El drama de Boris Becker: en bancarrota y con su salud al límite
El extenista tiene una deuda de más de tres millones de euros con un banco inglés por su gran mansión de Mallorca, su exsocio le reclama 40 millones y le han confiscado el maserati. Además, su estado físico está muy desmejorado y tiene dificultades para caminar.
17 agosto, 2017 03:23Noticias relacionadas
Boris Becker (49 años) ha visto cómo su vida ha dado un vuelco desde hace más de una década. El extenista se divorció de Bárbara Feltus en 2001 y con esa despedida también tuvo que decir adiós a 15 millones de euros y a los dos hijos que tenían en común.
Desde entonces los problemas crecieron y sus cuentas bancarias siguieron menguando, aunque también rehizo su vida. Conoció a la modelo Lilly Kensserberg hace ocho años, se casaron y fruto de ese matrimonio nació Amadeus (7). Pero pese a tener el corazón lleno de amor, sus bolsillos permanecían vacíos.
El exentrenador de Novak Djokovic tiene una gran finca en Mallorca. Ya en su momento hubo problemas en la construcción de la vivienda, por lo que Becker tardó ocho años en instalarse allí. Se trata de una villa con una mansión principal de 10 habitaciones y 10 baños y una casa anexa para invitados.
Esa gran vivienda le ha supuesto un gran quebradero de cabeza al deportista, y es que tiene una deuda de más de tres millones de euros con un banco inglés al rehipotecar su casa a un 25% de interés. Este dato se une a una enorme cantidad que le reclama su exsocio de negocios, Hans-Dieter Cleven. Son más de 36 millones de euros los que le pide su antiguo compañero por una deuda que comenzó en 2001, época que coincidió con sus gastos del divorcio y que por ello recibió préstamos de su entonces socio para asumir los diversos costes a los que tenía que hacer frente.
Ambas partes pactaron en su momento unos planes de pago que quedaron detallados en una especie de acuerdo, que el tenista nunca llegó a cumplir. Por eso, con el paso del tiempo, la cifra se fue inflando hasta la astronómica cantidad que hoy se pide. Además, los abogados que le han defendido en su litigio con su exsocio tampoco han cobrado y le reclaman casi 30.000 euros.
Y es que el despilfarro de Becker viene de lejos. La mayor parte de su pufo de deudas deriva de la inversión que hizo en sus años dorados por una petrolera de Nigeria, con la que perdió más de 100 millones de euros. En su declive económico se apoyó en su socio y mientras este le iba financiando sus negocios en forma de préstamo, el deportista dejó como depósito sus bienes propios y de su familia. Una de ellas era la vivienda de su madre de 81 años, casa que ya ha perdido después de que el Tribunal inglés le declarara en el mes de junio 'oficialmente en bancarrota'.
No obstante, Boris muestra su faceta más feliz en las redes sociales, donde es muy activo. Cenas con buena compañía, posados veraniegos con su mujer y su hijo o celebraciones por diferentes triunfos en el tenis, son algunas de las fotos que comparte en las que aparece sonriente. Pero su físico también habla por sí solo. Y es que en los últimos años el estado de salud de Becker nada tiene que ver con la buena forma que mostraba en su etapa deportista.
Ahora el cuerpo del extenista ha sufrido varias intervenciones quirúrgicas. Tiene prótésis en las caderas y en los tobillos, por lo que se mueve con muletas, además de graves inflamaciones, dolores crónicos y varias hernias discales que no le permiten caminar con agilidad.
Su día a día actual no está siendo un camino fácil para la leyenda del tenis que con solo 17 años ganó Wimbledom y comenzó su derroche de dinero desenfrenado. En su juventud amansó más de 200 millones de euros que despilfarró en caprichos caros y en multas de tráfico constantes. De hecho, hace apenas un mes, tuvieron que confiscar su Maseratti por innumerables multas por mal estacionamiento, y al no poder cargarlas, su amado vehículo quedó en manos de las autoridades.
Además de su divorcio millonario, años después también tuvo que desembolsar cinco millones de euros para las pruebas y los juicios para que le reconocieran la paternidad de la joven Anna Ermakova (17).
Hace una década las cifras de seis ceros eran habituales en las compras y gastos de Becker, pero ahora mismo se declara en bancarrota e incluso su imagen física es ya el reflejo fiel de su frágil cuenta bancaria.