Este 20 de febrero de 2020 estará marcado en rojo en el calendario de la familia de Rocío Jurado. Muy en concreto, en la familia Carrasco-Flores. Sus cimientos vuelven a agitarse. 20-02-2020 es el día en que Rocío Flores (23), la hija de Rocío Carrasco (42) y Antonio David Flores (44), se enrola en la aventura de Supervivientes saltando del helicóptero -convirtiéndose en la concursante revelación de la temporada-, y también durante la mañana de este soleado jueves regresaba el pasado más aciago y delicado para Rocío Carrasco y su hija: veía la luz públicamente la sentencia del Juzgado de Menores que todo lo cambió aquel 27 de julio de 2012.
Ese día que hirió de muerte a la familia apenas despuntado el sol y la separó inexorablemente en dos núcleos duros: el de Rocío Carrasco y el resto de los miembros, incluidos los hijos de Carrasco, Rocío y David, quienes -primera ella y, años más tarde, en verano de 2016, él- viven con su padre, Antonio David Flores. Esa pelea doméstica que acabó con los hijos abandonando el hogar materno para no regresar.
Nada volvió a ser lo mismo: madre e hijos nunca más volvieron a hablar y tan solo David se encontró con su progenitora en un juicio y, según la versión de Antonio David, la madre ni saludó a su hijo. Ocho años de desafecto y dolor han pasado, pero contemos esta historia cronológicamente: desde el presente más inmediato hasta ese 2012.
En su habitual silencio mediático -tan solo roto hace unas semanas cuando presentó el musical en memoria de su madre, Qué no daría yo por ser Rocío Jurado-, Rocío Carrasco no habla ni se pronuncia, al menos públicamente, sobre la separación con sus hijos y con el resto de la familia. Ella y Fidel son un tándem, un matrimonio unido contra toda marea. En la antípoda de ese imperturbable silencio, se encuentra Antonio David, su exmarido, que tras años alejado de los medios de comunicación, volvía a la televisión en septiembre de 2019 en Gran Hermano VIP. No lo hacía solo; su hija Rocío Flores se colocaba bajo los cálidos focos de la tele para defender a su padre en plató.
En ese momento algo importante, capital, había sucedido: la joven Rocío daba un paso al frente y se dejaba arrullar por las cámaras para posicionarse férreamente del lado de su padre. Flores padre y Flores hija se 'hacían' con Mediaset, la cadena amiga en la que en el pasado Antonio David tanto trabajó. Padre e hija, el uno desde Guadalix, y la otra desde plató, volvían a remover el pasado. La inexistente relación maternofilial, la supuesta mala influencia de Fidel Albiac en la vida de Rociíto -su hija llegó a insinuar que de no haber existido Albiac en la vida de su madre todo habría sido diferente-, las implacables e incesantes demandas que interponía Carrasco a Antonio David y que, según este, lo tenían ahogado económica y físicamente.
Un rosario de acusaciones que, de nuevo, obtenían la misma respuesta: el silencio -público- de Rocío Carrasco. La madre callaba mientras todos, desde los Mohedano hasta los Ortega- alababan el buen hacer de la niña Flores. En este punto del relato, cabe recordar que más allá de aquella pelea en 2012 que distanció de por vida a una madre de sus dos hijos, han existido más capítulos dolorosos en esta familia de cuatro miembros. Rocío Carrasco y Antonio David Flores han protagonizado durante años guerras judiciales.
En diciembre de 2016, Carrasco denunciaba a Antonio David por presuntos delitos de maltrato y lesiones psicológicas. Comenzaba un lacerante proceso. La titular del juzgado de Violencia sobre La Mujer dictaba auto en el que apuntaba que existían "indicios racionales de criminalidad" contra el ex Guardia Civil. La denuncia se trasladaba más tarde a Violencia de Género. Todo se complicaba más para los progenitores mientras los hijos, se recuerda, al lado del padre. Invariablemente. Bajo su cuidado y el de la mujer de Antonio David, Olga Moreno, a la que consideran como una madre.
Carrasco seguía hablando desde donde lo ha hecho, según versión oficial, hasta la fecha: en los juzgados. Solo le cabía denunciar el menoscabo intencionado y continuado de su imagen y de su papel como madre durante tantos años en diferentes medios de comunicación. Según ella, el culpable de ese desdoro: Antonio David Flores, con el que se comunica a través de letrados desde su separación en 1999. Más daño y más dolor, más distanciamiento entre madre e hijos, entre los padres de esos niños.
El origen de su guerra sin cuartel, precisamente, se fecha en la separación. Ahí arrancan las hostilidades. La sentencia de separación otorgaba la custodia a la madre y se le fijaba a Flores una pensión alimenticia con la que nunca estuvo de acuerdo. En definitiva, una desagradable separación que no había hecho más que empezar. Vinieron años en los que Antonio David Flores desfiló por los platós de televisión y comenzó así su 'venganza'. Habló y desveló detalles inéditos de su (des)unión con la familia que desembocaron en una guerra paralela entre Antonio David y Rocío Jurado, quien defendió a pies juntillas a su hija. Los años pasaron, la brecha familiar se engrandeció cuando en 2006 murió Jurado y fue en 2012 cuando en la plácida y calurosa mañana de aquel 27 de julio, tal y como recoge la sentencia a la que ha tenido acceso Vanitatis, todo estalló por los aires tras una fortísima pelea entre madre e hija en la que, siempre según esta sentencia, Rocío Flores le "propinó varios golpes" a su madre, llegando, incluso, a tirarla al suelo, para posteriormente seguir golpeándola, dándole varias patadas.
Ese día Rocío hija se fue de casa para no volver tras declarar contra su madre en la Guardia Civil. Ese día Rocío Flores abandonó la casa materna para jamás volver y se va a vivir con su padre -en el verano de 2016, a tan solo seis meses para cumplir la mayoría de edad, se les une el pequeño David-. Ese día de julio Rocío Carrasco vio cómo su hija se iba sin mirar atrás... y hasta tal día como hoy, donde todo sigue igual y solo el pasado, a golpe de sentencia, se empeña en volver.
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