El miércoles 13 de mayo la familia Obregón sufría uno de los golpes más duros de su vida. Álex Lequio fallecía en la clínica Quirón de Barcelona a los 27 años de edad tras dos años luchando contra el cáncer. El adiós del joven empresario ha dejado desolados a sus padres, y también a la numerosa familia de Ana Obregón (65 años), con quien el hijo de la actriz compartía su día a día e incluso su espacio físico desde que nació. Hace cuatro días que esa vivienda quedó algo más vacía, pero el clan permanece más unido que nunca.
Tras la triste noticia, Alessandro Lequio (59) se encuentra muy pendiente de la actriz ha acudido a visitarla a su casa en La Moraleja cada día para conocer de primera mano cómo está y así pasar parte del duelo juntos. Y es que, al contrario que el colaborador de El programa de Ana Rosa -que vive con su mujer, María Palacios, y su hija pequeña, Ginevra-, Obregón hace sus días en su chalet junto a la única compañía de su perra Luna, de 16 años de edad.
Los recuerdos pueden inundar a Ana estos días, pero también pueden convertirse en bellos y felices homenajes a su hijo gracias a la cerquísima presencia de sus cuatro hermanos a solo unos metros de distancia. Durante décadas todos vivieron en la misma parcela, incluidos sus progenitores, una idea fraternal de su padre, Antonio García, uno de los constructores inmobiliarios más laureados de España desde la década de 1980. Sin embargo, desde que la salud de los patriarcas se tornó más delicada, éstos viven en el centro de la capital para acudir con asiduidad a sus revisiones médicas.
La actriz y bióloga vive en una gran casa en La Moraleja, urbanización residencial situada en el municipio de Alcobendas, en la zona norte del área metropolitana de Madrid. Su lujosa vivienda ha sido el escenario de decenas de reportajes en revistas, así como de programas de televisión en los que ha participado Ana Obregón, como Mi casa es la tuya o Ven a cenar conmigo: Gourmet Edition.
Comodidades, piscina, jardín, espacios abiertos, seguridad... el hogar de la intérprete posee todo lo más deseado, pero para su inquilina lo más importante siempre ha sido la cercanía con los suyos. Puerta con puerta. Literalmente.
La familia siempre ha sido el eje central de los Obregón. Ana y sus hermanos crecieron con los valores fraternales que les inculcaron sus padres, el vínculo vital inquebrantable entre los de su misma sangre y la necesidad de permanecer unidos. Bajo esos cimientos se construyeron todas y cada una de las casas de los miembros del clan.
La unión de los patriarcas, de Antonio García (94) y Ana María Obregón, trajo amor y éxito tras años de trabajo intenso. Ella era la hija única de un reputado empresario, quien decidió invertir en Jotsa, la primera inmobiliaria que fundaría el padre de la protagonista de Ana y los 7. El dinero del abuelo materno de la actriz y la mente estratégica e innovadora de su padre consiguieron un hito en los negocios de la época.
El refugio actual de los Obregón, La Moraleja, era a mediados del siglo XX, una finca privada de José Luis de Ussía y Cubas, conde de los Gaitanes e íntimo amigo de Juan de Borbón. Por tanto, unos terrenos muy codiciados por la burguesía de entonces, y un lugar de 1.150 hectáreas donde el rey Carlos III y Franco ponían en práctica su afición a la caza.
El citado conde confió al padre de Ana la mayor parte de las acciones de los terrenos, y el constructor, con gran visión de futuro, se hizo con la propiedad junto a una compañía belga y otra española. La compra se firmó por 700 millones de pesetas -más de 4 millones de los actuales euros-.
Los protagonistas de la transacción supieron que el negocio había sido positivo porque auguraban que el norte de Madrid crecería en población y servicios en los próximos años, pero lo que nunca pensaron es que el éxito sería rotundo al instante. Vendieron parcelas de 10.000, 2.500 y 1.500 metros cuadrados en días. Al ver cómo las compras no cesaban, Antonio García se apresuró a reservar una parcela para él y su familia y así construyó varias casas para vivir eternamente al lado de sus cinco hijos: Ana, Celia, Amalia, Javier y Juan Antonio.
Allí, en esa parcela familiar repleta de amor y unión, vivió toda su vida Álex, salvo los cuatro cursos que pasó en Carolina del Norte, cuando estudió la carrera en la Universidad de Duke. Madre e hijo lo compartían todo entre esas cuatro paredes donde el optimismo, las risas y los mimos a su perra Luna eran lo que más se repetía en los últimos meses. Esos recuerdos perviven en ese hogar, donde estos días los hermanos Obregón se unen para honrar la actitud vitalista y valiente del hijo de Ana.
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