¿Quién le iba a decir a Gustavo González (51 años) que algún día iba a ser más famoso que Enrique Iglesias (42)? Esta semana, pese a ser padre de gemelos, el hijo de Isabel Preysler (66) ocupa una miserable ventanita de portada en el ¡Hola!. Por el contrario, el reportero con rostro de César romano abarca la cubierta de Diez Minutos.
Allá por los inicios de los finales de los ochenta o inicios de los noventa, ya era famoso en el gremio. Junto a tres de sus hermanos formaban el grupo conocido como los llamados hermanos Dalton por sus colegas: Gustavo, Raúl, Vicente y Roberto…
Su padre era fotógrafo, como ellos, y hacía bodas, bautizos y comuniones en el restaurante de El Faro del Pardo. Cuatro de sus avispados muchachos, ocho hijos en total, se convirtieron en los reyes de los aeropuertos y las guardias periodísticas en la Agencia Ares en sus inicios. Eran los tiempos dorados de los que en la prensa del corazón se ataban los perros con longanizas, cuando vivía el recordado Eduardo Sánchez Junco, todo un caballero, padre del actual director de ¡Hola!, un hombre que recompensaba con largura los esfuerzos de los paparazzi que se dejaban la piel y hasta la vida en las carreteras persiguiendo famosos.
Aquellos tiempos pasaron a la historia tras la bajada tremenda de los precios mínimos de las fotos en las revistas del corazón, el auge de la fotografía digital y la competencia de los programas de información rosa en las teles. Muchos colegas de la quinta de Gustavo o bien se han sacado unas oposiciones a secretario judicial, han puesto un bar, están en el paro o se dedican al taxi.
A Gustavo no le ha ido mal. Tiene su propia agencia y se ha hecho famoso. Hasta ahora ha sabido caminar con la habilidad de un funambulista sobre la difícil línea que separa a un reportero famoso de un personaje público con todas las de la ley en el complicado universo del corazoneo televisivo.
Y, como ya le ocurrió a Lydia Lozano, se ha pasado al lado oscuro o al luminoso, según se mire. Hay personas que darían media vida por ser celebrities o venderían su alma al diablo… Gustavo, a quien la mayoría de sus compañeros definen como un hombre generoso y buena gente, el alma de todas las fiestas, solo pretendía ganarse la vida. Ahora le han metido en la jaula de los monos y han tirado la llave, es el cazador cazado. Y todo por culpa de una mujer que se cruzó en su vida y lo tiene trastornado desde hace más de ocho años.
María Lapiedra (33) lo ha ascendido a la categoría de los supermacho interestelares de la categoría de Errol Flynn, Frank Sinatra o Porfirio Rubirosa . El pobre Gustavo ya no es famoso por sus fotos, sino por su meritorio zoom. Que una actriz porno o semiporno alabe la magnitud de su instrumento tiene mérito. Así describía sus encuentros sexuales con el colaborador de televisión en una novela erótica: "Ese hombre tiene algo. Ha tocado con su manera de hacerme el amor un lugar en mi interior que no ha tocado nadie. Tiene que ser mío como sea".
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Lo de María Lapiedra y Gustavo era un secreto a voces en la profesión. Llevaban ocho años juntos Pero nadie le hizo una guardia a Gustavo. Perro no come carne de perro y María Lapiedra no era un personaje de primera, como una importante presentadora a quien relacionaron con otro atractivo fotógrafo. Pero María ya no juega en quinta regional. Ya no tiene que quedarse desnuda en los platós para subir la audiencia. Ahora tiene mucho más gancho gracias a sus amoríos con el paparazzi.
Gustavo se había convertido, gracias a su porte y buenas maneras en el hijo o el yerno que toda madre querría tener, en el marido fiel que las espectadoras presuponían que era, y con su buena planta, en el amante con el que muchas soñaban. Como le ocurre a Lydia Lozano, el público ha empatizado con él.
Por María Lapiedra, la filóloga neumático, Gustavo ha roto su matrimonio con Toñi, la madre de sus cuatro hijos, con quien se casó hace treinta años profundamente enamorado. Así la describen los que la conocen "una mujer discreta y prudente, una bellísima persona, que no tiene nada que ver con Lapiedra, que lo primero que ha hecho después de que Gustavo se separara de su mujer ha sido marcarse un polígrafo. No es una forma muy sensata de reivindicar su amor por él, le ha jodido la vida".
Toñi y Gustavo estuvieron a punto de casarse por poderes, con su hermano Roberto suplantándole. No llegaba a tiempo porque estaba haciendo un reportaje en Miami. Ahora su obsesión es preservar lo más posible la intimidad de su mujer y sus hijos. Las curvas de audiencia de Telecinco suben como las olas de las marejadas del Cantábrico cuando sale Gustavo, pero cuentan que no ha subido su caché por un concepto de lealtad hacia su programa y porque espera que de esta forma dejen en paz a su familia.
¿Por qué no saca partido? Se autoinmola en la hoguera para dar carnaza y evitar males mayores. Lo malo es que está enamorado de María Lapiedra. Nadie se explica como un tío tan sagaz e inteligente como este paparazzi curtido en mil batallas, a quien Isabel Pantoja hizo esposar en Perú con sus influencias, se haya dejado meter en semejante lío por la musa independentista que también proclamó su amor por Laporta, la mujer que realizó el anuncio más surrealista que se conoce de un puticlub, la mujer que mejor ha promocionado en youtube las peras de Lleida. Mario Vargas Llosa (81) e Isabel Preysler ya no interesan a nadie. Adiós al Parque Jurásico. Ha llegado la hora del relevo generacional. Arriba Gustavo No sé a que está esperando Plaza y Janés para reeditar tu libro Diario de un paparazzi… El mundo es tuyo…. pero ándate con cuidado. María ya ha demostrado que te lleva la delantera en todos los aspectos.
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