Es el verano de Ana Soria (21 años) y Enrique Ponce (48). Nadie puede negar que se han convertido, por méritos propios, en la pareja del verano, cuando no del año. Pese a las muchas fotografías que se captan de los enamorados en playas andaluzas y plazas de toros, el interés no disminuye. Todo lo que concierne a su amor y planes en común, interesa. Y en medio de ese tsunami informativo, hay una tercera persona que, a fuerza de mantenerse en el más regio de los silencios, parece desdibujada del triángulo sentimental del momento: Paloma Cuevas (47).
Pero no lo está, Paloma sigue presente, aunque no aparezca en la foto ni salga de su refugio en estos momentos: la finca La Cetrina, donde está poco menos que atrincherada junto a sus hijas y sus padres. Allí, en Jaén, Paloma calla, no atiende a las llamadas de los periodistas y, si lo hace, la conversación queda en el más férreo de los off the record. No quiere saber nada de lo que está pasando, le duele demasiado, pero siempre termina llegándole todo, como informa a JALEOS alguien que la conoce y frecuenta.
A día de hoy, después de semanas de ríos de tinta e informaciones tan incesantes como dolorosas, Paloma sigue preguntando a sus amigos de la prensa lo mismo: cuándo acabará todo esto. En qué momento ya no suscitará ningún interés. Tiene claro que hasta que ese momento llegue, ella seguirá en su línea: en silencio y de perfil bajo. Se ha mentalizado de que su vida ha cambiado, que ya nunca será la misma, empezando por este verano, que se ha presentado más atípico que nunca. A este medio se informa que ni siquiera tiene ánimo para ir a la playa con sus hijas: se quedan en la finca de Jaén; en realidad, bien equipada para estas altas temperaturas.
Nada, tampoco, de vida social: "Sabe que el interés será grande y el agobio también. No quiere enfrentarse a esas preguntas lógicas. Todavía no está fuerte". Nadie de su entorno, al menos del consultado por este medio, habla de malas palabras de Cuevas hacia su todavía marido y padre de sus hijas. "Ella lo quiero, claro, pero sobre todo lo admira", se sostiene. En estos momentos tan delicados, Paloma se vuelca en la salud de sus padres y en el rezo: "En la finca tiene una capilla y allí pasa mucho tiempo. Ella es muy religiosa y en su mente solo hay dos deseos: que todo esto pase y que sus padres, sobre todo su padre, se reponga de salud".
Tan solo sale de La Cetrina cuando no hay más remedio, para cuestiones de causa mayor y lo hace -al menos hasta la fecha- esquivando a los fotógrafos. Sabe que la suya es una de las imágenes "más buscadas del verano" y se guarda muy mucho de ser captada. Una persona de su entorno es muy clara: "A día de hoy, y pese a todo lo que se ha dicho, Paloma no ha negociado nada con ninguna revista ni quiere hacerlo. Lo hace por ella y por Enrique, pero, sobre todo, por sus hijas". Por ella que no quede.
En su día a día, su faceta de empresaria también está siendo una buena válvula de escape. Se ocupa y preocupa de su tienda de decoración infantil, Piccolo Mondo, ubicada en el barrio de Salamanca de Madrid. En otro orden, "está deseando que el verano pase" y ella, habitual de la gala Starlite cada año en Marbella, "ha preferido no acudir. Ha sido un gran sacrificio", informa una amiga de la familia.
Muchos dicen que está dando un ejemplo de elegancia y respeto y, en esa línea, según informaba Esdiario, Paloma llamaba a Enrique el día de su debut taurino para desearle suerte, y lo volvió a hacer cuando sufrió este jueves una leve cogida en el Puerto de Santa María. La clave la arroja una buena amiga: "Ella es mujer y esposa, pero, ante todo, tiene claro que es madre". Por eso, silencio y mucha discreción.
Ana y Enrique, futuro en Madrid
Este periódico ha podido conocer en los últimos días que habrá una novedad en la relación Ponce-Soria después del verano. Según informa una persona del entorno de la joven estudiante de Derecho, a partir de septiembre Enrique y Ana tienen sus objetivos puestos en Madrid. En concreto, en la exclusiva urbanización La Finca. Allí, el diestro se está construyendo una casa, como ha adelantado La Razón. Según la información que maneja este medio, la intención del torero y Ana Soria "es fijar su residencia" en Madrid. Allí, ambos tendrán su nido de amor, su casa donde reunirse cuando sus agendas se lo permitan. "A Ana siempre le ha gustado Madrid y la idea surgió de Enrique y ella ha accedido encantada", se apunta.
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