Queda muy poco para que las cocinas de MasterChef Celebrity echen el cierre y este domingo se ha celebrado la semifinal más trepidante de toda su historia. Trepidante y lacrimógena. Como el tinglado está tocando a su fin, se ha querido tirar de lágrima fácil y han desplegado toda la artillería pesada con cartas familiares y visitas inesperadas y emotivas. Ahí, bien de sensacionalismo. Vamos, que aquello por momentos parecía el programa Hay una cosa que te quiero decir más que un espacio de cocina.
La cosa ha comenzado con los cinco concursantes leyendo unas palabras en forma de carta de sus seres queridos antes de la primera prueba. Que si Paz Vega (42) de su hijo; que si Mario Vaquerizo (44) de su suegra América; que si Boris Izaguirre (52) de su padre. Todos llorando, riendo, diciéndoles lo mucho que los quieren... Todos, menos Antonia Dell'Atte (58). ¡Con la iglesia hemos topao! La tía es la Dama de Hierro en el estricto sentido de la palabra; parece que todo se la resbala bastante, hace y siente lo que le da la gana y pisa con saña a quien le apetece. Su soberbia no conoce límites. Mientras los demás se derrumban, ella ríe cual maléfica y, en vez de agradecer el halago, lo da por hecho -"Soy una buena madre"; "Soy la mejor capitana"; "Conmigo todo funciona mejor", Antonia dixit- con una soberbia pasmosa que ha sacado de quicio a la audiencia y a sus compañeros. ¿Humildad? ¿Eso qué es?
Ella ha leído unas emocionantes palabras de su hijo Clemente en las que el joven le hacía ver lo buena madre y concursante que estaba siendo. Claro, la italiana, lejos de emocionarse, ha aprovechado el momento para darse golpes de pecho que han quedado fuera de lugar, y para fusilar al padre de su hijo: "Mi hijo ha crecido solo, yo he sido el padre y la madre, porque el padre nunca ha estado presente y yo le he enseñado que hay que querer, pero también que perdonar". ¿En serio era necesario destacar eso en ese momento? ¿En serio era necesario volver a dejar a Alessandro Lequio (58) como un mal padre? Ella activa la apisonadora y ancha es Castilla.
Renglón aparte se merece la misiva que ha recibido Boris de su padre, escrita desde Venezuela. Sus palabras han hecho de bálsamo para el escritor, que se ha derrumbado: "Me escribe desde Venezuela, es un hombre muy valiente sobreviviendo en un país tan conflictivo. Es un gran padre y muy generoso". En definitiva, unas bellas cartas de familiares que les ha ayudado a los aspirantes a chef a enfrentarse a su primera prueba: ni más ni menos que cocinar rabo de toro, el plato de más éxito de todas las ediciones de MasterChef Celebrity. Un plato con bastante cachondeo y dobles sentidos.
Y es que, la bromita manida ha durado toda la prueba: "¿Has probado alguna vez un rabo?"; "Ojalá probaras mi rabo, está muy rico"; "Nunca he probado un rabo, pero no descarto hacerlo". En fin, todo muy ingenioso como podrán comprobar. El caso es que se han puesto todos tan pesados con el temita que las redes sociales han ardido en críticas furibundas contra la simpleza de la cuestión: "¿Es que no vamos a superar el tema del rabo en toda la noche?". Tonterías de zánganos de instituto aparte, la primera prueba consistía en hacer un guiso de rabo de toro, pero en cinco elaboraciones y emplatados diferentes. Lo exigente de la prueba -aunque esto al principio los concursantes no lo sabían- es que esos rabos (de toro) los iban a probar sus familiares y amigos en persona.
Con una particularidad: los platos no llevaban nombre, tan solo un color, para evitar los favoritismos. Que para eso estamos en España, que no se diga. El salón se ha llenado de caras conocidas: el marido y los hijos de Paz Vega; Alaska (55) y unos amigos de Mario; el novio y los padres de Ona Carbonell; el marido, el padre y el hermano de Boris; y la hermana de Antonia Dell'Atte, acompañada de una Lucía Bosé (87) que se ha convertido en la protagonista de las redes por su aspecto. Ah, ¿que qué pintaba allí Bosé? Pues resulta que, como italiana, es amiga de Dell'Atte. Sí, Antonia tiene amigas, aunque parezca mentira.
