Roger Federer (35 años) celebrará su cumpleaños a principios del próximo agosto, pero ya ha recibido el mejor regalo que podría esperar. El tenista suizo ganó el domingo su octavo Wimbledon y no pudo contener las lágrimas al alzarse con el triunfo y ver a escasos metros de él a sus cuatro hijos y su esposa con una gran sonrisa.
Era la primera vez que las dos parejas de gemelos, los niños Leo y Lennart (3) y las niñas, Myla Rose y Charlene Riva (7), se sentaban en el palco central junto a su madre para apoyar al deportista. Por eso, ante esa insólita imagen, Federer sintió la necesidad de dedicar su victoria a su clan: "Es un momento maravilloso para nosotros como familia. Este título es por nosotros".
El tenista no podía quitar la mirada de la zona donde se encontraban sus hijos y su mujer, Mirka Vavrinec (39). Los pequeños no paraban de moverse y de pedirle atención a su madre. Parecía que no entendían mucho qué estaba ocurriendo en la pista, pero tras ver a su padre ganar el propia tenista se dio cuenta de que sus hijos estaban sonriendo hacia él y lo estaban pasando bien.
La presencia de su familia al completo era uno de sus mejores regalos además de la propia victoria, pero había algo más: "Mejor que ganar el trofeo es sentirme sano. Eso significa mucho para mí. He trabajado muy duro para estar aquí". El suizo ha ganado dos de los tres Glam Slams esta temporada y se ha mostrado con ganas de volver el año que viene al mismo lugar para revalidar su título contra un oponente que seguro se lo pondrá difícil.
Para entonces, los menores con apellido de campeón ya serán más conscientes del poderío de su padre en las pistas de tenis. Su padre querrá volver a tenerlos en primera fila del palco, porque desde este domingo se han convertido en su mejor amuleto.