No cabe duda de que este 2019 no ha sido un buen año para el matrimonio formado por Sara Carbonero (35 años) e Iker Casillas (37); al infarto que sufrió el pasado mes de mayo el futbolista se unió, tan solo dos semanas después, la noticia del tumor maligno que se le diagnosticó a la periodista. Sin duda, aciagos tiempos que ambos han librado de la mano y apoyándose mutuamente.
Por estos acontecimientos, este periodo estival tiene un especial significado para el matrimonio, que ha comenzado a disfrutar de sus días de asueto haciendo una parada en el pueblo natal de Sara, Corral de Almaguer, en Toledo. Junto a sus hijos, Lucas y Martín, el deportista y la periodista han decidido tomarse unos días de relax en este pueblo manchego, como ha podido confirmar JALEOS. Lo cierto es que ambos se decantan por este destino con asiduidad desde hace varios años, ya que allí disponen de una casa "en una de las mejores zonas del pueblo", que en 2016 sufrió una importante reforma y de la que tanto Sara como Iker "estuvieron muy pendientes".
Sara es una persona muy familiar y siempre que la pareja tiene la oportunidad se desplaza a este municipio de cerca de 6.000 habitantes. Y es que, en él continúa viviendo la madre de la periodista, Goyi Arévalo, y algunos familiares. Según se desliza a este periódico, en estos días es Iker quien más se deja ver por el pueblo, sobre todo en la piscina municipal "donde lleva a sus hijos y va acompañado por la hermana de Sara, Irene Carbonero", con la que mantiene una estrecha relación. De hecho, "ella se ha convertido en un apoyo fundamental en el bache de lucha de Sara".
Además, apunta una fuente de total solvencia que Casillas "es un tipo normal, visita los establecimientos de toda la vida, como el restaurante El Patas", al que la pareja es muy asidua. En lo que respecta a Sara, los testigos aseguran que se la ve en el parque de juegos con sus hijos y, recientemente, no dudó en celebrar Santa Marta, la patrona de los hosteleros, "una fiesta típica del pueblo en la que se hace una verbena y Sara se lo pasó muy bien y se la vio relajada y animada". Se desconoce hasta cuándo estará el matrimonio en el pueblo de Sara y cómo se organizarán el resto de verano, pero lo que es un hecho es que están siendo días de relax, desconexión y reencuentros familiares.
Mayo de 2019, el peor mes para el matrimonio
Antes de que las malas noticias se acumularan el pasado mes de mayo, lo cierto es que la pareja llevaba una vida muy feliz y tranquila en los últimos tres años y medio, lejos del ruido y de la presión de los medios de comunicación. Su llegada a Oporto supuso un bálsamo para su ajetreada vida. Su alegría se multiplicó cuando el Oporto se clasificó para cuartos de final de la Champions League el pasado mes de marzo, una noticia que hizo estallar de felicidad a la pareja, ya que se vivió como una histórica victoria para el equipo local y también para todos sus seguidores.
Sin embargo, cuando todo parecía que solo había motivos para brindar por las buenas cosas, la vida le tenía preparado al matrimonio dos importantes rasgones en la salud. No es la primera vez que la pareja tiene que hacer frente a momentos complicados en su vida. En estos casi diez años de relación, Sara ha tenido que ver cómo Iker salía de forma abrupta del club que se lo entregó todo en el ámbito laboral: el Real Madrid. La marcha del equipo de su vida llevó consigo el abandono de su país, España, momento en que Carbonero decidió solicitar una excedencia en Mediaset España para estar junto a su marido y padre de sus dos hijos.
Sara e Iker contrajeron matrimonio en secreto a finales de marzo de 2016 en el juzgado madrileño de Boadilla del Monte. Fruto de su relación con el guardameta de Móstoles, han nacido dos hijos: Martín, de 5 años y el pequeño Lucas, que va camino de los 3.
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