Desde que murió Álex Lequio el pasado 13 de mayo, su madre, Ana Obregón (65 años), se había mantenido apartada del foco mediático. Más allá de sus publicaciones en Instagram y de la reciente noticia de que dará las Campanadas de TVE junto a Ane Igartiburu (51), era poco lo que se sabía de la actriz. En todo este tiempo, la intérprete ha estado viviendo el luto y el dolor por la pérdida de su hijo. Así lo ha confesado ella misma en su primera entrevista tras el fallecimiento del empresario.
Seis meses después de la pérdida de Álex, Ana Obregón ha sacado fuerzas para conversar con la revista ¡HOLA!: "No he podido hablar en cuatro meses con nadie que no fuera Alessandro, mis padres y mis hermanos", comienza diciendo la actriz.
Ana Obregón no solo ha permanecido en silencio durante un largo tiempo, sino también ha estado viviendo el duelo desde su hogar, apartada del mundo exterior y llena de lágrimas. Lejos de querer distraerse, la actriz ha decidido vivir su dolor con plenitud: "Se merece la integridad del duelo. Yo no quiero hacerme la fuerte. Necesito llorar lo que no he llorado en dos años y medio de lucha y me tengo que permitir no ser fuerte, he sido fuerte cuando Álex necesitaba agarrarme fuerte de mi mano".
La intéprete, que ha conseguido ayuda en la lectura, en el yoga y la meditación, explica que hay diferentes etapas para aceptar, algún día, el dolor. Ella se encuentra en la última: la fase de desolación. Según comenta, no se trata de una depresión, sino de una serie de emociones, entre las que se encuentra "la eternidad de su ausencia". Aunque reconoce que "el duelo hay que pasarlo" y que podría llegar el momento en que acepte la pérdida de su hijo, la resignación será prácticamente imposible. "No creo que pueda aceptar jamás que no pueda volver a abrazar a mi Álex", confiesa durante la entrevista.
A Ana Obregón, según desvela, se le paró su reloj interno el 13 de mayo. "Lo he pensado hacer. Me quería ir. No podía soportar el dolor ni la realidad y lo he estado pensando durante dos o tres meses", revela la actriz que, a día de hoy, mantiene una actitud distinta. Ahora, para ella es importante vivir y continuar con el legado de Álex. Por ello, se encuentra trabajando en una fundación para la investigación contra el cáncer, que llevará por nombre Fundación Álex Lequio y que le está dando fuerzas para seguir viviendo con la ausencia del hombre de su vida.
La despedida
Abatida, Ana Obregón recuerda el momento en que recibió la peor de las noticias. El 26 de marzo de 2018, Álex acudió al hospital por unos fuertes dolores de tripa, que terminaron en una operación. Tras la intervención, el médico dio el veredicto: "Ana, siéntate. Tu hijo tiene un tumor". Desde ese día, llena de fortaleza, la actriz no se separó de su hijo. Sin derramar una lágrima y sin bajar la guardia, como ella misma comenta, le demostró todo su apoyo.
El peor momento para Álex fueron los últimos tres meses cuando estuvo ingresado en el hospital. Ese fue el único instante en el que Ana Obregón no pudo decirle toda la verdad. La despedida comenzó el 11 de mayo, cuando los médicos le confesaron que ya no había nada que hacer. La actriz revela que tuvo 48 horas para hacerse la terrible idea de que su hijo se iba para siempre. "La última noche se puso Alessandro a un lado de la cama y yo al otro; le agarramos la mano... Y así fue". La primera llamada que recibió tras el fallecimiento de Álex fue la de los reyes Juan Carlos (82) y Sofía (82). Un gesto que a día de hoy sigue agradeciendo.
Ana Obregón pondrá fin a su año más difícil el próximo 31 de diciembre, cuando de las Campanadas junto a Ane Igartiburu. "Va a ser un honor recibir el 2021 con toda España al lado de mi adorada Anne. Dos mujeres por primera vez en la historia", dice.
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