Sandra Fernández de Villavicencio (30 años), la hija del marqués de Larios José Carlos Fernández de Villavicencio y Eleta, siente mucha impotencia y dolor ante el 'jaque mate' definitivo de su padre. Después de muchos meses batallando en los juzgados con la inamovible determinación de desalojar a su hija y su nieto Kenzo (6) de su casa de La Moraleja -alegando ser un simple trabajador sin lugar donde vivir-, finalmente el marqués lo ha conseguido; Sandra y su pequeño se quedarán en la calle el próximo 10 de abril al filo de las once y media de la mañana. Al menos, así lo reza la orden de desahucio del Juzgado de Primera Instancia de Alcobendas, a la que ha tenido acceso JALEOS.
Sandra es fruto de la relación sentimental que mantuvo el Marqués de Larios -el marquesado es un título nobiliario español creado por la reina Isabel II y que José Carlos ostenta desde 1999- con Eva Frommer. El matrimonio se disolvió cuando la única hija que tuvo en común sumaba pocos años. Pese a que en la actualidad su padre ha rehecho su vida con otra mujer, con la que actualmente tiene dos hijos de 15 y 12 años, padre e hija están unidos por un serio contencioso: la vivienda de La Moraleja en la que Sandra y su hijo Kenzo viven -propiedad del marqués- y del que este pretende recuperar su dominio.
Sin embargo, Sandra opone resistencia, no está dispuesta a quedarse sin techo, con su hijo y en una situación precaria a nivel económico. "A mí todavía no me han dejado luchar, no me han dado la oportunidad de poder defenderme, pero seguiré luchando", sentencia. La hija del marqués fija el inicio de la animadversión que, según ella, su progenitor siente en el hecho de que sea judía. "Ese es el único problema. Me lo llevo preguntando 24 años y el problema es que soy judía", asegura cuando JALEOS se pone en contacto con ella.
El conocer el motivo no amaina el daño que, asegura, el marqués está infligiendo sobre todo en su hijo Kenzo, de 6 años: "Llora siempre que lo hablamos, no entiende cómo su abuelo, teniendo más casas, no quiere que estemos en la nuestra. No duerme por las noches y me hace muchas preguntas". Sandra ve cómo el reloj juega en su contra y el día de marras se acerca. ¿Qué tiene pensado hacer? "No lo sé, he pedido al juzgado una extensión de 2 ó 3 meses hasta que el menor termine su curso escolar, como las leyes en España dictan, que no se puede desahuciar a un menor en pleno curso escolar, poder tener esos meses para encontrar un trabajo estable y un techo", responde esperanzada.
La mayor impotencia que siente la futura marquesa de Larios es no ser escuchada: "Por supuesto, me aconsejaron que debo de demandar a mi padre, sobre todo porque tengo derecho a ser escuchada y mi hijo Kenzo tiene el derecho de un menor a ser oído y hacer un juicio con un fiscal de menores como lo dicta la ley, para que sea justo. También debo demostrar las irregularidades de su parte". Porque, según ella, las hay. No se cree, bajo ningún concepto, la ruina de José Carlos: "Su baza es hacerse el pobre, esconder su patrimonio a las autoridades, jueces y mentir".
El día 10 de abril su padre quiere utilizar, en el peor de los casos, a la policía para desahuciarla a la fuerza. La situación es insostenible y, visto el inminente final, sin posibilidad de retorno. Cuando este medio se pone en contacto con Fernández de Villavicencio, ella se muestra bélica y no duda en viajar al pasado para entender el porqué un padre "millonario" se comporta así con su hija y su nieto: "Desde hace 24 años intento tener contacto con él, mi hijo desde hace años también, le manda mensajes de voz, los escucha todos pero no los contesta. Nos ignora, como me ha ignorado desde que yo tenía 6 años y se fue de casa. Cuando le venia bien me contestaba y lo usaba en mi contra". La armonía familiar estalló cuando los padres de Sandra se divorciaron.
"Mi padre se fue de casa con su amante, la que es su actual mujer, e hizo mucho daño, no solo a mi madre, también a mí", recuerda con total nitidez. Era una niña feliz, antes de la debacle:"He sufrido mucho estos últimos años, no por quitarme la casa, sino por darme cuenta que realmente jamás he tenido un padre desde hace 24 años. Repito, no económicamente, sino físicamente. Darme cuenta de que no soy nadie para él, ni siquiera cuando le preguntan por sus hijos. Dice que tiene dos, no tres".
Aunque no afectivamente, ¿a nivel económico ha estado presente el marqués de Larios?, interpela este medio. "Pasaba una miserable pensión para su estatus económico. Además, algunos meses no pasaba pensión o pasaba menos de la cantidad correspondiente. Se puede imaginar que una persona que paga 10.000 euros mensuales de colegio interno privado en Inglaterra a sus dos hijos actuales tiene un poder adquisitivo muy elevado", se defiende.
En cambio, en la antípoda han estado ella y Kenzo: "Lo hemos pasado muy mal, con corte de gas, agua, teléfono y electricidad. Hemos pasado inviernos sin calefacción o agua caliente, le pedía ayuda y me la negaba siempre". En esta gélida situación, el trabajo tampoco ha sido un baluarte fijo para Sandra: "Ahora mismo estoy en paro, aunque doy clases particulares y cuido a niños. Sin embargo, eso no me da para alquilar un piso, ya que me piden meses de fianza y nómina que es mi problema ahora mismo". Eso sí, aprovecha la conversación con este medio para puntualizar que no ha sido una mujer mantenida y desocupada en estos años: "He trabajado de camarera, en eventos, cuidando niños, de profesora de francés, en la discoteca Kapital de imagen y muchos otros trabajos que me salían. He trabajado desde los 16 años".
En este tiempo Sandra ha tenido, además del apoyo y cariño de la familia de su padre -con la que continúa manteniendo contacto-, el soporte anímico de su madre, Eva Frommer: "Con mi madre siempre he tenido una muy buena relación, al igual que Kenzo adora a su abuela. Mi madre ha sido muy correcta con mi padre, jamás ha ido en contra de él, se hizo cargo de mí junto a mis abuelos maternos, fue madre y padre". ¿Cómo está viviendo ella la orden de desahucio? "Mi madre está muy dolida de ver lo que es capaz de hacer contra mí y su nieto. Ve que no ha cambiado, sigue siendo una persona fría y calculadora", apostilla. Mientras llega el día 10 de abril, en la mente de Sandra se agolpan muchos sentimientos. El más apremiante, preservar un techo para su hijo.
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