Paz Padilla (48 años) se ha convertido en el rostro más aclamado de la televisión cuyo poder se ha acentuado con fuerza en el último año. La audiencia es fiel a ella y así lo han demostrado los nueve años que lleva al frente de Sálvame los lunes, jueves y en las sustituciones. El público la adora y todos los programas, series y publicaciones en las que aparece se convierten en éxito.
¿Cómo lo hace para ganarse el afecto de la audiencia? JALEOS ha encontrado los puntos clave que hacen que Paz resulte uno de los personajes más interesantes para los espectadores:
Porque creció en la humildad y ha trabajado duro
Los orígenes de Paz Padilla no están llenos de lujo ni comodidad económica, pero sí llenos de risas, esas que años después darían sentido a su carrera profesional. Empezó trabajando como auxiliar de clínica en el Hospital Puerta del Mar, pero un buen día un programa de humor se cruzó en su camino y enseguida se hizo un hueco en la televisión gracias a su incansable trabajo. De pequeños shows pasó a las cadenas nacionales donde su nombre se ligó al entretenimiento, y pasó de los monólogos a la interpretación, con papeles protagonistas en series.
En 2009 se embarcaba con muchas dudas en la conducción de Sálvame y pese a que ha reconocido en varias ocasiones lo mucho que le costó hacerse a los compañeros y a ese ritmo de trabajo que incluso lloraba a menudo, al final se ha hecho imprescindible en el programa.
Porque consigue empatizar por su cercanía
Todos podríamos ser Paz Padilla. Su naturalidad hace que los millones de personas que ven Sálvame a diario se identifique con ella. Cuando comete errores, nadie la critica, todo lo contrario, la gente ríe y la disculpa. No tiene la 'planta' de las presentadoras habituales de los programas del corazón y ese rasgo especial es el que ha logrado cautivar al público sumado al arte andaluz que corre por sus venas.
Porque parece que sus días tienen mil horas
Padilla no para. Además de presentar en Telecinco, Paz está inmersa en otros proyectos que llenan su agenda de forma perpetua. Cuando sale de la televisión, se mete de lleno en el teatro, y es que es una de las protagonistas de la obra Desatadas. También interpreta a la famosa Chusa en La que se avecina, un papel que empezó como secundario y ya forma parte de la comunidad de vecinos más popular de Mediaset.
Pero fuera de lo que respecta a la profesión artística, Paz es dueña de un bar llamado Los Tunantes de la Villa, que está situado en Villaviciosa de Odón y donde a menudo trabaja detrás de la barra atendiendo a los clientes. Allí celebra grandes fiestas y lleva a sus amigos, compañeros de Sálvame y a familia para divertirse, algo que le encanta hacer a todas horas. Aunque otra de las cosas que le fascina y que no perdona es la actividad física. La humorista saca tiempo de donde sea para entrenar y ponerse en forma, tal y como muestra en sus redes sociales.
Porque lleva un matrimonio moderno
Paz se casó por primera vez en 1998 con su exrepresentante, Albert Ferrer, con quien tuvo a su única hija, Anna. Se divorciaron en 2003, y años más tarde, en 2016 contrajo matrimonio civil en las playas de Zahara de los Atunes con su amor de la infancia Antonio Juan Vidal.
Sin embargo, a pesar de lo mucho que se quieren, debido a sus profesiones, ella artista y presentadora en Madrid y él funcionario de la Junta de Andalucía asentado en Cádiz, no hacen vida juntos. Les separan a diario 650 kilómetros. Pero sí que saben aprovechar las pequeñas escapadas para recuperar el tiempo perdido.
Porque es una madre e hija entregada
Anna Ferrer Padilla es una joven de 21 años que ha demostrado con creces que adora a su madre, del mismo modo que Paz ama a la suya, doña Lola, como ella la llama. No solo la presentadora sabe lo que es triunfar, su hija y su madre también acumulan fans. Anna es muy activa en redes sociales y tiene un canal de Youtube que tiene muchos seguidores; y Lola, por su parte, se hizo famosa gracias al programa de Mi casa es la tuya donde entró vía Skype para hablar con Bertín y su salero destacó por encima de todo.
Paz Padilla es muy familiar y cada vez que habla de sus seres queridos se le ilumina la cara. Con su hija tiene una relación muy especial, ya que se tratan como auténticas confidentes, son amigas, hermanas y madre e hija. Cuando Anna se fue de Erasmus a Londres, la humorista la visitaba a menudo y compartía con ella decenas de imágenes en Instagram. En esa misma red social también se ha hecho popular doña Lola porque le encanta que su hija le ponga los filtros de perritos porque le hace mucha gracia verse. Esa es la familia Padilla, las reinas de las risas y el buen ambiente, por eso se ganan al público.
Porque se ríe de ella misma
La hemos oído mil veces hacer bromas sobre su aspecto y reírse a carcajadas cuando algo le sale mal. Se permite el lujo de bromear sobre otros porque ella es la primera que cuenta chistes sobre sí misma. Su carácter fresco y su falta de descaro, la convierten en alguien fácil de criticar para algunos e igualmente fácil de amar para otros.
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