Susanna Griso (50 años) muestra cada día en directo su faceta más paciente y su disciplina, una profesionalidad impecable ante la cámara con la que oculta a menudo lo que realmente siente. Estos días, a pesar de que la presentadora se ha mostrado tan trabajadora como siempre en Espejo Público, su mente y sus emociones han tenido que hacer frente a los tristes recuerdos. Esta pasada semana, el 27 de junio, se cumplía un año de la repentina muerte de su hermana a causa de un infarto. Aquella fatal noticia sucedía durante la emisión en directo de su programa, y fue en un descanso publicitario cuando la catalana recibió tal triste advertencia por parte de su equipo y abandonó el plató fugazmente.
Tres días después tuvo lugar el último adiós en el tanatorio de Sant Cugat del Vallés, donde la presentadora se mostró especialmente afectada y arropada por sus cinco hermanos mayores, su hijo Joan y resto de familiares y amigos. Entonces no fue capaz de dar declaraciones a los medios y permaneció en silencio durante días.
Finalmente hace justo un año, el 3 de julio de 2019, compartió sus primeras palabras tras la muerte de su hermana: "Tú sigues siendo nuestra. No puedes ni pensar en retirarte. Nadie te da permiso para hacerlo. Es lo que te decía, tú no te vas de aquí de ningún modo", escribía en su perfil de Instagram. Además, ese mismo día volvía al trabajo tras apenas 4 días de ausencia.
Sin embargo, este 2020, en el primer aniversario de su fallecimiento, Griso ha optado por el silencio. O mejor dicho, ha decidido mirar hacia adelante y disfrutar de la vida, porque precisamente el adiós repentino de su hermana es el ejemplo perfecto de que de un día para otro todo puede cambiar.
Con este pensamiento en su mente, el mismo día en el que se cumplía un año de aquel varapalo vital, Susanna puso rumbo a las Islas Canarias por compromisos laborales: "Primera escapada de la nueva normalidad. Nos vamos a Gran Canaria", contaba en sus redes.
La presentadora se desplazó a Maspalomas para emitir uno de sus programas desde allí junto a parte de su equipo y los cantantes Marta Sánchez (54) y Efecto Pasillo. Entre música, Sol, paraísos tropicales y buena compañía, Susanna Griso ha pasado los que serían unos días tristes alejada de la pena y refugiada en el trabajo y los paisajes idílicos de Gran Canaria: "Gracias a todos por haber hecho posible este programa desde #maspalomas en San Bartolomé de Tirajana. No nos han podido cuidar más: temperatura perfecta, brisa, fondo espectacular... y la mejor de las compañías", contaba en sus redes.
Esa escapada le ha permitido poner distancia de la agitada vida en Madrid y permitirse un tiempo de descanso, de soledad elegida y de reflexiones a la orilla del mar: "El confinamiento nos ha enseñado a valorar las pequeñas cosas: volver a pisar la arena mojada, una playa que no se acaba, el mar con resaca. Cuántos pequeños placeres en barbecho...".
Los parajes de Canarias, el buen tiempo, los compañeros y el trabajo que tanto ama parecen haber sido el mejor bálsamo que necesitaba Griso en los días más tristes de su calendario. Y es que, tal y como la propia presentadora contó días después de la pérdida, "en verano es cuando pasábamos más tiempo juntas. Al pasar tanto tiempo en Madrid no la veía todo lo que quería, pero nos llamábamos y nos llevábamos muy bien".
Por eso, el periodo estival se convierte desde hace un año en una época de recuerdos. Su verano más extraño fue el de 2019, sin poder llamar a su hermana y sin poder verla como ha hecho siempre. Pero sí pudo disfrutar de los suyos, como hará a partir del 10 de julio, cuando comenzarán sus vacaciones.
Muy familiar
"Soy la menor de siete chicas y la mayor de mis sobrinos. Me siento la generación puente. La generación transición. Mi familia es un gran pilar. Incluso a mi hija Mireia le puse el nombre de mi hermana. Además soy tía abuela. Tengo 11 sobrinos nietos", revelaba la presentadora en una entrevista muy personal.
Uno de sus mayores varapalos en el sentido familiar llegó a mediados de noviembre del año 2017, cuando el rostro de Espejo Público se vio obligada a decir adiós a su madre, Montserrat Raventós, de 94 años de edad, que no pudo superar la recaída de un primer ictus sufrido tres años atrás. Y año y medio después vivió la pérdida de su hermana.
El aspecto familiar está muy presente en su día a día y en su propio núcleo. Susanna vive feliz junto a su marido Carles Torras (52), con quien contrajo matrimonio en 1997. Junto a él tiene tres hijos. Jan, de 17 años, Mireia de 14 y la pequeña Dorcette, llegada de Costa de Marfil, a quien adoptó en abril del año 2018.
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