Carmen Sevilla (89 años) se encuentra ingresada en la residencia Orpea de Aravaca (Madrid) desde el año 2015, aquejada de alzheimer. Afectada por esta dolencia desde hace unos años (diagnosticada en 2009), fue una decisión dura para su hijo, Augusto Algueró, pero necesaria para que la artista estuviese bien cuidada y atendida las 24 horas del día. Con el paso de los años, la enfermedad del olvido ha provocado que Sevilla no se acuerde de quién es, de todos sus triunfos profesionales y que ni siquiera recuerde a su hijo, como él mismo reconoció hace un tiempo.
A lo largo de estos años, este periódico ha podido conocer, de forma puntual, algunos detalles de este ingreso indefinido, pero en la actualidad la dramática situación que se vive a causa del coronavirus ha provocado que las residencias de ancianos se vean especialmente perjudicadas como población de riesgo. Con la intención de conocer cómo es el día a día de Sevilla ante este virus, JALEOS se ha puesto en contacto con el mejor amigo de la cantante y presentadora, Moncho Ferrer. No en vano, él es el único que la visita junto a su hijo. Los dos se han convertido en el único entorno que secunda a Carmen.
Al otro lado de la línea, Ferrer tranquiliza: "Ella se encuentra como siempre, está en un estado pasivo, pero bien. Su vida no ha cambiado en absoluto como consecuencia del coronavirus. Ella es una mujer de una gran fortaleza y, aunque no es consciente, sigue siendo igual de coqueta que siempre". Según sus palabras, el Covid-19 en nada ha afectado a la artista. Ella, que hace vida en una suerte de apartamento privado dentro de la residencia, cuenta con una rutina muy marcada: "La levantan, la peinan, la acicalan y la atienden estupendamente". Todo un ritual que la pone contenta.
Sostiene Ferrer que aunque Sevilla no tiene lucidez y su memoria está dañada, físicamente sigue siendo la de siempre. Esa mujer que nunca salía a la calle sin pasar por peluquería y sin ponerse sus joyas y sus buenas ropas. Así fue siempre ella y así sigue siendo. En esta residencia de Aravaca, pese a los graves problemas de crisis sanitaria que se están viviendo, la vida para Carmen sigue igual que siempre. En el mismo punto. Explica Moncho que él y Algueró continúan viéndola. Eso sí, como es menester: con todas las medidas de seguridad, prevención e higiene. Insiste este gran amigo que el cuidado que se le dispensa es inmejorable. Además, Carmen cuenta con cámaras de vigilancia las 24 horas del día y servicio de atención en todo momento.
Así la exclusiva residencia donde está ingresada
Se trata de un centro geriátrico situado al norte de Madrid, en Aravaca, una zona residencial, tranquila y lujosa. La residencia en sí es un conjunto de instalaciones modernas que se distribuyen en función de la necesidades diarias de los usuarios. Carmen Sevilla, concretamente, se encuentra en un apartamento privado de pequeño tamaño, la modalidad más exclusiva de la residencia de mayores Orpea. En los escasos metros cuadrados de este nuevo hogar, que nada que tienen que ver con su gran casa frente al templo de Debod (Madrid), la artista cuenta con todos los lujos y comodidades que pueda necesitar.
Independientemente del lugar de residencia, todas las habitaciones del complejo cuentan con televisor, teléfono y sistema de llamadas y de comunicación con el personal del recinto. Además, y a diferencia de otros centros, los residentes pueden personalizar la habitación a su gusto, como si se tratase de su propia casa.
El edificio donde se encuentra el apartamento de Carmen Sevilla cuenta con diversos espacios comunes y un amplio catálogo de servicios. Entre los sanitarios destaca el médico 24 horas, psicólogo, trabajador social, fisioterapia o terapia ocupacional, entre otros. Pero sin duda, los servicios más exclusivos son el de peluquería, odontología o podología. El hijo, por su parte, confía en la discreción y la privacidad de este centro. Durante los años que lleva ingresada la información sobre su estado ha surgido con cuentagotas, y la mayor parte de las ocasiones se trataba de rumores sin fundamento. Los únicos que la visitan son su hijo y su mejor amigo, Moncho Ferrer.
La habitación en la que vive Sevilla es amplia, como de hotel, según ha contado a algunos conocidos su gran amigo, Moncho Ferrer. Tiene una cama grande y unas bonitas vistas al campo. Ferrer suele llevarle flores y en algún momento dijo que hasta le regalaba diademas para que el pelo no le cayera a la cara. Lo cierto es que hacía tiempo que el deterioro de la salud de la artista era más que evidente. Según reconocieron antes de su ingreso algunos de sus amigos más íntimos, la actriz no reconocía a nadie y tan solo se limitaba a repetir algunas de las palabras que le mencionaban. La madre de la artista padeció la misma enfermedad y terminó muriendo a los 99 años en una residencia geriátrica.
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