No se encuentra Diego Matamoros (32 años) en su mejor momento personal ni familiar. En su contra, Kiko (61), su padre, y Laura M. Flores (25), su hermana. Especialmente desde que el pasado sábado concediese una descarnada entrevista en televisión polígrafo mediante- y dejase al descubierto aspectos íntimos de la vida de su progenitor que éste ha considerado "una violación de la intimidad" y un menoscabo en sus derechos fundamentales.
Así lo afirmó en su sección de cada miércoles dentro del programa Sálvame. "Mi hijo Diego es un monstruo, no está bien de la cabeza. No sé si ha tenido algún sentimiento hacía mi de tipo positivo en su vida pero ahora cuando veo todo esto me extraña. Voy a ponerle una querella y voy a pedir pena de cárcel y que no vuelva a hablar de mi en televisión".
Lejos de sentir preocupación por esta advertencia, Diego continúa con su nueva vida familiar enfocado únicamente en su mujer, Estela Grande (23). El pasado jueves, la pareja acudía a la inauguración de una nueva perfumería en la calle Lagasca de Madrid. Muy cerca de allí, y en absoluto silencio ante la presencia de los medios, el matrimonio optaba por cenar en Lux, uno de los últimos restaurantes del grupo La Máquina; de los más exclusivos y exquisitos de la capital.
Si bien en un principio el equipo del restaurante tenía previsto ubicarlos en el interior, la concurrencia de clientes hizo que Diego y Estela tuvieran que aceptar la mesa que daba a la calle Jorge Juan. Tras disfrutar de unos entrantes, el salmorejo y las albóndigas acompañadas de un vino blanco, la pareja solicitaba el traslado a un espacio más íntimo por la presencia de los paparazzi.
La actitud de los recién casados era de constante complicidad, sonrisas y algún que otro beso, todo un regalo para los gráficos que deseaban captar la feliz imagen de los Matamoros-Grande. Tras tomar las primeras copas en compañía de una conocida que se unió a la charla de la pareja, se trasladaron a su discoteca de confianza: Kapital.
Diego Matamoros y Estela Grande contrajeron matrimonio el pasado 13 de julio. Su boda supuso un punto de inflexión en su relación con su padre. La imagen de Matamoros saludando a su exmujer y la afirmación por parte de Diego de que su progenitor había cobrado 16.000 euros por esa situación inmortalizada, ha terminado derivando en una guerra mediática cuyo final, según afirma el defensor del espectador, terminará en los tribunales y con la petición de cárcel para su único hijo varón.
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