Está sin dormir, sin desayunar, aún tiene el mismo maquillaje del programa Cine de barrio del día anterior y ha pedido un bocadillito para comer porque quiere atender a la prensa adecuadamente. Así son los grandes. Así es Concha Velasco (80 años). "Es que si me llego a tomar la pastilla para dormir que me ha recetado el médico me quedo inconsciente y hoy no estaría en el teatro", admite entre risas.
La actriz está en el teatro Borràs de Barcelona, donde hasta el próximo 8 de marzo representará la obra El funeral, escrita y dirigida por su hijo Manuel Velasco e interpretada por Pepe Ocio, Irene Gamell, Irene Soler y Emmanuel Medina. La chica ye-yé está frágil, en cualquier momento parece que se va a romper, camina con bastón, necesita ayuda para sentarse y levantarse de la silla y tiene que agarrarse a alguien para subir y bajar escaleras. "Hijo mío, fui a saludar a un director que vino al programa y me caí de espaldas. Mira, mira aquí en la nuca el golpe que me di. Es que me caigo con mucha facilidad", confiesa la que probablemente sea la última gran estrella que tiene nuestro país.
A los 15 años ya pululaba por Barcelona y ahora que tiene 80, imagínense todo lo que ha vivido. A pesar de estos problemas de salud, cuando sube al escenario, Concha parece inmortal. Ni siente ni padece. Se entrega al público. Y éste le arropa con sus aplausos. Y tras este clamor, una de las cosas que más disfruta es cuando va a comer a la bodega Sepúlveda sus famosos garbanzos con butifarra.
A pesar de los achaques tiene más energía que nunca...
Tengo la misma energía de siempre. Hoy estoy un poquito cansada porque ayer me hice dos Cines de barrio y no me ha dado tiempo a lavarme la cara. Así que a lo mejor me veis un poco de chorretes por los ojos.
¿De dónde saca esa vitalidad?
¡A cuántas mujeres de 80 años les gustaría tener la suerte del recibimiento que me ha hecho la prensa al llegar al teatro!. Eso me da la vida, me da fuerza y me encanta que me fotografíen. Pasan los años y aún sigo disfrutando como si tuviera 15 años. Me he levantado cada día de mi vida a las cuatro de la madrugada para estudiar. Tengo una gran memoria. Puedo ser vieja, pero no tonta. Ahora tengo la cabeza mucho mejor que antes a mis 80 años.
¿Qué impone más, que le dirija un Marsillach, un Berlanga o sangre de tu sangre?
Pues mucho más la sangre de mi sangre. Manuel es muy estricto y serio conmigo, pero muy divertido con los demás. A mí me echa muchas broncas y durante los ensayos me decía: "¿Cómo te llamo, señora Velasco o doña Concha? Y le dije: "Llámame madre". (Risas). Es una de las obras más difíciles que ha escrito.
¿Le ha dado consejos o al revés?
En lo profesional no, pero me los da en mi vida privada. Me dice que si ya tengo 80 años que me tranquilice un poco porque ya soy una señora. Pero es que soy así, no lo puedo evitar. Fíjate que ya estoy estudiando para mi nueva función, La habitación de María, que también ha escrito mi hijo y que entrenaremos en Segovia en marzo.
Su personaje en El funeral tiene que ajustar cuentas con alguien, ¿le ha pasado lo mismo a usted?
Pues mira, tenía tres hombres que aún siguen vivos a los que había hecho daño voluntariamente. En la vida, la mayoría de las veces se hace daño sin querer, yo he dejado, me han dejado... pero a esos tres hombres les he podido pedir perdón y no sabéis cómo me ha liberado hacerlo. Y ahora le estoy pidiendo perdón al pobre Paco Marsó que está en los cielos y no permito que nadie hable mal de él.
¿Y eso?
Tú le conociste. Era tan guapo, tan simpático, tan divertido... pero nos peleamos. Y yo le pido perdón porque hace ya diez años que murió y yo también le he perdonado. Le hablo y a veces Paco Marsó se me aparece en escena. Cuando algo no funciona le digo: "Pacooo". Y se me aparece. No permito que nadie hable mal de él y no quiero hacerlo porque aunque echo de menos. Si tuviera influencia con el de arriba, con el de abajo o con el del medio pediría que se me apareciera.
¿Le da miedo la muerte?
Ya no. No me da mal rollo porque ya la tengo muy cerca. Antes me daban ataques de pánico, pero ya está controlado. Ahora tratamos de que a Samuel no le den estos ataques porque a los niños no se les prepara para que entiendan que aquí estamos de paso y se lo intentamos explicar. Por cierto, tengo previsto morirme a los 82, porque es el promedio de edad de cuando murieron mis padres.
¿Es consciente de que también va a ser inmortal como su personaje?
Nadie es inmortal... ¡Ah, bueno! A través del cine sí, y mira que tengo películas para parar un tren. Esta mañana he hablado de Marsillach, de Alberto Closas, de José María Pou, de Lluís Homar, Flotats... y no he hablado para nada de Pedro Olea, que las peliculas más importantes las he hecho con él, como 'Tormento', 'Pim, pam, pum, fuego', 'Más allá del jardín' y ahora ha hecho un documental en el yo soy la protagonista absoluta.
Con tanto trabajo, ¿le da tiempo a ver a tu nieto?
No. Y eso es lo que más sufro. Samuel ya tiene 11 años, es la alegría de la casa y me encantaría verle más a menudo. Cuando vengo a Barcelona me acuerdo que nada más nacer sus padres le trajeron aquí (la actriz tenía función) para que le conociera y sus primeras fotos son en su cochecito con las palomas en la plaza de Catalunya.
¿Cree que las actrices jóvenes tienen talento?
Hombre sí. Yo estoy trabajando con la mejor de ellas, que se llama Blanca Suárez. Es maravillosa. Y luego está Manuela Velasco que tiene... (es su sobrina, pero no se acuerda de su edad). Hay mucha gente estupenda y te lo digo yo que a los 19 años ya era una estrella.
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