En otoño de 2019 el mundo descubría la identidad de la mujer que había conquistado el corazón de Alejandro Sanz (51 años). Una bella, inteligente y valiente cubana llamada Rachel Valdés Camejo (30) llegaba a la vida del cantante con sigilo y sin necesidad de darse a conocer ante los medios. Poco después sí se dejaba ver junto al artista en varios eventos de alfombra roja, siempre apoyándole pero sin querer eclipsarle. Y es que Rachel no busca el foco mediático por posar en un photocall, su currículum es lo suficientemente brillante para deslumbrar por sí solo.
Rachel es artista plástica y sus obras han revolucionado varios rincones del planeta como Times Square en Nueva York, los lagos de Utah o las plazas de La Habana. Sus proyectos son esculturas futuristas que juegan con el espacio, con el reflejo en los espejos y la participación del público. Pero no solo produce arte para ser expuesto en las calles y ciudades. También dibuja con acuarelas sobre lienzos y convierte el blanco de las cartulinas en piscinas vacías o pirámides eclécticas. La cubana quiere que estas obras pictóricas puedan estar en las casas de todo el mundo y que sean comprados por todo el que lo desee.
Ese es su próximo reto. Una idea que puso en marcha hace mucho tiempo y que quiso comenzar en 2020, pero debido a la pandemia ha tenido que retrasarlo y espera llevarlo a cabo finalmente en 2021. No obstante, este año de crisis sanitaria mundial no ha sido desaprovechado por la artista. El tiempo de encierro en casa y en su estudio le ha servido para crear nuevas propuestas y ampliar su catálogo con novedosas colecciones de diseños y dibujos.
Series de creaciones que ha titulado como Piscinas o Pirámides verán la luz en sus próximas exposiciones, pero también lo harán en forma de láminas que podrán ser compradas en su página web "muy pronto".
Llegar a la gente con su talento es algo que siempre ha soñado Valdés, desde que era muy pequeña. Su don para las artes plásticas comenzó de manera innata en casa, un prodigio que no pasó desapercibido en su infancia en su hogar familiar de Cuba.
Quienes la conocen desde sus inicios aseguran a JALEOS que "era una niña con muchas inquietudes, se reivindicaba a través de sus pinturas. Cuando era pequeña y se ponía nerviosa o agitada, su madre le daba un papel y pinturas y solo así se calmaba".
Durante la infancia de Rachel, la familia Valdés pasó muchas calamidades debido a la escasez de recursos en el llamado Período Especial. Después de la desintegración de la URSS, Cuba quedó desabastecida y sufrió las duras consecuencias del conflicto político. La propia Rachel reconoció que su madre se quitaba de comer para que ella se alimentara y este gesto de su progenitora nunca pasó desapercibido por la actual novia de Alejandro Sanz pese a que entonces era muy pequeña.
Según cuentan a este medio, Rachel siempre expresaba sus sentimientos "con los trazos de su pintura y con los colores que utilizaba". Todo en su trabajo tiene un motivo y nada es al azar. Su metodología también es organizada, sistemática, como es ella. "Trabaja muy duro. Parece que sus obras son sencillas, pero en realidad llevan gran complejidad detrás, ese es su talento, hacer que parezca fácil y entusiasme al espectador", cuentan quienes conocen su obra de cerca.
Salió de Cuba para hacer crecer su proyecto artístico y para que su posición de mujer en la industria de las artes plásticas tomara mayor relevancia. En Barcelona encontró el lugar perfecto para evolucionar y encontrar los recursos necesarios para convertirse en la artista revelación que es hoy en medio mundo.
Su historia con Alejandro Sanz
En verano de 2019 se rumoreaba sobre un nuevo amor en la vida de Alejandro Sanz. Entonces se hablaba de "una latina" y "artista". Finalmente, ese otoño se puso nombre y rostro a la joven: Rachel Valdés.
"Lo conocí hace un tiempo a través de unos amigos", confesaba la cubana hace unos meses. Cuando era preguntada por lo que le había conquistado de él, ella no dudaba: "Es grande como persona y como artista. Es empático y humilde. ¡Muy noble!".
Valdés vive a caballo entre Barcelona, Madrid y La Habana, donde tiene su estudio principal en una casa señorial ubicada en El Vedado, uno de los barrios de mayor esplendor de la ciudad. A este continuo ir y venir por el mundo, Rachel suma la trepidante agenda de su pareja y en su día a día cuando están juntos les encanta compartir hobbies: "A mí me cuesta pintar en plan relajado porque es mi profesión. No soy tan bohemia. Me gusta organizarme bien, tener las cosas ordenadas... Pero Alejandro me parece buen pintor. Yo creo que ni sabe que pienso esto de él".
Graduada en Pintura en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, con 20 años recaló en Barcelona tras recibir una beca para seguir estudiando gracias a "unos coleccionistas que habían viajado a Cuba". En la Ciudad Condal vivió un lustro. Se casó con un importante abogado catalán y representante legal de algunos futbolistas con el que tuvo a su hijo Max, de cinco años, pero terminó divorciándose.
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