Gustavo González (54 años) guarda un sabor agridulce desde que se ha celebrado el bautizo de su hija Mía porque sus vástagos mayores no han estado presentes como él hubiera deseado. Aunque no ha sido una ceremonia religiosa, se ha tratado de un acto muy emotivo al que no acudieron ninguno de sus hijos. Este extremo ha entristecido al colaborador de televisión porque, como bien se conoce, lleva luchando durante muchos meses, desde la separación de su mujer, por conservar una buena relación con estos.
"En la ceremonia estuvieron muy presentes porque fueron nombrados y recordados y yo, lógicamente, me emocioné. Hay que dar tiempo, yo hice las cosas muy mal, hice un daño que espero que vaya remitiendo", ha confesado Gustavo González, no sin cierta congoja. Y es que, en estas palabras se puede colegir el dolor que siente como padre por no poder juntar a todos sus seres queridos en un día tan especial como el bautizo de su hija.
Otra de las cuestiones que ha llamado poderosamente la atención es que Gustavo ha confesado que ninguno de sus compañeros de programa le ha dado la enhorabuena por el acto bautismal: "No, pero no pasa nada. En esa ceremonia estuvo la gente que, bueno, dentro de las circunstancias, pudo estar porque teníamos que ser familiares y pocos amigos". Eso sí, confiesa que no lo ha echado de menos: "No, porque de la gente que me quiere sí he tenido ese mensaje. Son compañeros, sé que alguno me tiene mucho afecto y también he aprendido a aceptar y a querer de esta manera".
Así fue el nacimiento de Mía
Al filo de las 20:30 horas del pasado 23 de abril, un emocionado Gustavo conectaba en directo con el programa Sálvame a la puertas de la clínica para dar 'el parte' de cómo había transcurrido el parto. "Estoy cansado, pero tengo un subidón grande por los emociones. Es el único día que he tenido nervios, anoche no podíamos dormir ni María ni yo. Hemos dormidos dos horas. Pensábamos que íba a nacer antes, ha sido muy bonito. Cuando el médico me ha dicho que si quería ver... He podido cortar el cordón y ha sido muy emotivo. Afortunadamente, se parece a su madre", aseguró y añadió: "María está muy bien, no le han tenido que dar ni puntos".
"Me he comido a besos a María durante el parto y me he comido a besos a Mia cuando ha nacido", confesaba Gustavo al borde de la lágrima. Además, desvelaba que había hablado con sus hijos: "A los primeros que le he anunciado el nacimiento ha sido a mis hijos y me han dado la enhorabuena. Estoy seguro que esta niña va a ser un nexo para que nos acerquemos mis hijos y yo".
Lapiedra llevaba varios días con contracciones y con una dilatación de cuatro centímetros, algo que sumado al estado de confinamiento le había molestado sobremanera en el último tramo del embarazo. De lo más sonrientes, Gustavo y María confirmaban que el parto iba a ser natural, y que estaban de lo más tranquilos. Días antes, María reconocía que llevaba una semana esperando el parto, pues en un principio le habían dicho que 'salía de cuentas' el 9 de abril.
El aborto de Lapiedra en 2019
En junio de 2019 María Lapiedra sufrió un duro bache emocional tras perder a su bebé en su primer mes de embarazo. El propio Gustavo fue el encargado de dar a conocer la noticia y aseguraba que este suceso les dejó hundidos. La pareja pasó por uno de los momentos más difíciles de su vida y la exactriz incluso llegó a sufrir una gran depresión.
El paparazzi y la catalana estaban muy ilusionados con la llegada de este pequeño, hasta el punto de que días antes de sufrir este aborto natural la pareja había viajado hasta Barcelona para celebrar el embarazo con la familia de María. A esto se une que la exactriz ya había informado de su embarazo a sus hijas (fruto de su anterior relación con Mark Hamilton), y las pequeñas estaban entusiasmadas con la llegada de un hermanito. Lo cierto es que desde que hicieron oficial su relación, la pareja ha mostrado su deseo de ser padres.
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