María Teresa Campos (78 años) ha sido -y continúa siendo- una de las presentadoras más emblemáticas y reconocidas de la televisión española. No en vano, su rostro se ha asomado durante décadas a los hogares a través de los múltiples espacios de televisión que ha presentado. Ahí, su prolífico currículum. Eso sí, como mujer independiente y avanzada a su época, María Teresa siempre ha compaginado su profesión con la intendencia del hogar.
Ha reconocido en más de una ocasión que, antes de partir hacia el trabajo, bien temprano, se colocaba el delantal y dejaba la comida hecha, lista para los suyos. Le gusta la cocina porque le apasionaba -ahora menos- comer. Un legado que le ha transmitido al servicio de casa. Teresa es de las que sostiene que uno de los mayores lujos es comer lo que te gusta comer. Y a ella, entre otras cosas, le sale de lujo el ajoblanco. Así lo reconoce, orgullosa, en su conversación con JALEOS. Y es que, es de esos platos que, año tras año, sin fecha rimbombante ni calendario marcado, hace como un ritual. No hay un solo invitado en casa que no se lo haya pedido.
Relata María Teresa a este periódico que su ajoblanco -no siendo ni mejor ni peor que otros- cuenta con un secreto, con un toque muy suyo que ella no tiene reparo en desvelar. "Yo siempre he mantenido que menos es más y esa premisa la aplico en el plato. Mi ajoblanco es suave". Puntualiza que se trata de una elaboración "muy andaluza" y, sobre todo, muy sencilla de hacer. Algo rápido y ligero.
En un momento de la conversación, Teresa se atreve a dar el nombre del político -en estos tiempos tan convulsos y frenéticos- al que le cocinaría su ajoblanco: Pedro Sánchez (47). "A Pedro, por aquello de 'bienaventurados los mártires que de ellos será la gloria'. En este caso, mi ajoblanco. Si llega la gloria, que sea por la paciencia que hemos tenido todos". Acto seguido, procede a relatar los pasos con ese sentido pragmático de la comunicadora que entiende que el tiempo es oro y conoce la inmediatez con la que se vive. Tomen nota para triunfar esta Navidad con María Teresa como maestra. Esta vez, de su cocina.
Dato importante: estos ingredientes son para una media de cuatro personas.
1. Ingredientes
2. Elaboración
-En un bol mediano se vierten dos botellines de agua, de los pequeños. A continuación, de la barra de pan cortamos solo la parte central y desechamos los picos. Esa parte que nos quedamos, la partimos en dos y la echamos al agua, a remojo.
-Mientras tanto, en la Thermomix vamos echando lo que sigue: la cajita de almendras sin sal y peladas -solo una caja; únicamente más si hay más comensales de los esperados-, de un diente de ajo tan solo una lámina o lámina y media. Puntualiza en este punto Teresa que esa es la clave de todo, su pequeño secreto: poco ajo y más almendras.
-Ese pan que hemos dejado en remojo con anterioridad, lo escurrimos con las manos. Acto seguido, lo echamos en la Thermomix. Una vez esto, se vierte un chorreón generoso de aceite Carbonell Virgen Extra -"el mejor" para Teresa-, un poquito de sal -cuidado con ella, que luego se queda salado si nos pasamos- y se activa la máquina. Siempre en modo frío, eso sí.
-Se bate primero lentamente -para que las almendras se deshagan sin problemas ni salpicaduras- y, más tarde, a mayor revolución. Tras esto -y aquí Teresa aclara que cada maestrillo tiene su librillo, "hay quien este paso no lo hace"-, se pasa todo por el chino, esa suerte de escurridor manual, para que termine el ajoblanco ni muy espeso ni muy líquido. Para terminar, se coloca todo el contenido en un bol, se lo protege -con film transparente, por ejemplo- y se conserva en el frigorífico hasta ser consumido.
3. La historia tras su ajoblanco
Al otro lado de la línea, Teresa Campos reconoce que gran parte de los platos de su cocina de hoy los ha aprendido y enseñado de las recetas de su madre. De ella sigue habiendo mucho en Teresa. Pero, las cosas de la vida, en concreto del ajoblanco no recuerda su historia, su origen, cómo llegó a su vida: "El ajoblanco lo ha aprendido ya de mayor, pero no sé quién me lo inculcó hace tiempo". Sea como fuere, como también le pasa con el salmorejo -otro plato Michelín que le reclaman los suyos a cada poco-, el ajoblanco ha formado parte de su vida adulta y actual.
Un plato que la acompaña en los momentos más importantes y, también, en los más ordinarios, como cuando juega a las cartas con sus amigas en casa los viernes. De hecho, el plato que facilita a este periódico es de este mismo viernes, cuando recibió al cónclave de amigas con las que se bate en duelo. Por cómo habla Teresa de su receta se puede deducir que la retrotrae a momentos felices. Con un ajoblanco, y en familia, nada malo puede pasar.
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