"Me gustan las señoras, puede ser un defecto o una cualidad, pero he trabajado toda mi vida". Estas palabras fueron pronunciadas por el propio Fernando Falcó en 1997 y definen a la perfección cuál era su modus vivendi. Siempre centrado en su trabajo pero codeándose con algunas de las mujeres más bellas y poderosas del país.
Este martes, 20 de octubre, el fallecimiento del marqués de Cubas ha dejado nuevamente desolada a su familia tras una dura pérdida, cuando se cumplen exactamente siete meses de la muerte de Carlos Falcó. Pero este adiós también ha dejado un recuerdo imborrable en aquellas mujeres que compartieron su vida.
El legado vital que dejó Fernando Falcó fue su intensa forma de vivirlo todo, siempre rodeado de las más altas estirpes y con lujos a su alrededor. Décadas atrás, la prensa rosa hablaba de los hermanos Falcó como "hombres seductores y auténticos rompecorazones", pues su fascinación por las mujeres era bien conocida, así como su buen gusto para el vino y para algunos derroches ociosos.
El propio Fernando tenía un término para definir ese estilo de vida suyo que tanto gustaba a las revistas del corazón, "su faceta lúdica", lo llamaba. Y además de su fama de mujeriego y de acudir a fiestas de la alta sociedad, también sabía disfrutar de la buena lectura y de jornadas en el campo.
Tan feliz fue durante su etapa más aventurera en el amor, que siempre aseguró que a pesar de los errores cometidos, nunca borraría ninguno de ellos. Ni siquiera los que le hicieron saltar a las portadas más sensacionalistas tras vivir encuentros amorosos con la emperatriz Soraya o con Odile Rodin, viuda del playboy dominicano Porfirio Rubirosa.
Era un auténtico soltero de oro de la época. Pero a inicios de la década de los 80 encontró a la mujer ideal que complementaba a la perfección su modo de vida y con quien creó una familia. Ella era Marta Chávarri, bisnieta del conde de Romanones y socialité por excelencia, tanto que incluso para muchos era la más sublime reina de corazones, por encima de su entonces cuñada Isabel Preysler (69).
Se casaron en 1982 en la ilustre catedral de Plasencia ante una gran expectación y los fotógrafos de ¡HOLA!, revista en la que se pudo ver íntegramente el enlace gracias a un reportaje digno de dos figuras de la vida social tan importantes como ellos.
Tan solo un año después de pasar por el altar tuvieron a su primer y único hijo en común, Álvaro Falcó Chávarri (36), heredero al título de marqués de Cubas. Tras siete años de convivencia, el matrimonio entre Fernando y Marta se terminó, debido a que la socialité comenzó un romance con Alberto Cortina (74), entonces esposo de Alicia Koplowitz (66). Este triángulo amoroso copó portadas de revistas y protagonizó los temas de tertulia en los programas rosas.
La separación marcó la vida de su vástago, quien prefirió quedarse a vivir con su padre mientras su madre rehacía su vida con uno de los empresarios más poderosos de España y dueño de Alcor Holding, sociedad patrimonial dueña del 12,5 % de ACS, la mayor constructora española.
Años después, Falcó volvía a encontrar el amor, curiosamente al lado de la multimillonaria Esther Koplowitz y Romero de Juseu (68). Se casaron el 18 de junio de 2003, en una ceremonia en la que ambos se mostraban enamorados y se dedicaban miradas cómplices ante los medios de comunicación. Sin embargo, tras ser noticia de forma constante en los medios, finalmente, tomaron caminos separados en 2009.
Tras una vida intensa en el amor, Fernando Falcó vivía sus últimos años fuera del foco mediático y únicamente ha aparecido en público para los momentos familiares más relevantes. Desde hace más de diez años vivía dedicado a la gestión de la gran finca extremeña Valero que adquirió en 1990 cuando su hermana Rocío falleció.
Este martes, las nuevas generaciones de la saga Falcó volverán a unirse, por tercera vez en este 2020, para dar el último adiós al marqués de Cubas.
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