Una de las cualidades más valiosas de Boris Izaguirre (53 años) es la lealtad hacia sus amigos. Por eso, atesora todos sus secretos como oro en paño. A pesar de la verborrea que tiene, mide conscientemente sus palabras con el único fin de entretener y no herir a nadie. Un difícil equilibrio sólo apto para mentes privilegiadas.
Desde que dejó su Venezuela natal hace veintisiete años para instalarse en España, el escritor y presentador ha sabido rodearse de personas influyentes. Entre ellas, Miguel Bosé (63), al que considera casi un hermano, y a quien últimamente le están soplando vientos poco favorecedores como la demanda de su ex, Nacho Palau; la apropiación indebida de Lucía Bosé (88) de un cuadro de Picasso por la que recientemente fue absuelta o sus supuestos problemas de salud. JALEOS habló con Boris Izaguirre sobre el cantante, la situación de Venezuela y otros temas personales.
¿Sigue en contacto con Miguel Bosé?
Sí. Hablo mucho con él, estoy muy con él, es uno de mis mejores amigos y solo espero saber ser tan bueno como él lo es conmigo.
Lo debe estar pasando mal tras la separación de Nacho, la custodia de los niños…
(Suspira hondo) Miguel ha luchado tanto por ser tan cuidadoso por su intimidad que no vamos ahora a estropearlo.
Dicen que está enfermo, que tiene problemas de garganta, ¿por qué le ha cambiado tanto la voz en los últimos meses?
¡Pero si no deja de trabajar! Sigue haciendo el programa de televisión en Univisión con muchísimo éxito y sigue en forma. Yo le veo superbién.
¿A qué se debe esa obsesión que tiene con la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet?
(Sonríe). Bueno, en el fondo, lo que Miguel quiere es luchar por los derechos de la gente de mi país. Y lo hace a su manera.
A 7.000 km de distancia, ¿cómo vive lo que está sucediendo en su país?
¡Es horrible!. He de ser muy cauto porque me parece espantoso tener la vida que he conseguido. No he podido hacer nada por mejorar la vida de mi país y me apena muchísimo verme en esta situación de tener que opinar. En el libro Tiempo de tormentas está mucho mejor expresado.
¿Cree que las heridas cicatrizarán pronto?
Venezuela es un país que está lamentablemente abocado al fracaso. Todo lo que vemos es fracaso tras fracaso. No lo sé. Hay veces que uno piensa que la recuperación puede ser muy rápida y otras que sientes que está todo empantanado. No creo que se la persona más adecuada para opinar.
Pero como ciudadano con una mente tan privilegiada…
Es muy complicado. En mis tres novelas, Azul petróleo, Villa Diamante y Tiempo de tormentas he intentado explicar lo que ha terminado pasando. Lo que viví fue el cimiento de lo que ha sucedido. Lo único que puedo hacer es relatar. Hace veintisiete años que me marché de mi país y nunca he vuelto de verdad, tan sólo de visita, y no creo que tampoco vaya a volver.
Y tras el 28 de abril, ¿qué?
Estoy cada vez más volcado en el entretenimiento y no se me da bien hablar en público sobre política. Pero en los últimos años España ha mejorado bastante. Espero que en esta nueva era que se abre la prosperidad y la felicidad llegue a todos porque es algo que se necesita siempre. Pero todo es cuestión de reposar, pensar y hacer. Tiempo al tiempo.
Tras más de veinticinco años junto a su marido, Rubén Nogueira (se casaron en 2006), ¿qué le sigue aportando a su vida?
Equilibrio, discreción, honestidad, orden, reflexión… Es la persona más importante de vida junto a mi familia. De verdad, él ha sido mi único amor. Con el tiempo, me he dado cuenta que es mejor hacerle caso a él y no a mí (risas). Todavía nos seguimos entendiendo a la perfección, aunque hayamos tenido nuestras peleas. Pero, ¿y quién no las tiene?
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