Amaia Romero (19 años) y Sofía Suescun (21) son los dos rostros de un mismo espectáculo: el televisivo. La pequeña pantalla les ha catapultado directas a la fama, retratadas en el papel couché, ambas se han convertido en embajadoras de su tierra aunque en momentos -y ámbitos- muy diferentes.
Sofía se iniciaba en el mundo de la farándula en la decimosexta edición de Gran Hermano en la que se alzó como ganadora. Aprovechó el impulso mediático y empezó el recorrido por los platós de Telecinco, pasó por Sálvame, buscó el amor en Mujeres y Hombres y Viceversa y ahora disfruta de la isla en Supervivientes.
Amaia empezó su andadura televisiva mucho antes, con tan sólo 12 años participó en un concurso de música en Antena 3. Aquello fue el aperitivo de lo que ha pasado seis años después al convertirse en el emblema de la última edición de Operación Triunfo.
Las dos jóvenes son dos caras opuestas de una misma realidad. El éxito de la más pequeña nunca lo ha vivido Sofía que nunca ha visto a su ciudad mover masas para aclamarla. Amaia cautivó a sus vecinos forales que se han movilizado en cada aparición de su paisana en la ciudad, lo hizo cuando el Ayuntamiento organizó una recepción oficial para recibir a su embajadora actual más especial.
La instituciones se movilizaron para dar la bienvenida a Amaia. Sin embargo, la ciudad cerró filas cuando Sofía hizo su aparición en el reality más aclamado de Telecinco. Tan sólo se organizó una concentración por ella cuando era finalista de Gran Hermano para pedir que ganara el reality. Aquel movimiento lo organizó el propio programa y las personas que fueron a apoyar a la pamplonesa no alcanzaron las dimensiones de la acogida que tuvo Amaia hace unos meses en su acto oficial.
El movimiento de Amaia de 'OT' llegó a enfrentar a los partidos políticos de Navarra. El grupo municipal de UPN (Unión del Pueblo Navarro) hizo una petición oficial para que la joven fuese la encargada de tirar el chupinazo en las fiestas de San Fermín. Amaia causó un debate político sin quererlo.
La ciudad se ha volcado con el trabajo de la joven candidata a Eurovisión. Parece que la capital foral se siente orgullosa de la imagen que exporta Amaia de su localidad y no tanto de la representación de la ganadora de Gran Hermano.
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