Lucía Etxebarría (51 años) no está pasando por su mejor momento económico. Ni siquiera llega a cobrar 1000 euros al mes. Su pasión, la escritura, no da para grandes dispendios y su hija necesita comer. Por eso ha accedido a volver a participación en televisión, en concreto en el programa de Cuatro, Ven a cenar conmigo. Rodeada de figuras tan dispares como excéntricas, tales como Ana Obregón (62), Rappel (72) o Víctor Janeiro (38), Etxebarría abrió la puertas de su casa. Y en qué hora; se arrepiente, así lo ha dejado patente en su blog personal.
"Hice el ridículo más espantoso", comienza lamentándose la escritora de Por qué el amor duele tanto. Ella, que ya salió bastante escaldada de su participación en el programa de Telecinco Campamento de verano -la cadena tuvo que pagarle 50.000 euros por intromisión en la intimidad-, se ha visto obligada a hacer espectáculo, ese que tan poco la identifica y del que se abochorna: "Qué por qué lo hice, me preguntan. Por dinero. A ver si os enteráis de una vez que trabajar en medios está infra pagado, y que si eres autónomo tienes que pagar la cuota de autónomos cada mes. De mis colaboraciones en medios a mí no me quedan limpios ni 800 euros al mes. Y recordad que en agosto no trabajo. De ahí que haga cursos, por ejemplo. O que acceda a hacer estas cosas".
Más claro, imposible; sale en televisión por pura necesidad: "Sí, podría meterme a prostituta, pero ni estoy lo suficientemente buena ni creo que se me diera bien; me iba a gastar todo lo que cobrase en psiquiatra. A los que no os parece digno, os respondo que a mí me parece dignísimo mantener a mi hija yo solita, y que yo no tengo ninguna cuenta en las islas Caimán ni me han pillado en ningún episodio de corrupción. Ni tampoco he recibido una subvención en los días de mi vida.". Lucía siempre se ha caracterizado por hablar desde la verdad más descarnada y así se muestra en la misiva.
Lo que peor llevó de esa grabación fue mostrar su casa, su intimidad y ver las críticas despiadadas en las redes sociales: "En fin, ¿que por qué hice el ridículo? Primero porque para mí resulta imposible cocinar con una cámara pegada a la cara y con una persona dándote instrucciones a todas horas. 'Vuelve a repetir esto, que no ha quedado bien', 'pon la sal en otro sitio, que no la coge el tiro de cámara'. Me puse de los mismos nervios, me enfadé con el productor -Lo siento, Gabriel, lo siento, sabes que te aprecio-, y acabé tirándolo todo y haciendo un estropicio infame".
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Para colmo de males, en el programa de Cuatro comparte mantel y confidencias con una persona en concreto que jamás elegiría por voluntad propia: Víctor Janeiro. Ella, tan antitaurina, junto al abanderado de los toros. "Después, me encuentro con que viene a cenar a casa un torero. De eso nadie me había avisado, por supuesto. Los que me leéis ya sabéis que soy antitaurina de toda la vida. ¿Qué podía hacer? ¿Decir que me iba? No, tenía un contrato. ¿Montar el pollo? No, porque me estaban grabando y no me grababan en directo, de forma que eso se podía editar a posteriori y dejarme como si estuviera loca. Por supuesto que la productora Warner había hecho esto porque todo reality que se precie ha de tener conflicto, pero a mí no me apetecía ser la que lo creara. Hablé con Víctor Janeiro que resultó ser un tipo muy sensato y llegamos a una entente cordiale, Ninguno de los dos se sobraría con el otro, y el tema de los toros quedaría fuera de la mesa, literalmente. Aun así, había mucha tensión".
Además de los factores humanos, estaba el cansancio. "Las jornadas de rodaje eran larguísimas. Lo que veis en un reality no es lo que se graba. Ha pasado por mesa de edición. Hay tiempos muertos interminables. El caso es que a diferencia de los otros tres yo no tengo servicio en mi casa", termina su escrito Lucía con una suerte de pulla.
Etxebarría, ¿tan mal económicamente?
Pese a que ella asegura que su economía no es muy boyante, las cuentas de su empresa Perravida S.L. dicen lo contrario. En 2003, Lucía constituyó esta compañía para la "prestación de servicios relacionados con cualquier medio de comunicación impreso y/o audiovisual" con un capital inicial ni más ni menos que de 300.000 euros, una cantidad considerable teniendo en cuenta que el mínimo exigido por ley era de 3.000 euros.
Con el tiempo. Etxebarría siguió ampliando el capital de la sociedad, acumulando en 2015 (último año en el que hay un balance en el Registro Mercantil) un activo total de 2,2 millones y obteniendo un beneficio ese mismo año de 35.000 euros.
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