El curioso caso de Ana Rosa Quintana, mejor a los 62 años que a los 30
La presentadora está inmersa en muchos cambios, tanto en lo personal como en lo profesional. Y su transformación física, como sus datos de audiencia, mejoran con los años.
12 enero, 2018 01:17Noticias relacionadas
Podría parecer que por Ana Rosa Quintana no pasa el tiempo, pero en los treinta y cinco años que lleva en televisión toda España ha sido testigo de su evolución tanto física como profesional. Ha pasado de las ondas radiofónicas en las que comenzó a saborear el periodismo en 1978 a convertirse en la indiscutible reina de las mañanas con un programa que lleva su nombre y lidera su franja horaria desde hace 13 años.
Este lunes el espacio de la presentadora celebraba su decimotercer aniversario, pero este viernes Ana Rosa también tiene mucho por lo que brindar ya que cumple 62 años. Una edad madura en la que luce aún mejor que en sus inicios laborales y en la que ya tiene ganado al público tras una trayectoria incesante ofreciendo información desde todos los ángulos. Aunque al igual que Brad Pitt (53) en El curioso caso de Benjamin Button, la presentadora luce mucho mejor ahora que en 1996 (tanto en lo físico como en lo profesional), el rostro de Telecinco no se acomoda en lo 'bueno conocido' y ha asumido grandes cambios en su programa de cara a este nuevo curso.
Cambios para cargarse de nuevos aires en nuevos tiempos. Y es que a pesar de llevar más de una década entrando en los hogares de los españoles durante cuatro horas diarias, Ana Rosa sigue sabiendo renovarse y tener siempre algo nuevo que mostrar. El programa tiene nueva cabecera, una nueva división temática, nuevas secciones y ha dado la bienvenida a nuevos colaboradores y expertos.
Se presentan tantos cambios que incluso la propia Quintana parece rejuvenecer con el paso de los años, no ya solo en su manera de adaptarse a la actualidad sino también en cuanto a su aspecto. Al igual que los decorados de su plató, los estilismos de la presentadora han ido renovándose y siguiendo las tendencias de moda. Lejos quedaron esas tonalidades neutras a las que recurría a menudo en la década de los 90, o el marcado delineador de labios marrón y el exceso de laca en el pelo que no le favorecían en absoluto. Hoy sabe sacarse partido y su vitalidad es más jovial que nunca.
Aunque no siempre mantiene la sonrisa, en tantos años en la pequeña pantalla la hemos visto reír pero también llorar y, aunque es un programa en el que intentan mantener la compostura, las discusiones de gran intensidad no han pasado desapercibidas tampoco. La propia presentadora ha sido en varias ocasiones objeto de críticas y de polémica.
Y es que en una treintena de años la presentadora ha protagonizado todo tipo de vivencias: alegres, como su boda con Alfonso Rojo (66), el nacimiento de su hijo mayor Álvaro, y también su nueva oportunidad al amor con Juan Muñoz con el que se casó en 2004 y tuvo dos niños gemelos el mismo año; pero también situaciones amargas, como su divorcio de su primer marido o la muerte de su madre en 2014. En lo profesional le ha ocurrido de igual modo, ha tenido alegrías por su éxito y sus reconocimiento en el sector, pero tampoco se ha librado de las negativas consecuencias de estar en el ojo mediático constantemente.
Sus opiniones tienen gran repercusión para bien o para mal y cada uno de sus gestos y coletillas también son analizadas al dedillo. Así ocurre con su ya mítica -televisivamente hablando- disputa con María Teresa Campos (76), ambas fueron 'reinas de las mañanas' y conseguir el 'amor' de Paolo Vasile las 'enemistó', una historia que perdura hasta la actualidad y que se ha convertido en la comidilla de los pasillos de Telecinco y de las tertulias caseras de media España.
Pero poco debería importarle a Ana Rosa tales habladurías, ya que, como es su caso este viernes, no todos los días se cumplen 62 años siendo uno de los rostros más conocidos del panorama televisivo, siendo la reina de un programa que cada día es Trending topic y luciendo un aspecto físico que en poco coincide con el número de velas que soplará sobre su tarta.