Este martes 17 de abril ha sido el día en que finalmente Sandra Fernández de Villavicencio (30 años) y su hijo Kenzo, de 6 años, han tenido que abandonar su casa de La Moraleja, propiedad del padre, el marqués de Larios. Después de varios litigios entre padre e hija y de la intentona de lanzamiento de la pasada semana -en la que este se canceló por la presencia de dos pastores alemanes que no se sabía cómo sortear-, Sandra y su pequeño se han visto obligados a desalojar su casa sobre las once y media de la mañana y JALEOS ha sido testigo de todo el proceso desde dentro. Este medio se ha desplazado al domicilio minutos antes del desahucio, invitado, en exclusiva, por la propia Sandra a traspasar el umbral de su, hasta ahora, hogar.
En todo momento bajo el cuidado y el apoyo afectivo de su madre, Eva Frommer -que ha viajado a España para estar junto a su hija y nieto en estos momentos tan aciagos y que se divorció hace muchos años del marqués-Sandra tiraba de entereza desde que la cámara de EL ESPAÑOL ha entrado en la vivienda. "Ahora está fuerte, pero se derrumbará. Mi hija no se merece este escarnio", apostillaba su madre entre lágrimas. "Han acordonado la calle y está repleta de agentes de seguridad, de policía nacional y de la secreta. Ni que yo fuera una terrorista. Lo más sorprendente es que no ha venido el Fiscal del Menor ni la jueza, cuando tendrían que haberlo hecho. No se ha hecho nada legal", aseguraba Sandra minutos antes de que el reloj marcara las diez, visiblemente nerviosa y sin parar de atender su teléfono.
Era una mañana muy complicada para ella y el pequeño Kenzo, quien ha vivido este episodio dibujando, jugando con los perros y pintando las paredes. De hecho, todas las estancias de la casa se encuentran pintarrajeadas por las manos del menor: "Es su manera de distraerse y relajarse. Han sido unos días muy duros y, aunque tiene seis años, se da cuenta de todo". Mientras ella iba y venía, inquieta, y respondía las dudas de este medio, su hijo se divertía y, de vez en cuando, preguntaba a su madre: "Mamá, ¿cuándo van a entrar los polis? Cuando entren, los perros les van a morder el culo".
Este medio ha podido conocer todas las estancias de la casa, que estaba descuidada en algunas zonas, desprovista de todo mueble o acondicionamiento y bien cerrada desde dentro. A cal y canto; ventanas y puertas con acceso al jardín y la piscina: "No se lo voy a poner fácil, las ventanas tienen contraventa y la puerta principal es muy buena". La hija del marqués tenía claro que ella no iba a facilitar las cosas. "Si quieren entrar que tiren la puerta a la fuerza", aseguraba agarrando fuertemente la mano de su hijo y reclamando sin parar a uno de sus perros para que estuviera a su lado, protegiéndola. Tras abrir la verja de entrada, los agentes rodearon la casa buscando posibles entradas. "No os escucho"; "no pienso abrir la puerta"; "que venga el marqués y dé la cara como dueño que es", eran algunas de las frases que Sandra gritaba a los agentes, quienes intentaban hablar con ella desde el otro lado de la puerta y las ventanas.
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"Danos al niño para que no viva esto", decía un agente
Tras unos minutos de tensión en los que Sandra y su hijo se colocaban enfrente de la puerta de entrada, esta era derribada gracias a la ayuda de un taladro entre fuertes ladridos de uno de los perros. Acto seguido, la policía ya pudo entrar en la casa y intentó desalojarlos pacíficamente. "Señora, ponga las cosas fáciles y denos al niño para que no viva esto", le conminaban. Entre llantos, gritos y quejas de Sandra -refiriéndose a la impunidad de la que, según ella, goza su padre-, esta ha dejado claro que no abandonaba su casa sin que sus muchos animales quedaron a buen recaudo. "Tengo gallinas, una tortuga, un conejo, tres perros, un gato. Yo no me voy a ir de aquí sin ellos", aseguraba minutos antes a este medio. Sin embargo, esto no ha sido un escollo, ya que los agentes se han llevado a los diferentes animales "tanto a una perrera como a una granja".
Después de unos tensos minutos en los que este medio ha tenido que abandonar la casa mientras un responsable de la perrera de La Moraleja atendía la logística de cómo desplazar a todos los animales, Sandra y el pequeño kenzo abandonaban la casa gracias a la ayuda de Eva Frommer. Antes de montarse en el coche, Sandra, entre lágrimas, ha atendido a los medios: "He pedido cinco días para poder recoger mis pertenencias que las tengo en un cobertizo y la abogada de mi padre lo ha denegado. No puedo coger lo que me pertenece y no sé dónde ir y vivir. Mi padre se ha portado como un cabrón, ojalá que saquen sus cuentas en Panamá y todas sus empresas, que va de pobre y es millonario".
Ni ella ni su madre entienden cómo el marqués puede llegar a desahuciar de ese modo a su propia familia. Eso sí, Sandra tiene claro que va a plantar cara y a luchar por lo que es suyo. De momento, sus cosas que están en el cobertizo: "No voy a parar. Es muy duro todo esto, aparte de ilegal. Con un menor en la casa este desahucio no es legal, ya que no se han preocupado de que está en periodo escolar y que no tiene techo adonde ir".
"Me debes 2.000 euros, Sandra"
A punto de despedirse de los medios, una pregunta de una reportera la ha paralizado. "¿Es verdad que usted debe dinero a personas que han trabajado en su casa?". Ella se ha escudado en que todas las reformas que ha hecho las debe pagar su padre como propietario y que ella no debe nada a nadie. Sin embargo, en ese momento un hombre ha intervenido en la conversación: "A mí y a mi socio sí nos debes dinero, Sandra. Nos debes 2.000 euros de mi labor como marmolista. Tengo audios tuyos en los que encargabas trabajos hasta hace nada. Si no tienes dinero, ¿para qué encargas nada?". Sandra no ha reconocido semejante acusación y se ha montado en el coche.
Más tarde, este medio ha conocido por el marmolista que "hasta hace unos meses" Sandra tenía servicio doméstico en casa. En concreto, dos doncellas: "Yo he hablado con una de sus asistentas y me dice que tampoco le ha pagado". ¿Qué hay de cierto en todo esto? Lo que ya es un hecho es que Sandra Fernández de Villavicencio ya no vive en La Moraleja.
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