Todas las cábalas confluían en que el pasado lunes 29 de enero se repetiría la historia que vivió Gustavo González (52 años), muchos apostaban por que Sálvame y su productora La fábrica de la tele cerrarían el mes con otro 'pelotazo' y harían las delicias de los publicistas en febrero con el divorcio de otra colaboradora, Gema López (46). Soñaban con audímetros disparados y un despliegue informativo sin cuartel. La revista Rumore destapaba el escándalo de una de las periodistas más bélicas del programa: ponía punto y final a su matrimonio con Antonio Pardo Sebastián.
Gema se colocaba, por primera vez, bajo el foco de la noticia después de tantos años abordando la intimidad de los famosos. Esa frenética mañana de lunes muchos ya veían cómo iba a ser la escaleta del Sálvame de esa tarde. Profetizaban la que, sin duda, sería la tarde más aciaga para Gema López. A la luz de cómo se desarrolló la separación de Gustavo -a priori, casi tan celoso de su intimidad como Gema-, la de esta no iba a ser menos y debía enfrentarse a su descarnada realidad ante una media de tres millones de espectadores y bajo las incisivas preguntas de sus compañeros y amigos.
Ilusos todos los que barruntaban lágrimas. No, no hubo ni confesión, ni desgarro, ni un mísero eco de la separación. Por no estar, no estuvo ni Gema en el programa de ese lunes. Ausencia y silencio. Cierre de filas. Todo parecía discurrir con normalidad; Gema estaría en su día de descanso, pensaron algunos. Al comprobar que el martes 30 de enero tampoco acudió a su puesto de trabajo, los más avispados aseguraron que estaba capeando el temporal. Hubo que esperar a que el 1 de febrero hiciera su aparición en Sálvame de negro riguroso y con una actitud, si bien un poco seria, profesional con alguna carcajada aislada. Gema no se desligaba de su papel de colaboradora.
Como hubiese sido lógico si se compara su caso con el de su amigo Gustavo, su presencia en el programa habría dado pie a un íntimo con Jorge Javier (47), como ocurrió con González. Nada de nada, silencio de nuevo. Tal y como desveló JALEOS, ella misma decretó el silencio, suplicó que de nada se hablara. Según el testimonio al que tuvo acceso este medio, haría todo lo que estuviera en sus manos para frenar el maremoto informativo.
Una determinación, la de no hablar de nada, entendible, pero, sobre todo, un hecho fehaciente de que el que no quiere no sale en la foto. Una muestra de que quien busca el silencio, el respeto, lo puede conseguir. Un ejemplo, el de Gema López, de que estar en Sálvame no es sinónimo de verse obligado a tratar tu vida privada y abrirte en canal ante los espectadores. "A veces, Sálvame te maneja a ti y no tú a él", llegó a decir una vez Rosa Benito.
Pues con Gema, no. Ella ha puesto sus límites y la cúpula los ha respetado. Está claro que no es lo mismo desnudar que desnudarte. Hay 'tratos de favor' que merecen la pena por el bien de terceros. Gema optó por el silencio y Gustavo por desfilar su amor por los platós de televisión con María Lapiedra (33). Dos divorcios, dos formas de vivirlos complemente opuestas. ¿Romperá en algún momento el silencio Gema López? ¿Veremos una entrevista de ella en breve?
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La ruptura de Gustavo, radiada hasta la última consecuencia
Corría mediados de diciembre cuando la revista Qué me dices desvelaba lo que para muchos era un gran secreto a voces; el fotógrafo Gustavo González se separaba de su mujer tras 30 años de matrimonio. Él, que era uno de los pocos de Sálvame que mantenía a raya su vida privada, esa misma tarde se derrumbó sin posibilidad de retorno ante Jorge Javier y Gema. "Lo hago por honestidad. Me sentía un obstáculo para su felicidad. La vida no es para soportar, para vivir con inercia. Hay que vivir con ilusión, con pasión, y eso yo lo había perdido hace tiempo. No me arrepiento de la decisión que he tomado", aseguró entre lágrimas y balbuceos.
Aquella tarde de confesión y tristeza se tradujo en la peor de las 'condenas' para Gustavo cuando, dos en una, reconoció su historia de amor con María Lapiedra. Entonces se produjo toda una lluvia de informaciones alimentada con los testimonios de Lapiedra y su marido Mark Hamilton. Plató por aquí, entrevista por allá, el triángulo amoroso aún continúa desgranando su historia por los diferentes programas de Mediaset. La única de la partes que no ha hablado (de momento) es la mujer de Gustavo. Él, mientras, ha asumido su papel de personaje en detrimento del de fotógrafo.
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