Aunque ya había cubierto una etapa profesional en la Cadena SER, el nombre de Ana Pastor (43 años) comenzó a ser popular entre el gran público a partir de 2006, año en el que comenzó a presentar en TVE el espacio 59 segundos, dedicado al debate político. Desde entonces, su carrera ha sido fulgurante, con algunos momentos inolvidables, como la entrevista que realizó en 2011 al líder iraní Mahmud Admadineyad (64).

Unos meses después, en noviembre de 2011, abandonaba el ente público, con una polaridad de críticas que todavía hoy se mantienen: mientras algunos defienden que Pastor es una periodista incisiva; otros le achacan una presunta parcialidad, especialmente en lo referente a asuntos políticos. Sea como fuere, lo cierto es que su popularidad está fuera de toda duda, de hecho, a pesar de compartir nombre y primer apellido con la que fuera presidenta del Congreso de los Diputados entre 2016 y 2019, seguramente sea más reconocible a nivel social que su tocaya política.

Ese caldo de cultivo es clave para entender el capítulo que hoy se aborda. Ocurrió el pasado 26 de marzo. En uno de sus viajes profesionales, la periodista madrileña visitó Zaragoza, con motivo de la grabación de uno de los capítulos del espacio Dónde estabas entonces, de laSexta. La agenda impidió que Pastor se pudiera sentar con calma a la mesa, así que tuvo que improvisar una comida a base de bocadillo de lomo y un refreso, tal y como reflejó en su perfil de Twitter:

Como cualquier contenido que publica, las respuestas fueron de lo más diversas. Mientras algunos le deseaban un buen provecho, acompañándolo con el like de rigor, los haters hacían acto de presencia con algunos comentarios tales como "queda muy progre" o "¿te lo ha pagado Villarejo?". Aunque no fueron estos los que más molestaron a la periodista, sino uno, firmado por @coliflor_a que decía lo siguiente: "No puedo dejar de mirar su dedo".

Explicación

Lo que a priori parecía un comentario sin demasiada importancia acabó desembocando en una confesión inesperada: "Tengo artrosis. Desde hace unos años".

La posible incomodidad inicial que pudo sufrir la periodista dejó paso a una ola de mensajes en los que varios de sus seguidores en los que se solidarizaban con ella. Eso sí, @coliflor_a volvió a interactuar para matizar su tuit, explicando que no tenía mala intención: "Gracias por contarlo, Ana. Flipo con que la gente vea odio donde solo hay curiosidad".

Pero más allá de la enésima refriega tuitera, este capítulo sirvió para poner sobre la mesa una enfermedad, la artrosis, que no es precisamente una desconocida, ya que se estima que afecta a un 10% de la población española. Según la Fundación Española de Reumatología, se trata de una patología que lesiona el cartílago articular, por lo que puede afectar a varios puntos de la anatomía -se dividen entre cadera, mano, rodilla, cervical y lumbar-. Entre la sintomatología habitual destacan el dolor, la rigidez, incapacidad funcional y, como en el caso de Ana Pastor, deformidad.

Respecto a su tratamiento, la artrosis de las manos pasa por medidas físicas, como la fisioterapia, la cirugía y el uso de medicamentos. En este último caso, se suelen usar para preservar el cartílago antiinflamatorios y analgésicos de acción rápida, aunque también se usan otros para preservar el cartílago.

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