"A ella las fotos nunca le gustaron, por muy artísticas que fueran. Ella no quería ese resultado. Pretendía romper con su pasado como Marisol, destrozar ese personaje y se vio sometida y pusilánime. Guapa, pero triste. Se vio como Marisol y no como Pepa. Por entonces se sumó su rebote con el escándalo social y lloró mucho en la intimidad", relata, tajante, una persona muy cercana a Pepa Flores (69 años).
¿Esas fotos provocaron un enfado por parte de Pepa con el fotógrafo?, pregunta este medio. "Se enfadaron, pero con el tiempo hicieron las paces. Pepa se equivocó en su manera de desprenderse de Marisol". Por no hablar de las críticas demoledoras de la época. Ella, criatura prodigio del franquismo y lolita de tentación, enseñando pezón y trasero en la portada de Interviú.
Todos se rasgaron las vestiduras por aquella 'blasfemia'. Alborotos y enfados aparte, esta portada fue de las más vendidas de la historia de la publicación con casi un millón de ejemplares. La paradoja del destino. Ella se escandalizó, sí, pero por el resultado, nunca por el fondo. A Pepa, pese a su joven edad, pocas cosas la escandalizaban ya: "En sus ojos se podía ver un océano de tristeza".
"Existen fotos de Marisol más fuertes en Río de Janeiro"
"Ahora, con tantos temas de abusos sexuales, Marisol tendría mucho que contar. Su vida no fue fácil, más bien traumática y triste", asegura a JALEOS la periodista Pilar Eyre (66). Pepa Flores, nombre real de la cantante, tuvo una infancia dura, casi cruel, en la que presenció situaciones dantescas nada propias para una niña de tan temprana edad.
Este hecho la marcó e hirió y provocó que años después quisiera desprenderse de ese estigma, o al menos intentarlo. Con ese objeto, la cantante utilizó Interviú para su desquite personal y se puso en las manos de personas que entendía de su confianza, como el fotógrafo César Lucas Escribano y el periodista José Luis Morales. "Las fotos, hechas por César Lucas, son antiguas y en ellas Marisol revela un cuerpo voluptuoso y sensual que contrasta de forma perturbadora con un rostro inocente e ingenuo. A Marisol le disgustan pero no pensó tomar medidas al respecto", escribe la periodista en su libro acerca de la figura de la malagueña.
Pero, ¿por qué no le gustaron las fotos?, pregunta este medio. "El resultado no fue de su agrado, pero sabe que hay otras más fuertes hechas en Río de Janeiro y que César ha tenido la delicadeza de no darlas a conocer". En ese momento, ante unas imágenes en las que no se gusta, la relación de Pepa Flores y el fotógrafo César Lucas se enfría, coincidiendo con lo que debió de digerir este; el jaleo de responder por un supuesto delito de escándalo público.
Al fin se resolvió a su favor cuatro años después, con sentencia expresa y clamorosa donde no solo se rubricaba que aquellas fotos no eran "constitutivas de escándalo alguno", sino que además resultaban "de una notoria calidad artística". La época, la censura. Este medio intenta ir más allá: ¿pasó algo durante esa sesión que no debiera?. "Para nada, ella se sintió muy cómoda, sobre todo con la entrevista. El problema es que el resultado no acompañó".
De hecho, en 2016, durante una entrevista con RTVE, César Lucas habló de la sesión de fotos: "Yo tuve respeto por la persona, mucho cuidado y atención. Intenté que esa persona supiera que iba a sacar lo mejor de ella. Si no es así, las cosas no van por buen camino".
"Vio escenas dignas de un manual porno"
Durante la entrevista que acompaña al reportaje, Marisol relata uno de los episodios más virulentos de su vida; uno de muchos que le desgarraron e hicieron querer 'matar' a Marisol para hacer respirar a Pepa Flores. "Cuando tenía ocho años, un empresario formó con otros siete niños paupérrimos y artistas un grupo que se llamó los Joselitos del Cante, aprovechando el nombre -Joselito (74)- de otro niño prodigio con la infancia destrozada. En las giras, Pepa duerme en la cama de la amante del empresario y cuando este termina de arreglar las cuentas, se acuesta junto a ellas y ante los ojos de la niña se desarrollan escenas dignas de un manual porno. Los dos, indiferentes a la presencia de la niña, dan rienda suelta a sus instintos. A los ocho años Pepa aprendió de la vida cosas que ni siquiera su madre podría imaginar", narra la citada periodista sobre el tema en el que se vertebra la entrevista.
No solo eso, cuenta Marisol las tremendas palizas que le propinaba la amante del empresario. Un episodio más para borrar; uno menos que soportar en su triste padecer. Escenas propias de películas de terror en las que Marisol acababa "más sacudida que una estera". Un día, Pepa pegó carpetazo limpio a ese pasado lleno de luciérnagas. Se retiró a vivir a Málaga y nada quiso saber del mundo del espectáculo. Su estrella se apagó y refulgió la persona.
"Ella es feliz en Málaga, con su gente y sus amigos. Puedo decir que ahora, poco a poco, está levantando cabeza de todo aquello. Se está quitando esa machila, además ha adelgazado y está muy guapa", relata un buen amigo de la infancia, alguien que se puede vanagloriar de conocer a Marisol, pero, ante todo, a Pepa Flores. La mujer que se esconde tras el drama.