El nombre de Javier Rigau (59 años) aterrizó en los medios de comunicación en noviembre de 2010, cuando la prensa de crónica social lo reconoció como la polémica y joven pareja de la estrella italiana Gina Lollobrigida (92). La artista y el empresario catalán se conocieron a comienzos de la década de 1980 en Mónaco y se dieron un 'sí, quiero' muy explosivo que hizo zarandear los cimientos de los medios italianos y españoles. Supuestamente, ella tenía 57 años y él, 23. A Gina, según su marido de entonces, la tildaron de "asaltacunas".
Se llegó a decir entonces que la diva había contraído matrimonio "por poderes" y, desde ese momento, Rigau comenzó a formar parte de los personajes del corazón por derecho propio. "Tengo un contrato confidencial posmatrimonial que me impide revelar la verdadera edad que yo tenía cuando la conocí. Yo era más joven, mucho más joven...", desvelaba Rigau para apostillar: "Al principio fue una relación puramente sexual. Ella solo venía a España para verme y acostarse conmigo". Pronto, y pese a todo, llegó el amor y el matrimonio se inscribió en la iglesia de Sant Vicent del barrio barcelonés de Sarriá.
Un enlace validado como matrimonio canónico ante el Arzobispado de Barcelona. Más tarde, pasado el amor, el propio Javier reconocería que el objetivo de Gina no era otro que imitar a su enemiga Sophia Loren (85). Antes de continuar hablando de aquella historia -y de todo lo que devino al casorio-, hay que puntualizar que este empresario catalán lleva una vida apartada del foco mediático y centrada en los mismos negocios de siempre: los inmobiliarios y la gestión de residencias de ancianos, como ha conocido JALEOS. Tan solo ha vuelto brevemente a la primera línea en el último tiempo con una victoria bajo el brazo: en marzo del año pasado logró que condenasen al que fuera su abogado, Javier Saavedra (70), por presunta estafa. Volvamos al pasado. Su historia de amor con Gina fue bastante conflictiva y tumultuosa desde que ambos protagonizaran aquella pletórica portada en una revista del corazón en la que anunciaban su casamiento y su fortísimo vínculo sentimental. Y es que, tres años después del enlace, la actriz denunció en los medios de comunicación que había sido "estafada" por su pareja. Comenzaba entonces la guerra mediática entre ambos.
Así explicaba la italiana el supuesto engaño: "Javier me convenció para que le firmara unos poderes. Me dijo que los necesitaba para unos actos notariales en relación con un juicio. Sin embargo, me da miedo que se aprovechara de que yo no hablo castellano, y quién sabe lo que me hizo firmar. Ahora he encontrado por internet un papel según el cual nos casamos... Él solo quiere heredar mi patrimonio". En 2015, la Justicia española archivó el caso después de que la Audiencia de Barcelona dictaminara que Javier Rigau tenía que ser sobreseído. Dicho de otro modo: no se encontraron indicios de fraude o estafa. "Todos los abogados de Gina declararon a mi favor. La Policía Nacional y los Mossos comprobaron que la firma de Gina no era fraudulenta", apostilló Rigau.
Pero en Italia todavía quedaban algunos flecos sueltos. De hecho, el año pasado la Fiscalía de Roma pidió ocho meses de cárcel para el español por supuesta estafa en su boda con la italiana. "Es solo una petición fiscal, no es una sentencia. El 28 de noviembre (de 2019), mi abogado, Michele Gentiloni, presentará sus argumentos. La petición de la fiscal va en contra de lo que dijo la Justicia española. El matrimonio se celebró en España y la Justicia española ya dictaminó que no hubo fraude".
Polémicas judiciales aparte, lo cierto es que, por entonces, Gina contaba en su cuenta bancaria con la nada desdeñable cifra de 36 millones de euros. Pero Rigau ha dejado claro en más de una ocasión que nunca le interesó la vertiente monetaria y narró la realidad de la estrella: "No me interesa su dinero. El patrimonio de Gina es muy escueto, no protagoniza una película desde hace décadas". En noviembre de 2019 fue, casi con total seguridad, la última vez que Rigau habló de aquella historia de amor.
Lo hacía para abordar la incapacitación de Gina, la cual, a los 92 años, no tendría sus facultades en orden y su entorno habría dilapidado su fortuna. Aquella historia se selló con la nulidad matrimonial que rubricó el Vaticano. Más allá de su matrimonio con Lollobrigida, Javier Rigau se hizo con un nombre propio en el mundo del papel couché a base de supuestos romances y cenas con otras personalidades, en esta ocasión de carácter patrio. Se llegó a rumorear que mantuvo un romance con María Teresa Campos (78) y con Ana García Obregón (64). Informaciones, eso sí, que nunca se confirmaron. En la actualidad, su perfil mediático es otro muy distinto: vive alejado de los medios y centrado en sus negocios.
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