Tras un invierno de confinamiento y un verano aún con la incertidumbre de la pandemia acechando, algunos negocios están viviendo un complicado momento en el que cuesta cuadrar las cifras financieras. Eso es lo que le ha debido ocurrir a Tamara Falcó (38 años) con su firma de moda TFP, que en este 2020 está sufriendo los azotes de la pseudocrisis económica actual. Y es que la diseñadora no ha podido sumergirse de lleno en su marca en estos difíciles meses, ya que, además de la paralización de negocios, la hija de Isabel Preysler (69) ha tenido que hacer frente a la muerte de su padre, Carlos Falcó, el pasado marzo, a causa, precisamente, del coronavirus.
En vista de la dura situación que atraviesa España y el mundo, y las nuevas prioridades que se ha impuesto la ciudadanía, entre las que no está gastarse casi 1.000 euros en un vestido -precio aproximado a las que vende sus piezas-, Tamara decidió aprovechar su buen hacer en la cocina, tal y como demostró al ganar la cuarta edición de MasterChef Celebrity, y embarcarse en un programa de televisión culinario. Cocina al punto, de TVE, es desde el 5 de julio, una de las vías de ingresos más importantes de la joven en la actualidad.
Además, entre grabación y grabación, Falcó aprovecha los días para desconectar y viajar, aunque incluso en estas escapadas consigue hacer dinero, ya que su última experiencia viajera ha sido recorriendo los rincones de Castilla La Mancha, y estuvo patrocinada por los órganos de turismo de la comunidad. Y a finales de este agosto, se relajará en la Clínica Buchinger Wilhelmi, donde ya está su madre junto a Mario Vargas Llosa (84), y donde logró adelgazar más de 10 kilos gracias al reconocido método de ayuno terapéutico de lujo que posee el centro más vip de Marbella.
Con la agenda repleta de fórmulas para no parar de trabajar pese a las consecuencias de la Covid-19, Tamara ha aparcado su labor al frente del taller de TFP que puso en marcha en el verano de 2018.
En ese momento, Falcó anunció su andadura como emprendedora en el taller de costura del fallecido David Delfín. Presentó su nuevo proyecto de moda y lanzó su primera colección cápsula con 12 prendas (11 vestidos y una chaqueta), cuya pieza más barata costaba 180 euros y la más cara 650 euros. Sin embargo, 24 meses después, su última colección solo consta de 4 diseños, cuatro vestido de rafia cuyo precio más asequible roza los 700 euros.
No es un buen momento para la moda, y mucho menos para el alto desembolso para renovar el armario. Las prioridades son ahora otras, y la nueva marquesa de Griñón lo sabe.
Por eso ha preferido no invertir más en su negocio textil al menos hasta que la situación se calme, y apostar por un catálogo muy reducido pero de calidad suprema. De esta forma, conseguirá compensar las posibles pérdidas económicas que le produzca este extraño año de pandemia en su negocio estilístico.
Ya este invierno, cuando los medios se hacían eco de los primeros casos de coronavirus en Europa y cada vez más cerca de España, Tamara parecía intuir las dificultades que sobrevendrían y decidió dar un giro a su propuesta de comunicación en las redes. Cuando nació su firma, su perfil oficial de Instagram se llenó de modelos posando con sus vestidos, pero este enero, las protagonistas de la red social de la marca eran ella misma y su madre, la siempre elegante Isabel Preysler, en un intento por impulsar las ventas.
Además, la diseñadora ha tomado otra rotunda decisión para alzar la visibilidad de sus prendas, y no es otra que vender sus propuestas en tiendas online multimarca. Existen conocidas webs que recogen algunas prendas de las colecciones de diseñadores nacionales e internacionales muy reconocidos y las exponen en su catálogo para ser más accesibles al público que busca piezas de lujo.
Con todos estos cambios en la estrategia de negocio, se puede apreciar todo el trabajo que hay detrás y que realiza Tamara sean cuales sean las circunstancias. Actualmente es pinche televisiva del chef Javier Peña, influencer, modelo, socialité, empresaria y, como no, diseñadora.
De hecho, esta última faceta es su sueño hecho realidad, y así lo demostró al redactar su carta de presentación en su web oficial de la firma hace dos años. "Mi nombre es Tamara, Tammy para los amigos y esta es mi marca TFP. ¿Por qué TFP? Porque todo tiene un comienzo y creo que mi historia empieza en la hermosa España con un padre de ojos oscuros llamado Carlos Falcó y una exótica belleza de una isla lejana llamada Isabel Preysler. Mi amor por la moda me ha seguido a lo largo de mi vida, pero ha sido intrínseco al amor a la belleza... porque la belleza es un reflejo de Dios. Así que aquí os voy a mostrar con mis pequeñas manos tratando de construir algo, y el resultado es lo que verás aquí. ¡Por favor, se paciente! Todo es artesanal y aprenderé más con el paso del tiempo. La crítica constructiva es muy bienvenida, sin embargo, espero que las personas que comprar estas prendas se sientan tan maravillosas como yo lo hice cuando las utilicé".
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