Hasta en ese momento de reencontrarse con los suyos, a la tía no se le ha escapado ni una miserable lágrima. Lo que yo os diga: por dentro está hecha de hormigón. ¡Habrase visto! Eso sí, las cosas como son, la ex de Lequio cocina muy bien, porque casi todas las mesas han escogido su color y, por tanto, su rabo. "Si es que, a mí los rabos se me han dado siempre muy bien", ha soltado la mamma, tan fina ella. Lógicamente, se ha convertido en la ganadora de la primera prueba.
Dell'Atte, la capitana perfecta y Boris, el desquiciado
La prueba de exteriores de esta semana ha tenido lugar en Ronda y en un escenario muy especial: en el emblemático tren Al Andalus, uno de los más elegantes y prestigiosos. Los concursantes han tenido que cocinar -por primera vez en la historia del programa- sobre raíles en una locomotora en marcha. Los que superaran esta prueba, se convertirían en finalistas directamente. Como es natural dadas las características del tren, se debía cocinar para 30 distinguidos cocineros de Andalucía. Los platos -gazpacho, risotto, tartar y flan- debían estar de diez y la capitana oficial ha sido... ¡¡Antonia!! De hecho, ¡se ha votado a sí misma para capitanear! ¿Alguien lo entiende?
A lo que vamos: a mí no me ha gustado nada de nada cómo ha capitaneado la italiana. Pese a que al final Pepe Rodríguez (50) la ha felicitado por su buen hacer -es verdad que todos los platos han salido a su tiempo-, lo cierto es que ella en sí es una locura y el despropósito hecho carne. Todo son gritos histéricos, palabras mal sonantes y chapurreos medio en español, medio en italiano. Solo ella se entiende a sí misma y en un momento dado ha intimidado hasta al chef al que debían imitar, una eminencia en Andalucía. "Vete de la cocina y déjame tranquila", ha espetado. Lo que antes podía hacerme gracia, ahora me indigna; Antonia no tiene ninguna educación y, sinceramente, alguien debería pararle los pies.
Por no hablar de que como capitana no les ha hecho ningún caso a sus compañeros; Boris iba por la cocina del tren como pollo sin cabeza, Ona ha sacado el postre sin ayuda de nadie -de hecho, ha hecho una réplica tan perfecta del flan que se ha convertido en la primera finalista de esta edición- y la pobre Paz solo ha recibido los gritos de Antonia cuando las cosas iban mal. Al final de todo, cuando el jurado le ha hecho ver que ha pasado olímpicamente de Ona y que eso no debía ser, Dell'Atte ha replicado: "Yo la dejé sola porque ella quería estar sola" ¿Perdona? ¡Eso es mentira! Menos mal que se ha hecho justicia y la italiana ha ido de cabeza a la prueba de eliminación.
El que ha sacado su peor versión en la prueba final ha sido Boris. Juro que me ha dado bastante miedito ver al venezolano -de normal tan cándido, naíf y bonachón- descubrir la mala bestia que lleva dentro. Todo ha comenzado cuando ha tenido que batirse en duelo con Mario, Antonia y Paz. ¡Este domingo el pobre ha cocinado de seguido más que en toda su vida! El caso es que tenía que pesar los ingredientes en una especie de báscula que lo ha toreado de lo lindo, algo que lo ha sacado de quicio. Golpeando el aparato, gritando y levantando los brazos, Izaguirre ha entrado en cólera: "Se acabó, abandono, lo dejo esto. ¡No puede ser! Esta máquina no me hace caso, joder. No puedo más, lo siento".
Todos sus compañeros, como medio mundo, se han quedado mudos. Luego, Boris se ha justificado: "Cuando me agobio saco mi peor carácter". Sea como fuere, ha sido su peor prueba de eliminación; estaba desorientado, no se acordaba de la receta y cada dos por tres les preguntaba a sus compañeros cómo seguir. Ante esto, se ha convertido en el expulsado de esta semana. Ay, siempre se van los mejores, y lo digo de verdad. Mientras tanto, Antonia sigue en las cocinas con su insoportable soberbia a cuestas. ¿Nadie tiene pensado darle un toque de atención?
Finalistas: Ona Carbonell y Antonia Dell'Atte
Expulsado: Boris Izaguirre
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