En los años noventa su nombre alcanzó su cuota de mayor popularidad cuando su cuerpo físico se materializó desde Raticulín, un planeta de coordenadas desconocidas que Carlos Jesús (74 años) aseguraba habitar. Se definía como un mesías y un sanador intergaláctico que tuvo a bien descender a lo terrenal en el programa de Alfonso Arús (58) y Javier Cárdenas (49), Al Ataque. De entre sus mayores habilidades, defendía, estaba desdoblarse en los dioses que se propusiera y su túnica lila desfiló por muchos platós de televisión, como Crónicas Marcianas.
Había nacido un personaje, una estrella, y supo sacarle rentabilidad catódica. Eso sí, se podía contar con su sapiencia siempre y cuando no le pillara cumpliendo misiones que le encomendara Jesucristo. Su nombre real es Jesús Caballero Rey y este sevillano tiene su cuartel general en Dos Hermanas, donde una placa en su portal reza Carlos Jesús. Curaciones por fe. De hecho, en la actualidad aun se dedica a orientar a las personas descarriadas desde su iluminación.
Contaba este hombre que su ciclo vital no había experimentando variación alguna, que su vida era de lo más ordinaria, hasta que un buen día, trabajando en su fábrica de SEAT en Martorell tuvo un accidente, supuestamente laboral, que todo lo cambió. En concreto, recibió una descarga eléctrica de 42 kilovatios que lo dejó inconsciente. Mientras que el común de los mortales habría sido trasladado al hospital, a Carlos Jesús le vino Dios a ver. Y no es una expresión hecha; es absolutamente literal: le dijo algo así como "vuelve que aún no es tu hora".
Ese fue su primer contacto con el más allá, un vínculo que ya nunca se debilitaría; todo lo contrario, seguiría cogiendo fuerza. Carlos Jesús volvería a recibir una descarga eléctrica, de la misma intensidad -casualidades de la vida- en la fábrica de Pegaso en Mataró. La historia se volvía a repetir. Ese trance lo vivió de una forma más directa: él mismo se vio salir de su cuerpo y elevarse. Este mesías ha contado en más de una ocasión cómo traspasaba un túnel siguiendo una luz blanca, un viaje tétrico en el que vio a todos sus familiares fallecidos. Al final, una figura espectral y fantasmagórica le encomendó que tenía que volver a su cuerpo "para cumplir una misión en la Tierra".
Y es que, se iba a producir "una evacuación mundial" cuando llegasen al mundo "13 millones de naves". Hasta el momento todo ello eran meras señales, pero un día vio materializado a Cristo. Fue delante de una churrería de su barrio. Se le apareció una figura blanca "que se descolgó desde la claraboya de yeso: era Cristo". Nunca olvidará ese día. Esto fue "en la calle Provenza, trece-quince, segundo primera. Delante de una churrería", relató en sus desfiles televisivos. Jesús le dijo que tenía que curar por fe en la Tierra hasta que llegara el fin del mundo. "También me dijo que tenía que sacar del Triángulo de las Bermudas el espíritu de una mujer y dos hombres extraterrestres", apostilló.
Y mientras todo esto pasaba, se fue haciendo de oro en Crónicas Marcianas. Para la memoria colectiva quedarán aquellos programas en los que Javier Cárdenas apenas si podía contener la risa mientras Carlos Jesús, metido en su papel, lanzaba sus profecías extraterrestres. Y mira que sabía hacer de todo; su don no conocía límites.
Ahí, sabía curar flatulencias, traer del otro lado a algún fallecido, quitar las jorobas a las personas o ayudar a los desempleados a encontrar trabajo. Aquí va su misión estrella, la que harías las delicias de cualquier informático que se precie: este prohombre podía exterminar los virus de los ordenadores. ¿Que cómo lo hacía? Con una placa que le habían instalado unos extraterrestres en su frente. Como lo leen, un artilugio invencible que procuraba unas descargas de 800.000 voltios.
Carlos Jesús es un ser de luz, un alma permeable que realizaba sus curaciones de forma astral. En otras palabras, su alma salía del cuerpo y podía desplazarse hasta "cualquier punto de España en fracciones de segundo, como meterse en el cuerpo de una persona y recorrer todo su organismo". Sin lugar a dudas, ha sido durante años, y se mantiene en la actualidad, una carta de presentación que le ha granjeado multitud de clientes y, por ende, magnos ingresos. En su currículo, y pundonor, asegura haber sanado a "millones de personas".
Entre sus viajes -en todas sus variables-, Carlos Jesús rescata algunos: "El primer viaje fue a Ganímedes, luego estuve visitando Raticulín, y luego Beta 1, Beta 2, y hasta Beta 20, la constelación Orión... y el Sol". Claro, ante tamaña declaración, la pregunta parecía obligada, ¿hacía calor en el Sol? "No, qué va, como si tuvieras una estufa cerca. En realidad, las llamas son una defensa, cuando las pasas, es como un planeta cualquiera. Allí es donde vive el Padre Eterno". Hoy, Carlos Jesús sigue en la brecha intergaláctica y en conexión divina con El Más Allá. Si ustedes quieren localizarlo, pasa consulta en Dos Hermanas. Eso sí, siempre cuando no esté en una de sus misiones.
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