"Es imposible olvidarla, era alguien único y dio mucho por este pequeño pueblo. Siempre que venía todo eran sonrisas, amabilidad y cercanía. Era una política de pueblo", asegura Dolores, una vecina de Olula del Río (Almería), el pueblo natal del padre de Carme Chacón. Este 9 de abril se cumple un año de su fallecimiento. Su repentina e inesperada muerte -padecía una cardiopatía congénita desde que nació- fue un golpe para todos los que la querían, su familia y el mundo de la política y la sociedad en general. 365 días en los que su entorno más íntimo poco a poco va recuperando la normalidad de sus vidas, si es que esta se puede retomar en su totalidad.
Su memoria sigue muy presente, sobre todo, en este citado pueblo andaluz, al que Carme estaba especialmente unida y al que viajaba siempre que su agenda se lo permitía. "Se sentía muy orgullosa de sus raíces andaluzas. La playa y la Semana Santa le encantaban", asegura a JALEOS una gran amiga de su padre. Su enfermedad nunca le impidió "vivir a todo trapo y comerse el mundo". Aunque la mayor parte de su infancia-adolescencia transcurrió en Esplugues de Llobregat (Barcelona), de donde es natural su madre, Esther Piqueras, Carme pasó inolvidables temporadas en el pueblo natal de su padre.
Era una apasionada de la vida, alguien enérgico que defendía con uñas y dientes todo lo que pensaba. "Recuerdo que cuando cursó quinto de primera en Olula ya tenía unos ideales muy férreos", cuenta una de sus compañeras de colegio. Chacón solo fue al colegio en Olula aquel quinto de primaria, cuando era una niña de 10 años. Fue una catalana de pro pero muy andaluza, una mezcla que siempre ha sabido conjugar y que ha llevado con orgullo. "Como no podía ser de otro modo, en estos días se está pensando un homenaje para ella. Todavía no hay nada cerrado, pero claro que se le va a rendir uno. Ella dio mucho por este pueblo. Le gustaba estar aquí y en San Juan de los Terreros, donde la familia tiene una casa. Fue muy familiar y eso se lo inculcaba a su hijo", asegura a este medio Antonio Lucas, amigo y exalcalde del municipio. En sus últimos años de vida, Carme acudía al pueblo para recordar el pasado y visitar a sus buenos amigos, ya que su padre se trasladó a Barcelona con anterioridad y su abuela paterna falleció. Sin embargo, el pueblo tiraba mucho y la calle Granados, más.
Carme y su hijo, un "vínculo irrompible"
De entre todas sus cualidades, la de madre destacaba por encima de todo. Su pequeño hijo, Miquelete, era la pasión de su vida, su razón de existir. "Llamaba varias veces al día para ver cómo estaba el pequeño, fue una madre ejemplar", mantiene una de sus fieles amigas almerienses. Todavía sobrevive en el recuerdo aquel mensaje que Chacón le dedicó a su hijo, vía Instagram, en el que mostraba sus ganas de atravesar el cielo -se encontraba en ese momento volando hacia España- para ver a su hijo: "Entre ellos había un vínculo irrompible, algo especial".
Como ejemplo de su frenética vida, sus últimos años los pasó impartiendo conferencias en el instituto Miami Dade College, en Estados Unidos. A caballo entre ambos países, Carme siempre sacaba tiempo para dedicarle diariamente unos minutos a su parcela personal: "Se las ingeniaba como podía, con teléfono o Skype. Era una mujer que lo mismo se cogía un avión solo para estar unas horas con los suyos".
Su corazón, su mayor 'enemigo'
Un año y medio antes de morir, Carmen Chacón explicó en una entrevista que sufría una cardiopatía congénita conocida como "como corazón al revés", que desde niña le había obligado a cuidar su salud y llevar una vida pausada. "Para mí la vida es un privilegio. Tengo una cardiopatía congénita y eso me hace pensar que todos los días son un regalo", explicó en una entrevista publicada en La Vanguardia en diciembre de 2015, "tengo 35 pulsaciones por minuto, el corazón al revés, un bloqueo auricular y ventricular completo. Desde muy niña me advirtieron que debería llevar un marcapasos y una vida muy tranquila".
Pese a esta afección, añadió, "siempre he hecho todo lo que no tocaba, jugué al baloncesto hasta los 23 años. Y debo decir que estoy aquí gracias al maravilloso sistema sanitario que tenemos; gracias al cual 26.000 mujeres son diagnosticadas de cáncer de mama al año". Ejemplos como el de Carme demuestran que las personas no se terminan de ir del todo. Como prueba, su pueblo de Almería, "su segunda casa".
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