Jaime Ostos (90 años) ha reaparecido públicamente un año después de su última aparición. Lo hacía este jueves, 29 de abril, para dar su último adiós a su gran amigo Pedro Trapote Mateo. Completamente repuesto de los graves problemas de salud que le llevaron a estar ingresado en un hospital madrileño casi dos meses y que hicieron que se temiera por su vida, el diestro ha confesado, con mucho sentido del humor, lo cerca que estuvo de la muerte.
Y es que, además de sus problemas de movilidad, se contagió de coronavirus y su situación fue de lo más delicada durante varias semanas. Afortunadamente, y demostrando la fuerza que le ha caracterizado en su trayectoria taurina -sufrió más de 25 cornadas- el marido de Mari Ángeles Grajal (67) regresaba a su domicilio en mayo de 2020 muy débil, pesando poco más de 40 kilos, pero dispuesto a recuperarse. Hoy, puede decir que lo ha logrado y, con la ironía y el peculiar humor que le caracteriza, ha reaparecido en compañía de su mujer, a la que ha agradecido públicamente que le salvara la vida.
Qué alegría verle Jaime.
Un año hace ya que yo estuve muerto también. Gracias a esta -señala a Mari Ángeles, que es mi mujer, que es la mejor que hay, me devolvió. Llegué allí arriba, estaba San Pedro allí, me reconoció y me dijo: "Usted Ostos, bájese rápido que me estropea el cielo". Me bajé y aquí estoy, pero muy molesto. Un año, con dos operaciones horrorosas, pero, en fin, yo creo que se está mejor así. Ya voy andando. Al principio me dijeron que no podría andar. Después, que en una sillita. Luego, esto y lo otro... Ahora, haciendo mucha bicicleta y de todo, aquí estoy.
Mucho ejercicio ha tenido que hacer en casa.
Un año entero. Acabo de hacer pesas, bicicleta y de andar un ratito antes de comer. Así llevo un año. Además, con dolores y más dolores.
Estuvo en el hospital mucho tiempo.
Sí, estuve en el hospital tres veces. Entré y salí, entré y salí y dije que ya no entraba más. ¿Tú sabes lo duro que es oír decir a un médico y a otro a mi mujer: "Yo creo que ya de esta noche no sale"?
El sentido del humor no lo ha perdido. Se ríe usted de sí mismo.
Esta es la segunda vez que he ido arriba. Pienso que nadie se muere la víspera sino el día que le toca. Pocos habrán visto el mundo y habrán andado lo que yo he andado. En fin...
Nos alegramos mucho de verle.
Esta fue mi salvadora -señala de nuevo a su mujer-.
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