Carmen Sevilla (89 años) está a punto de cumplir 90 años. La artista, que nació el 16 de octubre de 1930, continúa ingresada en la residencia Orpea de Aravaca (Madrid) desde el año 2015, aquejada de alzheimer. Afectada por esta dolencia desde hace unos años -diagnosticada en 2009-, fue una decisión dura para su hijo, Augusto Algueró, pero necesaria para que la artista estuviese bien cuidada y atendida las 24 horas del día. Como hijo, actuó desde la responsabilidad, aparcando el dolor.
Con el paso de los años, la enfermedad del olvido ha provocado que Sevilla no se acuerde de quién es, de todos sus triunfos profesionales y que ni siquiera recuerde a su propio hijo, como él mismo reconoció, con pesar, hace un tiempo. A lo largo de estos años, este periódico ha podido conocer, de forma puntual, algunos detalles de este ingreso indefinido, pero en la actualidad la delicada situación que se vive a causa del coronavirus ha provocado, sobre todo hace unos meses, que las residencias de ancianos se vean especialmente perjudicadas como población de riesgo.
Con la intención de conocer cómo es el día a día de Sevilla, con un nuevo confinamiento en ciernes y un cumpleaños especial con fecha redonda, JALEOS se ha puesto en contacto de nuevo con el mejor amigo de la cantante y presentadora, Moncho Ferrer. El que mejor la conoce y entendió. Incide en el mismo argumento de hace unos meses cuando charló con este medio. Él se muestra emocionado ante los inminentes 90 años de su amiga, y por la situación que atraviesa ella, y el país. No son buenos tiempos; hay miedo e incertidumbre ante lo que vendrá, pero Moncho tranquiliza con respecto a Sevilla. Ella está bien, como siempre, en una suerte de burbuja favorecedora. "Está fenomenal. Todo sigue bien. A ella el coronavirus no le ha afectado para nada. Está en un estado pasivo, pero muy bien", aseguró hace unos meses, y repite en esta ocasión.
Puede presumir Ferrer de ser el único amigo que la visita cuando puede y cuanto quiere. Siempre tiene las puertas abiertas. Su amistad es pura y auténtica. Él y el hijo de la artista, Algueró, son los que la frecuentan. Su entorno selectivo. Todo por su bien. Carmen está aislada y bien cuidada. Ella no es consciente de lo que se vive extramuros. La Covid no existe para ella. Las personas que la tratan diariamente, las enfermeras, están muy protegidas. Es cierto que en la residencia, como en todas las de España, se han tomado medidas in extremis con respecto al virus, pero más allá de esto a la presentadora nada le ha salpicado.
Su vida sigue igual. No ha cambiado nada como consecuencia de la Covid. Ella es una mujer de una gran fortaleza y, aunque no es consciente, sigue siendo igual de coqueta que siempre. Tal y como relató Ferrer hace unos meses a este medio, "la levantan, la peinan, la acicalan y la atienden estupendamente". Todo un ritual que la pone contenta. Un espejismo de lo que fue. Sostuvo entonces Ferrer que aunque Sevilla no tiene lucidez y su memoria "está dañada", físicamente sigue siendo la de siempre. Esa mujer que nunca salía a la calle sin pasar por peluquería y sin ponerse sus joyas y sus buenas ropas.
Así fue siempre ella y así sigue siendo. En esta residencia de Aravaca, pese a los graves problemas de crisis sanitaria que se están viviendo, la vida para Carmen sigue igual que siempre. En el mismo punto. La visitan, eso sí, como es menester: con todas las medidas de seguridad, prevención e higiene. El cuidado que se le dispensa es inmejorable. Además, Carmen cuenta con cámaras de vigilancia las 24 horas del día y servicio de atención en todo momento.
La exclusiva residencia
Se trata de un centro geriátrico situado al norte de Madrid, en Aravaca, una zona residencial, tranquila y lujosa. La residencia en sí es un conjunto de instalaciones modernas que se distribuyen en función de la necesidades diarias de los usuarios. Carmen Sevilla, concretamente, se encuentra en un apartamento privado de pequeño tamaño, la modalidad más exclusiva de la residencia de mayores Orpea. En los escasos metros cuadrados de este nuevo hogar, que nada que tienen que ver con su gran casa frente al templo de Debod (Madrid), la artista cuenta con todos los lujos y comodidades que pueda necesitar.
Independientemente del lugar de residencia, todas las habitaciones del complejo cuentan con televisor, teléfono y sistema de llamadas y de comunicación con el personal del recinto. Además, y a diferencia de otros centros, los residentes pueden personalizar la habitación a su gusto, como si se tratase de su propia casa.
El edificio donde se encuentra el apartamento de Carmen Sevilla cuenta con diversos espacios comunes y un amplio catálogo de servicios. Entre los sanitarios destaca el médico 24 horas, psicólogo, trabajador social, fisioterapia o terapia ocupacional, entre otros. Pero sin duda, los servicios más exclusivos son el de peluquería, odontología o podología. El hijo, por su parte, confía en la discreción y la privacidad de este centro. Durante los años que lleva ingresada la información sobre su estado ha surgido con cuentagotas, y la mayor parte de las ocasiones se trataba de rumores sin fundamento. Los únicos que la visitan son su hijo y su mejor amigo, Moncho Ferrer.
La habitación en la que vive Sevilla es amplia, como de hotel, según ha contado a algunos conocidos su gran amigo, Moncho Ferrer. Tiene una cama grande y unas bonitas vistas al campo. Ferrer suele llevarle flores y en algún momento dijo que hasta le regalaba diademas para que el pelo no le cayera a la cara. Lo cierto es que hacía tiempo que el deterioro de la salud de la artista era más que evidente. Según reconocieron antes de su ingreso algunos de sus amigos más íntimos, la actriz no reconocía a nadie y tan solo se limitaba a repetir algunas de las palabras que le mencionaban. La madre de la artista padeció la misma enfermedad y terminó muriendo a los 99 años en una residencia geriátrica.
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