Estoy escribiendo estas líneas con los ojos llorosos y con esa adrenalina que solo entendemos los que vivimos la televisión en su esencia más castiza. Sí, estoy hasta nervioso por lo que se ha vivido este martes en Gran Hermano DÚO Límite 48 horas. Se puede decir así, a bocajarro y sin paños calientes, que se ha hecho HISTORIA en la televisión del corazón y del reality show. Creía que nunca podría decir esto, pero, por primera vez desde que Mediaset se lanzó al mundo de la telerrealidad, este martes se ha dado ejemplo. Vamos que, sin tirar de sentimentalismos, me siento orgulloso de Telecinco y, muy especialmente, de Kiko Rivera (34 años). Ahí es nada.
Sí, Kiko Rivera me ha hecho llorar este martes con su confesión más desgarradora e insólita. Y es que, ha hecho enmudecer a media España, a millones de personas que se han quedado entre el shock y el infarto a eso de las doce y pico de la madrugada: Kiko ha confesado su adicción a las drogas en el pasado. Por primera vez, el DJ se ha abierto en canal con los espectadores, en compañía de su mujer Irene Rosales (28), y ha narrado su calvario por el mundo de los excesos. Ha sido durante el desarrollo de la sección La curva de la vida -en la que el famoso dibuja en una pizarra su vida en curvas ascendentes y descendentes- cuando Kiko se ha descargado en su relato más valiente. Ojito, destaquemos su generosidad: podría haberse sacado una pasta gansa con estas declaraciones en otro medio.
Juro que por unos minutos me he olvidado de que Kiko estaba en un plató de televisión; me he zambullido en su historia de tal modo que he perdido la noción del espacio y el tiempo. "Nunca lo he contado, pero tuve adicción a las drogas por unas juntas muy malas. Creía que mis bajones los iba a solucionar en ese mundo y tengo que decir que se puede salir. Eso es malo y solo trae problemas", se ha vaciado el cantante. Ante el estupor de su mujer, de Jorge Javier Vázquez (48) y de los espectadores, Kiko ha proseguido su catarsis: "Lo he superado con médicos, con psicólogos. Ha sido una lucha de año y medio. Y, gracias a mi mujer, se quedó atrás, ella se puso firme y me enderezó".
Con lágrimas en los ojos -él, España y el que escribe- y visiblemente nervioso, parecía que el cantante iba recuperando ligereza conforme expulsaba ese lastre que, parece, tanto le pesaba: "Hace un año y medio que soy una persona limpia, me costó lo más grande, pero lo conseguí. Sigo con mi tratamiento y con mis pruebas". Y ha sido en ese momento en el que todo hacía indicar que ahí se iba a quedar el relato, cuando Kiko, antes incluso de ser repreguntado, ha rebatido: "¿Puedo decir a qué estaba enganchado, ¿no?". Como es lógico, Jorge Javier ha tardado décimas de segundo en abrirle el campo. "Estuve enganchado a la cocaína, al hachís y a la marihuana. Estas dos últimas eran todos los días; la cocaína, no".
Lejos de amilanarse o andarse con circunloquios, Kiko ha purgado del todo: "Por esta razón, en el trabajo no lo daba todo, para mí era pegarme una fiesta. Cuando decidí que iba a cambiar, imagínate las primeras semanas; sudores fríos, mal humor y 50 kilos perdidos en ocho meses". En todo momento, el hijo de Isabel Pantoja (62) solo ha tenido palabras de agradecimiento para su madre y su mujer Irene, la cual, desesperada, confiesa que tuvo que intervenir y hablar con la Pantoja de esta delicada situación que, afortunadamente, ha quedado en el pasado.
En fin, más allá del impacto por lo inesperado, lo cierto es que Kiko ha descrito una curva de la vida de lo más interesante: juventud fastidiada por la prensa, la trágica muerte de Paquirri de la cual se enteró por la televisión y, sobre todo, el ingreso en prisión de su madre: "Mi madre no me dijo nada la noche de antes, me mandó a dormir después de una cena en la que todo eran risas. Entiendo que se estaba despidiendo. Para mí, fue muy duro ir a verla a la cárcel". Sinceramente, puede gustar más o menos Kiko Rivera, pero hay que reconocerle su inmensa generosidad y, sobre todo, el calado que sus palabras pueda tener en la sociedad. Ahí quedan.
La enfermedad de la madre de Yurena y la brujería satánica de María Jesús
Hay programas de Gran Hermano en los que, lo confieso, me aburro soberanamente. Sin embargo, este martes ha sido el más trepidante de toda su historia. Aparte de la dura confesión de Kiko Rivera, han pasado otras grandes cosas en la casa. Por un lado, la tristeza de Yurena, la cual echa mucho de menos a su madre, aquejada de la enfermedad del olvido. Y esta situación no ha encontrado solaz después de un aterrador sueño que ha padecido la cantante: "He soñado que un ataúd de un familiar mío se metía en un armario y nadie se lo quería llevar, ¿qué significará eso?".
En esas, sus compañeros le han dicho que tiene que leer entre líneas, que los sueños algo quieren decirnos. Sin embargo, la más malvada en su predicción ha sido María Jesús Ruiz (35), que le ha soltado sin vaselina: "Tu madre te está reprochando que no estás con ella ahora mismo". ¿Se puede ser más sibilina y mala? Me caes muy bien, María Jesús, pero eso no se hace, tía. Total, que ha dejado a la pobre Yurena hundida en su culpa. Claro que, rápidamente, se lo he perdonado todo a María Jesús cuando ha vuelto a la carga contra Julio Ruz. La modelo no soporta a su ex y ha conseguido que Carolina Sobe se ponga de su lado. Su última confesión acerca de las malas artes y entrañas de Julio ha dejado a todos de piedra: "Julio me hizo un amarre y el otro (Gil Silgado) pagó para que me lo quitaran. Me robó pelo y hasta flujos".
Esa es la razón, según María Jesús, de que ella viera en Julio a una suerte de Dios todopoderoso: "Hasta lo veía y veía a Dios, pero ahora me he dado cuenta de que Don Perfecto es alguien que deja mucho que desear". Ahora, la mujer que se desamarró a tiempo -bendito sea Gil Silgado por sacarte de esas garras malignas- ve en Julio a un mentiroso y un vago que no trabaja y que solo quiere vivir de ella. A tal desquicie ha llegado el panorama que María Jesús casi amenaza con abandonar el concurso. En esa misma línea se mantienen Antonio Tejado y Candela, los cuales entraron mal y siguen peor, reprochándose cosas y dejándose arrastrar por los celos. Como ven, una noche bastante intensita.
Salvados de la nominación: Fortu e Ylenia
Nominados: Yoli, Fede y Raquel
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