a partir de los testimonios de la madre de José Luis y otros familiares y amigos.
“Hasta ahora, de Manzano solo había mentiras en la red”, dice Fuembuena, que después de verle en 'El Pico', quedó prendado de este joven de aspecto vulnerable “que caminaba como James Dean y tenía la mirada triste de Brad Davis”. Con su libro, Eduardo se ha propuesto hacerle justicia. 'Lejos de aquí' es un canto de amor no solo hacia Manzano, sino a otros como Eloy De la Iglesia, el guionista Gonzalo Goicoechea o el cura Pedro Cid, dice su autor.
SU RELACIÓN CON ELOY DE LA IGLESIA
José Luis Manzano nació en 1962 en el seno de una humilde familia de Vallecas (Madrid). Con solo 12 años, Manzano, que jamás fue al colegio, empezó a trabajar en unas bodegas del barrio cargando bidones y cajas durante diez horas al día.
De ahí la lesión de espalda que le obligó a pasar parte de su adolescencia, como una flor prensada entre las hojas de un libro, embutido en un corsé ortopédico de cuero. De ahí también que el chaval dejase de crecer y siempre fuese bajito. El día que Eloy de la Iglesia le conoció en los billares, lugar que Manzano frecuentaba para conseguir dinero (no podía ganarlo ya en la bodega), el joven llevaba puesto el corsé.
Tal vez fuese la imposibilidad de acariciar por completo su piel lo que llevara al director a llamarle un año después, cuando, metido ya en la preproducción de 'Navajeros', De la Iglesia buscaba un actor que diese vida a 'El Jaro', popular delincuente de la época. Tal vez el chico de los billares (“la muñequita ortopédica”, le había apodado) hubiese salido ya de su crisálida de cuero, pensó, y cuando por fin dio con su número de teléfono, le citó en el Parque de Atracciones y le ofreció el papel que le haría famoso.
Decidido a convertirse en su Pigmalión, aunque pensando igualmente en la película 'Lolita', el director se llevó al chaval a vivir con él. Una vez instalado en su casa, lo vistió con ropas de una calidad nueva para el vallecano y le brindó la educación que le faltaba. Por las tardes, lo llevaba a merendar hamburguesas a Vips o tortitas con nata a la desaparecida cafetería Manila, en la céntrica plaza de Callao, como un padre a sus hijos. Juntos rodarían otras cuatro películas: 'Colegas', 'El Pico', 'El Pico 2' y 'La estanquera de Vallecas'.
SUS PROBLEMAS CON LAS DROGAS
Fue su abuso de la heroína lo que malogró su relación y la carrera de ambos. Como cuenta Eduardo Fuembuena en 'Lejos de aquí', De la Iglesia siempre procuró que su protegido no cayese en las adicciones que a tantos jóvenes estaban matando. Sin embargo, ante la insistencia del chico, de vez en cuando no podía negarle una puntita de caballo y terminaba poniéndosela; “no con la intención de habituarle, escribe Fuembuena, sino como un padre que tinta ligeramente de vino la copa de agua de un infante, para que pruebe lo que corresponde a un adulto”.
Después, “la costumbre se hizo un hábito y la puntita se fue ensanchando y alargando, hasta convertirse en una raya en toda su longitud”. Al director, su adición a la heroína le costó entrar en una prolongada sequía creativa: tras 'La estanquera de Vallecas', no volvió a rodar una película hasta pasados casi quince años. Tuvo, además, que cargar con el sambenito de drogadicto y corruptor de menores. José Luis Manzano, por su parte, cayó en el olvido y fue expulsado del cómodo piso de Eloy de la Iglesia, que le abandonó para intentar desintoxicarse.
LA MUERTE DE JOSÉ LUIS MANZANO
Aunque con la ayuda de Pedro Cid, el famoso 'cura de la Alhóndiga', el joven actor había comenzado a rehabilitarse, un desafortunado incidente en la Gran Vía le acarreó una condena de 18 meses de prisión en 1991. Enganchado de nuevo a la heroína en el correccional de Carabanchel, su destino se precipitaba. Por más que lo intentaba, no lograba escapar de la suerte que perseguía a los personajes a los que había dado vida en el cine. Al final, terminó como 'El Jaro'.
José Luis Manzano y Eloy de la Iglesia volvieron a verse una vez más. Después de salir de prisión, el joven se coló en el piso del director para despedirse de él: según le dijo, se marchaba a Sevilla para buscar trabajo. No fue posible. Tres días después, De la Iglesia se lo encontró muerto en el cuarto de baño, con una jeringuilla clavada en la rodilla izquierda. Tenía 30 años.
“Un pico, un flash y, ¡ala!, a descansar para siempre”, decía en 'El Pico 2' el personaje de Manzano. Las circunstancias exactas de su muerte, sin embargo, nunca estuvieron claras y hay que leer el libro de Fuembuena para hacerse una idea de las distintas hipótesis que se barajaron.
Cuenta la leyenda que, durante un viaje a Estados Unidos, a José Luis Manzano le ofrecieron una beca para estudiar en el Actor’s Studio, la mítica cantera de actores de la talla de Marlon Brando o Marilyn Monroe. Puede que la anécdota no sea cierta, pero desde luego Manzano, nuestro James Dean, acabó compartiendo el mismo destino trágico que muchas estrellas de la escuela estadounidense.
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