Mucho se ha hablado y lucubrado sobre los últimos años de vida del cantante Camilo Sesto. Se ha llegado a aseverar que estuvo privado de libertad y que lo tenían atrincherado en su propia casa sin voz ni voto. La primera persona que alumbró esta versión en diversas entrevistas fue su primera mujer y madre de su único hijo, Lourdes Ornelas. Entonces, dieron la cara por el intérprete sus hombres de confianza, Eduardo Guervós y Cristóbal Hueto. Desmintieron de plano tamañas acusaciones infundadas. Camilo no estaba manipulado ni aislado, se defendió.
Ellos, como mánager y administrador respectivamente, velaron por su bienestar hasta el último momento. Sin embargo, no compartieron techo con Sesto ni hicieron vida con él. Para tal menester, ya había alguien contratado en su casa de Torrelodones: sus guardeses y personal de servicio doméstico. Según informa a JALEOS alguien muy cercano al cantante, "desde hace dos años vive interno en la casa de Camilo un matrimonio, Fidel y Charo".
Las personas que han convivido estrechamente con Sesto, con sus luces y sus sombras, y conocen realmente cómo fueron sus últimos años de vida, así como sus secretos jamás desvelados. Se desliza, además, que Camilo fue un hombre tremendamente generoso y "no tuvo inconveniente en que en su casa hicieran vida no solo los guardeses, sino también sus tres hijos pequeños". Se convirtieron todos ellos en su familia elegida. Camilo no estaba solo. "Ellos tienen un testimonio muy valioso e importante para acallar habladurías malintencionadas", se apostilla.
En esa línea, se aclara que existirían intereses para que estas personas concedieran alguna declaración pública, pero que esta será complicado que vea la luz. A ese respecto, se señalan dos factores. Además de que -como viene siendo habitual en este tipo de contrataciones- existiría un contrato de confidencialidad insoslayable, se informa de que Fidel y Charo continúan al cuidado de la casa de Torrelodones, y viven y conviven en la actualidad con el hijo del cantante, Camilo Blanes Ornelas (37 años). Ahora, como propietario legítimo del chalé, es el nuevo jefe de este matrimonio.
Así, esta coyuntura dificultaría en grado sumo que este testimonio se produzca. "De todas formas, los guardeses conservan un buen recuerdo de Camilo y no está en su mente hablar ni mal ni bien", se puntualiza en el acto. Habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos y si, finalmente, se mantienen en que nones, y no se dejan sucumbir por la tentación mediática o económica.
Todo lo que 'dice' el testamento
Este pasado lunes 30 de septiembre quedará por siempre grabado en la memoria de todos los seres queridos del cantante. Ha sido el día en que su testamento se abría y Sesto hablaba por última vez. En ese escrito quedaba plasmado de qué manera querría él que se gestionase su patrimonio, y fue taxativo en su decisión más clave: convertir a su único hijo, Camilín, en heredero universal de todos sus bienes. En total, el joven percibirá alrededor de ocho millones de euros, entre derechos de autor, propiedades y efectivo en cuentas. Toda una apabullante cantidad que en su mano queda cómo gestionarla. Ahora, la vida de Camilín ha experimentado un gran cambio y el futuro, de momento, se le dibuja al menos sin estrecheces económicas. Sin embargo, en el escrito no había nada legado para sus hombres de confianza, Eduardo y Cristóbal. "Nosotros sabíamos que no recibiríamos nada", aclaraba hace unos días su mánager. Y así ha sido: ni un euro ni una propiedad. Los claros perdedores en el testamento.
Tan solo Cristóbal Hueto, el administrador de Camilo, ha recibido un encargo póstumo por parte de Sesto: abrir en Alcoy, su tierra natal, un museo en homenaje. Para ello, se le ha legado una serie de objetos personales y valiosos de Camilo para que avalen la impronta que ha dejado. Ahí, discos de oro y ropa emblemática figurarán entre las paredes de ese museo. Al menos Hueto cumplirá una importante misión, no tanto como Guervós, quien no aparece en el escrito testamental de ningún modo.
En su papel de segundo plano, Eduardo y Cristóbal tan solo desean una cosa: que su honor se resarza y que Lourdes Ornelas, la madre de Camilín, se retracte sobre las insidiosas declaraciones que vertió sobre ellos, acusándolos de querer 'engañar' a su hijo y quedarse con la herencia. De toda una vida de entrega solo les queda un futuro museo y, por supuesto, el recuerdo de Camilo. Ese nadie podrá arrebatárselo y no conoce de testamento.
[Más información: Eduardo y Cristóbal, los perdedores en el testamento de Camilo Sesto]