Se acható su personalísima nariz siendo muy joven y si no se hubiese inventado el hialurónico y se hubiera retocado con el mismo tino que su madre, Carmen Martínez Bordiú seguiría siendo el bellezón que a punto estuvo de cambiar la historia de nuestro país. Guapa lo sigue siendo y aún conserva las maravillosas piernas que trastornaron a tantos hombres, incluyendo al pretendiente más legítimo al trono de Francia, con permiso de los Orleans, el fallecido Alfonso de Borbón, que siempre la amó.
Se crió como una princesa en el Palacio del Pardo y llegó a serlo. La perla más valiosa de doña Carmen, su nieta favorita, está dando marcha atrás a lo Benjamin Button. Le han desaparecido los surcos nasogenianos y tiene hasta cara de bebé travieso.
Ella, que contrajo primeras nupcias con un hombre quince años mayor y se superó al dejarlo por un anticuario que le llevaba tres décadas, Jean Marie Rossi, ha invertido ahora los papeles y nos sonríe una semana sí y a la otra también desde las páginas del ¡Hola! con Tim Mc Keague.
Este australiano de fuertes antebrazos nacido treinta y cuatro años más tarde que ella la ha puesto en forma en todos los sentidos. Lo conoció el pasado verano cuando Carmen viajaba en el fabuloso yate de un millonario argentino amigo suyo y recalaron en Saint Tropez. Carmen lo conoció por la calle, se lo subió al barco como polizonte de lujo y desde entonces no se ha bajado de su vida.
Los que la conocen cuentan de ella que sabe exprimir la vida como nadie. Son muchas las víctimas de su corazón aventurero, pero nunca la ha movido la ambición ni el dinero a la hora de buscar sus parejas, en todo caso el sexo: "Con Jean Marie Rossi lo que les unía, amén del atractivo intelectual y el carisma del francés, era la pasión fogosa que ha demostrado el anticuario, bien dotado para el amor, con todas sus mujeres", nos cuenta una fuente que conoce perfectamente a la nieta de Franco.
Alfonso de Borbón, el padre de los dos hijos varones que tuvo, culpaba a Isabel Preysler, vecina el domicilio donde residían en las cercanías de Islas Filipinas, de que su mujer se hubiera desviado del su rumbo "de mujer como Dios manda". Así lo insinuaba en sus memorias publicadas por Ediciones B: "Hubo influencias nefastas y sutiles. Las que suelen aparecer en las rupturas matrimoniales. Carmen veía con frecuencia a algunas amigas divorciadas. Hubiera debido de prestale más atención. Esas personas no dejaban de encomiar los encantos de la libertad".
Las escapadas a París de las dos amigas eran frecuentes, pero, a pesar de que en uno de esos viajes Carmen conoció a Jean Marie, fue en todo caso su mujer la que espabiló a Isabel, y no al revés. La madre de Ana Boyer no aprendió lo más importante, la habilidad para dejar fluir la vida sin calcular las consecuencias ni los beneficios de sus actos. Ese amor por la libertad de Carmen, epicúrea y salvaje hasta sus últimas consecuencias.
Que Carmen haya mantenido un romance con un hombre como Luis Miguel Rodríguez 'el Chatarrero', que hasta marzo de este año le pagó el piso que habitaba en el barrio de Salamanca no significa que sea interesada, ni mucho menos. La nietísima es generosa y ha donado el dinero de alguna que otra exclusiva a personas que lo necesitaban más que ella. Los defensores de la memoria de su abuelo esgrimen este argumento: ¿Tú crees que si hubiera robado tanto su nieta estaría contando su vida a cambio de dinero en las revistas y participando en programas de baile?
A pesar de sus escándalos y de su tercera boda, la que celebró con el cántabro José Campos, con quien acabó como el rosario de la aurora, sus hijos la adoran. Y a ella le duelen ellos. Demostró una tremenda elegancia al no decir todo lo que seguramente pasó por su cabeza cuando ni una sola persona de la Familia Real acudió a la boda de su hijo, Luis Alfonso de Borbón, con Margarita Vargas.
La reina Sofía siempre vio en Carmen una posible rival cuando era princesa de España. Y ello pese a las escasas posibilidades de que Franco incumpliera las promesas hechas a Juan Carlos, el Borbón que cobijó casi desde niño bajo su ala. Aquellos recelos han influido mucho en el ninguneo al que se ha sometido desde niño a Luis Alfonso, huérfano a fin de cuentas de un primo hermano del rey emérito.
Pero Carmen no es rencorosa. Isabel Preysler la castigó varios años sin hablarse con ella cuando Chabeli fue 'torturada' en Tómbola y su very best friend estaba a por uvas y no defendió a la niña. Carmen olvidó el desaire y consiguió reconciliarse con su amiga.
Cuesta trabajo encontrar a alguien que hable mal de ella, exceptuando, por supuesto, a todos los militantes y simpatizantes del Bloque, al Ayuntamiento de Sada y a los gallegos que reclaman el Pazo de Meirás, donde la familia disfruta de sus veraneos.
Carmen, una mujer que siempre ha demostrado su capacidad para el diálogo y su escasa afición a los conflictos, ahí si que se muestra inflexible… Y a lo Joan Baez si es preciso, es capaz de cantar desde la torre más alta del pazo un contundente "no nos moverán". Se puede ser moderna, pero no tonta.
[Más información: Los siete hombres (pero un único amor) en la vida de Carmen Martínez-Bordiú]