Así fueron las últimas horas de Lucía Bosé: sola, en un hospital desbordado, murió en cuidados paliativos
La actriz italiana, madre de Miguel Bosé y Paola y Lucía Dominguín, fallecía este 23 de marzo por coronavirus en un hospital de Segovia.
25 marzo, 2020 02:40Noticias relacionadas
Solo tres días. Uno, dos y tres. Ese es el tiempo que duró Lucía Bosé en el hospital tras ingresar después de presentar síntomas evidentes de coronavirus. Nada más pudieron hacer por ella. Ni sus familiares, confinados por el estado de alarma decretado hace ya más de una semana por el Gobierno, ni los médicos que la atendieron a su llegada al centro médico. A las complicaciones en el estado de salud de la italiana, que se fue deteriorando por momentos, y a su avanzada edad se le unió uno de los grandes problemas que está teniendo el sistema sanitario español: la falta de recursos y el desbordamiento de los centros.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, la actriz fue trasladada al Hospital General de Segovia desde Brieva, la pequeña localidad de apenas 50 habitantes donde la madre de Miguel Bosé (63) residió los últimos años de su vida, después de presentar fiebre y tos. Ingresó directamente en "cuidados paliativos por falta de respiradores", como comenta una persona próxima al entorno de la artista. Esta es la unidad a la que se deriva a los pacientes por los que ya nada se puede hacer, lamentablemente. El domingo por la noche fue sedada tras su empeoramiento y el lunes 23 de marzo por la mañana falleció.
Este medio se ha puesto en contacto con el centro médico quien ha confirmado de mano de su departamento de prensa la saturación que están sufriendo sus instalaciones: "Tenemos falta de espacio. Se han abierto salas como el salón de actos y el gimnasio para seguir tratando a enfermos por el coronavirus. Nos falta material también. Sobre todo EPIs (Equipo de Protección Individual tales como mascarillas y guantes). De los respiradores, de momento, no tengo ninguna constancia y no podemos dar datos de ningún paciente en concreto".
Miguel Bosé publicó hace dos días en sus redes sociales un texto de denuncia donde expresó su indignación por la crisis sanitaria provocada por el Covid-19: "El dolor y la frustración que siento viendo esto y sabiendo todo lo que hay detrás, desde el sufrimiento de las familias hasta el esfuerzo solidario de los profesionales del orden público y hospitalario, me indigna de tal manera que lo único que deseo es ver el fin de tanto pesar. El gobierno del país no da la talla, pero eso ya lo sabíamos. Aquí en México el ataque apenas está empezando. Lo peor está aún por llegar. Estoy con todos y cada uno de vosotros. Fuerza y aguante. Os quiero", escribió. Unas palabras que ahora cobran más fuerza que nunca ya que en el momento de su publicación, en su cuenta de Instagram, su madre ya se encontraba hospitalizada y recibiendo paliativos sin que el resto del mundo fuera consciente de ello.
Al drama de los enfermos por coronavirus en los hospitales se añade otro peor si cabe: su muerte en soledad. El caso de Lucía Bosé no es distinto al de los 2.696 muertos que registra España al cierre de este artículo. Murió sola y sin nadie cercano que sujetara su mano en su última expiración. Quizás sí lo hizo algún médico por humanidad. Aunque a Lucía Bosé le gustara la soledad, como había repetido tantísimas veces a lo largo de su intensa vida, seguro que este no es el final que imaginaba para ella.
Los restos mortales de Lucía Bosé serán incinerados y en su último adiós no habrá velatorio. Paradojas de la vida, así es como ella quería que fuera su despedida. "El día que me muera no dejes que me lloren, no quiero tristeza ni llanto, no quiero tanatorio, tráeme flores y repósame al sol, en este rincón de aquí... en el pequeño cementerio de Brieva, aquí al sol, que ya sabes que yo soy muy friolera", le decía la italiana a Tuana Llorente, la persona que estuvo con ella los últimos años de su vida. A lo que su fiel amiga ahora ha respondido: "Flores pondré cada día, para que no te puedas quejar, que es lo único que querías en este día y no te lo he podido dar", continúa.
Su retiro en Brieva
La actriz italiana un día decidió abandonarlo todo y a todos y se marchó a vivir a Brieva. Disfrutó de su retiro en una bonita y humilde casa azul, tan azul como el pelo que lució en sus últimos años en homenaje a su nieta Bimba, fallecida por un cáncer de mama a los 41 años. "Fue Bimba, ella me lo puso verde, amarillo, violeta y, un día, me lo tiñó de azul. Me gustó, así que me lo dejé así", explicó en su última entrevista en el programa Mi casa es la tuya de Bertín Osborne (65).
Con sus hijos lejos de ella, Miguel Bosé en México y Paola (59) y Lucía (62) Dominguín en Valencia, la matriarca del clan siempre contó con la compañía de Tuana. Fue su cuidadora y amiga hasta el final y tenía la confianza de toda la familia. Hoy, como todos sus seres queridos, llora su triste pérdida.
En Brieva seguramente Lucía pasara los mejores años de su vida. Después de convertirse en musa de cine de autor y rozar el éxito con sus manos; después de un matrimonio tormentoso con el "torero machista", como ella misma llamaba a Luis Miguel Dominguín; después de todo eso Lucía encontró en esta casi aldea segoviana toda su tranquilidad.
Se dedicó a la pintura que tanto amaba. De todos es sabida su estrecha relación con Pablo Picasso. Y también se dedicó a sus ángeles. Esos en los que tanto creía y que la llevaron en el año 2000 a inaugurar el primer museo del mundo con esta temática. Este 23 de marzo de 2020 el cielo, más azul que nunca, ha abierto sus puertas para recibir a un ángel más.
[Más información: Así es Tuana Llorente, la mujer que cuidó de Lucía Bosé hasta sus últimos días]